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Cuarto menguante.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags on 3 septiembre 2023 by Jdcc

Amanece el primer día de septiembre. Pienso en la imagen de la inmensa luna llena, literalmente roja, de anoche saliendo del mar y en este verano extraño, oscuro y caluroso mientras voy tomando las curvas con la moto por la carretera de la costa. A mi derecha, esa luna llena gigante ahora luce de blanco radiante y resiste encima de la montaña, entre los últimos claroscuros, a las primeras luces del día. A mi izquierda, un manso e infinito mar mediterráneo sobre el que segundo a segundo comienza a aparecer el sol. Hay instantes en los que ambos astros casi se me muestran simultáneos en mi campo de visión. Inefable. Entorno los ojos para no cegarme y miro al frente. Hace casi media hora que he salido del que siempre fue y será mi barrio, de ese barrio mío donde todo sigue intacto como si fuese un agujero negro o como un laberinto atemporal de sonidos y espacios donde todo ocupa su lugar. Un barrio donde el mismo cielo se dibuja recortado por las aristas de los altos edificios de viviendas, donde la ropa tendida luce al precipicio de los balcones y ventanas. El barrio donde siguen ocupando su lugar los abetos que vigilan sobre el muro y las rejas del colegio, antes todo de negro, ahora vestido de colores pero siempre paraíso perdido. El barrio con el mismo parque por el que anduvimos. Ocupan su lugar en la vereda de asfalto y sobre las aceras esa negra pátina de manchas indelebles. El mismo portal de siempre, el número veinte, también ocupa su lugar, con la misma penumbra haciendo de refugio y guardián de los secretos por donde entran y salen los rostros envejecidos de los mismos vecinos. La misma liturgia de saludos y gestos. Ocupa su lugar la misma planta segunda, la misma puerta cuatro, todo ocupa su lugar. La misma llave que se gira, la misma puerta que se abre, el mismo pasillo que se extiende. Todo ocupa su lugar. La misma distancia, los mismos pasos, el mismo contraluz de la terraza al fondo reflejado sobre el suelo, todo ocupa su lugar, todo, todo, todo, menos este silencio nuevo, extraño, oscuro y profundo que se ha quedado ocupando el espacio que habilitó la torpeza de mis brazos sosteniendo la fragilidad de tu cuerpo inerte. Todo ocupa su lugar menos tu silueta acurrucada en la esquina de la terraza dominando con gesto tranquilo, sereno y curioso los tiempos. Ahora se ha roto toda la geometría de ese lugar desde que ya no lo ocupas, desde ese último día de agosto, ese último día de agosto que cuando se oscurecía del todo, dejó salir lentamente una luna teñida de rojo sobre el negro cielo, detrás del mar oscuro, como un gesto cómplice, como diciendo adiós.

P.D.: para Luna, la perra, la mascota, la guardiana, que ahora juega tranquila en el paraíso de mis mascotas perdidas.

La arquitectura del silencio.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , , , on 1 marzo 2023 by Jdcc

Momento del cepillado dental tras el almuerzo. Fiel a mis manías busco algo de música en el móvil para distraer ese tiempo muerto. El algoritmo de youtube decide mostrarme como segunda opción un concierto de Sting y pincho sin pensarlo dos veces. Suena “Shape of my Heart” que, como de costumbre, me pellizca el corazón. Giro la vista a la imagen del concierto y a los pocos segundos de ver el lugar donde tocan no puedo no dejarme arrastrar por la sorpresa de lo que veo. Intento reconocerlo pero, aunque me es familiar, no lo consigo. Leo el título del vídeo: “Sting – Pantheon- CMN – 50 ans de FIP”. Al parecer forma parte de una serie de conciertos que celebraron el cincuenta aniversario de una emisora de radio francesa. Es el Panteón de París, la ciudad a la que todo el mundo quiere ir, la ciudad a la que siempre quise ir, la ciudad a la que fui, la ciudad de la que una parte de mí nunca volvió, la ciudad a la que quiero regresar.

Sigo de reojo el juego del movimiento de cámara que graba el concierto y se despierta ese reconocible regocijo dentro de mí, esa inquietud cada vez que observo determinadas cosas, lugares o edificios, un pseudo síndrome de Stendhal. Instantáneamente pienso: “cómo agradezco todo lo que ocurrió (y sigue ocurriendo) en mi vida, sobre todo aquellos “fracasos” que ella misma, la vida, se encargaba (y se encarga) de reconducir a nuevas oportunidades que construyeron y construyen inesperadas victorias”.

Una de esas primeras ocasiones fue mi vuelta al instituto con veinte años tras despedirme de un trabajo al que entré al abandonar el bachillerato. También fue de las primeras veces que vislumbré cuanta sabiduría albergan los consejos y el instinto de las madres, al menos de la mía. Aquel retorno me aportó un hambre desconocido e insaciable en mí por estudiar, por hacerlo bien para progresar y reparar el error, me inyectó una sed por conocimientos despreciados y desaprovechados en un tiempo pretérito que no estaba dispuesto a dejar escapar de nuevo. Y fue en ese tiempo cuando me volví permeable a todo, cuando pude y supe dejar crecer algo que sin forma ni contenido nítido se manifestaba dentro de mí desde hacía tiempo: la fascinación y el amor por la historia, por la literatura, la pintura, por el arte en general y por la arquitectura en especial. Conocer la explicación a los secretos de las grandes y pequeñas construcciones que surgieron de la mano del hombre, el por qué de sus dimensiones y sus formas, sus metamorfosis, la adaptación a los espacios, a las necesidades, a las creencias, su evolución a través del tiempo. Todo eso me permitió a partir de ahí poder observar cada lugar con un lenguaje nuevo y con unos ojos llenos de magia cómplice donde otros veían simplemente muros y piedras, dándoles la oportunidad de que se me presentaran, de que me hablaran, me sedujeran, que se ramificaran dentro de mí, me descubrieran y me dieran a conocer la historia de su historia a través de las fachadas y los pórticos, los arcos y las bóvedas, las columnas y sus capiteles, los muros, los contrafuertes y los arbotantes, los relieves, las esculturas y las pinturas, los rosetones y las vidrieras, los espacios y sus alturas, la geometría de las luces y las sombras y los ecos en la arquitectura de sus silencios. Nada desde entonces y por todo aquello fue igual el mundo para mí.

De hecho, algo se paraliza y me estremece cuando recuerdo entrar y quedar absorto en la plaza del Obradoiro, o en tantas misteriosas, singulares y pequeñas iglesias románicas del Camino de Santiago como Santa María de Eunate; cuando descubrí el Coliseo, el Panteón de Agripa, el Vaticano (y la capilla Sixtina), la Basílica de San Pablo Extramuros o en cualquier plaza de Roma; el David de Miguel Ángel, la plaza del Duomo o el Ponte Vecchio en Florencia; la Plaza de San Marcos de Venecia; la medina de Fez; la Grand-Palace de Bruselas; la Mezquita o la Alhambra; la catedral de Sevilla; la basílica de Santa María del Mar de Barcelona o la ermita de San Antonio de la Florida en Madrid; los cuadros de Goya o Velázquez; la pirámide de Keops, el templo de Philae o Abu Simbel; Notre Dame de París..… y tantos y tantos rincones que he podido admirar y los miles de lugares que no visitaré y que hablan por sí solos de lo mejor de la naturaleza del hombre.

Pero además de las técnicas constructivas, del diseño de las plantas y los alzados, además de la ingeniería, de los motivos, más allá de lo material, sin quererlo ni pretenderlo, me dejo atrapar y permear por lo que en ellos se desprende calladamente, ese otro aspecto que emana en cada lugar de esas características con más o menos fuerza, con más o menos presencia, aunque pueda parecer algo casi absurdo. En esos lugares, cada pequeño detalle inapreciable se engrandece y se vuelve gigante e infinito y me obligan a detenerme o sentarme, a prestar atención, a restaurarme, a sentir profundamente y a escuchar y mirar detenidamente para permitir que el abrumador y embriagador efecto que generan me encuentre, me rodee, me atraviese, me inunde, me impresione, me entristezca, me reconforte, me maraville y me inspire para poder encontrar en sus grandes silencios y en su inabarcable quietud las respuestas que nunca hallé en las palabras y las huidas, dando así sentido y vida a toda una realidad invisible que gracias a aquel fracaso convertido en victoria me reportan momentos simplemente inolvidables e inefables. Y esa fue, es y será mi suerte.

El olor de los libros.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , , , , , , , , , on 29 enero 2023 by Jdcc

Despierto en casa de mis padres, en el dormitorio que heredé de mi hermano cuando él heredó el mío al marchar yo de casa hace más de veinte años. Abro los ojos con dificultad pero con calma. No hay prisas cuando nadie te espera. Me desperezo suavemente y levanto la persiana para que entre el aire y la luz que saneen el ambiente cargado. Pongo los pies en el suelo rastreando las zapatillas que me eviten el frío contacto con el suelo. El impulso siguiente e instintivo, como en cada uno de mis día de vida, es poner música. Pulso el botón para encender la anacrónica mini-cadena de música recolocada recientemente en la estantería de este cuarto volviendo al hogar cual hijo pródigo. La misma que después de tantos años y tantas batallas sigue ahí dando guerra. Comprar como un rico y cuidar como un pobre era la consigna. Acciono la radio pero no me convence la emisión, así que decido colocar un cassette –sí, han leído bien queridos amigos, un cassette– y disfruto de la vieja mecánica de las platinas: junto con los discos en vinilo, pura magia sonora en este mundo hiperdigitalizado. A veces me arrepiento de haberme desprendido de casi todas mis cintas.

Me pongo en pie, hago una pausa, levanto la vista y sin querer repaso la estantería repleta de todos esos libros que mi madre se empeñaba en comprar para nosotros a través de la revista mensual que el comercial de turno del Círculo de Lectores traía siempre con recomendaciones. ¡Qué tiempos!¡ y ¡menuda presión aquella!. La mayoría nos limitábamos a amontonarlos en las baldas. Algunos aún conservan el envoltorio de plástico. Nunca fui, aunque siempre ansié ser, un devorador de libros.

Ojeo los títulos, alargo el brazo y cojo algunos al azar. Los abro y voy saltando de página en página. De repente, voy descubriendo todos los fragmentos que yo, por instinto o necesidad, empezaba a subrayar en muchas de las hojas de aquellos que comencé a leer. Eran fragmentos, frases o palabras que reconducían en mí una nueva curiosidad o que satisfacían emociones, sensaciones o inquietudes interiores para las que aún no disponía de las facultades básicas para expresar o exteriorizar, o incluso comprender o sentir. Al instante, un impulso natural e involuntario inicia mi particular ritual sensorial, mi hábito imprescindible, mi liturgia íntima y necesaria: ir percibiendo, como a cámara lenta, como de forma aumentada, el particular lenguaje de las hojas al crujir, la discreta caricia que se produce al roce y al tacto con las yemas de mis dedos; me acerco el libro y voy apreciando con detalle la decoloración que el tiempo ha provocado en las hojas; lo aproximo un poco más e inspiro el olor de sus páginas, y esa mezcla parece susurrarme algo unívoco, parece mostrarme en una extraña simbiosis entre continente y contenido su alma silenciosa, el alma que descansa en cada libro, el alma mestiza que nace entre quien lo escribió y quien lo lee a través de un tiempo hechizado. Concluyo para mí que cada libro es único y distinto, aunque sea el mismo, como ocurre con los árboles o con las flores.

La semilla por la lectura que plantó mi abuelo en mí creció bajo la insistencia y el empeño de mi madre para embarcarme en este inabarcable océano de los libros. Fue algo que, como otras tantas cosas, no tendré vida suficiente para agradecer.

Últimamente, en tiempos de tornados de series y plataformas digitales, cada vez aprecio más el sereno refugio de un libro. De hecho, en los últimos viajes, al tiempo de callejear, visitar museos, admirar iglesias y catedrales y por supuestos descansar en los bares, he adquirido la extraña costumbre de regalarme un libro en cada ciudad. Además, también me voy empapando de una nueva, impensada, mágica y laberíntica forma de viajar a través de los rincones que esconden bibliotecas o librerías que descubro, multiplicando una experiencia sensorial inesperada, distinta y absolutamente nueva y satisfactoria hacia lo sencillo y lo esencial de la vida en el mundo que se aglutina, se esconde y se desvela en el cuerpo desnudo de un libro.

  • Biblioteca del Monasterio de El Escorial. - El Escorial (Madrid)..
  • Librería Re-Read - Madrid 2
  • Librería Re-Read - Madrid
  • Librería la Buena Vida - Madrid
  • Librería el Tiempo Perdido - Granada
  • Heritage Library Hendrik Conscience - Amberes
  • Biblioteca en el Trinity College, Dublín (Irlanda)
  • Biblioteca del Museo Reina Sofía - Madrid
  • Biblioteca de la Uned, Escualas Pías - Madrid.

Pozo oscuro, aguas claras.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , on 18 septiembre 2022 by Jdcc

Decía un compañero, sabiamente: “hay que saber elegir las batallas”. En otra ocasión, colgado en mitad de una montaña oí: “soldado que huye vale para otra guerra”. Sinceramente, nunca fueron esas virtudes de las que haya podido presumir. Nunca supe elegirlas y jamás supe o pude huir de ellas. Por algún motivo me obligaba a no dejarlas pasar. Pero también es cierto que algunas veces no hay opción. Llevo tiempo pensando en las que fui atravesando desde hace casi un año y en las sensaciones y emociones que me invadían en los momentos previos, y lo que ocurrió en los momentos posteriores.

Cuando, roto por dentro, el cansancio me llevó al desapego decidí arrojarme emocionalmente a un pozo oscuro del que pensé que no encontraría una salida. Algunos meses después, ávido por abandonar ese pozo empecé a buscar experiencias para vivir la vida como si no hubiera un mañana, otra vez.

En una de ellas, me tocó descolgarme por una pared desde la que ni siquiera me atreví a mirar hacia abajo porque sabía que se apoderaría de mí un pánico incontrolable, así que simplemente me dediqué a disimular el miedo que me atenazaba, prestar atención a las instrucciones del monitor y centrarme en mi agitada respiración. Segundos después me descubrí colgado sobre un mini abismo que me empequeñecía y me devoraba por segundos. Sólo me quedó aguantar la presión, resistir, confiar y avanzar poco a poco…..poco a poco…..muy poco a poco. Al llegar abajo, me solté las cuerdas y el arnés, seguí disimulando unos instantes el acojone delante de los compañeros con una media sonrisa y me aparté del grupo. Me arrodillé, miré hacia arriba y dimensioné lo que acababa de hacer. Rompí a llorar como un niño. Por un lado, por la presión contenida, por otro, por la ansiedad que sufrí tanto tiempo, por otro por haber sido capaz de hacerlo descubriendo otra vez en mí cualidades que ignoraba tener y que siempre admiré en otros. Me sentí liberado y reforzado. En ese pozo oscuro, había aguas claras.

También hace ya muchos meses, recuperé una vieja costumbre abandonada: bañarme en el mar, de noche y desnudo. Poder nadar y abandonarte en ese negro infinito en que te recogen la noche y el mar siempre me atrajo y abrumó, pero a la vez me relajaba y me alejaba de todo. Recuerdo esa noche, aguantar la respiración al entrar en el agua, cerrar los ojos, sumergirme y sentir el roce del agua aliviadora del mar en cada poro de mi piel. Recuerdo luego estar un rato flotando en el agua mientras miraba el cielo negro acompañado sólo por mi respiración. Me volví a permitir abandonarme para poder rescatarme. Al incorporarme, limpié de mi cara las gotas de agua del mar, miré hacia la orilla y encontré el contorno de una sombra a contraluz. Sentí que esa iba a ser mi puerta abierta. En ese pozo oscuro, había aguas claras.

... flotando mientras miraba el cielo negro y oía tan sólo mi respiración

Meses más tarde, quise darle forma a un viejo sueño construido durante casi treinta años. Con una ilusión infantil desconocida en mí pero con la tristeza de tener que hacerlo sólo, me embarqué rumbo a Egipto. Me sentía como un niño en la noche de reyes. Justo antes de entrar en la gran pirámide estaba desbordado por la emoción: todo aquello era otra dimensión. Estaba tan nervioso, tan ansioso, tan deslumbrado y tan emocionado por poder ver, tocar, caminar y penetrar por aquellas misteriosas piedras milenarias que resultó estar viviendo algo irreal. Viajar solo te da otras oportunidades. Y en este viaje, entre muchos, hubo dos momentos únicos e inolvidables a los que mi cabeza recurre de vez en cuando, momentos que me ayudaron a entender qué había dentro de mí y qué había ocurrido conmigo: el primero, mis paseos a solas sin turistas por el mágico Templo de Philae; el segundo, navegar de noche por el Nilo sentado en la cubierta de la embarcación. Esas aguas, esa brisa, ese olor, ese cielo, esas estrellas, esa luna, ese sonido, ese balanceo, ese momento de infinita soledad se grabó en mi retina, en mi memoria, en mi piel y en mi corazón para siempre. En ese justo y exacto momento, el viento se llevó todas mis tormentas y me permitió ver de nuevo cuanta luz brilla en las noches negras y oscuras, me permitió descubrir que ese cielo y esa luz seguían ahí, intactos, para mí. En ese trayecto nocturno viví un breve pero consciente e intenso instante de infinita y absoluta serenidad que jamás olvidaré. En ese trayecto, encontré paz. En ese trayecto, clavé mi bandera. En ese pozo oscuro, había aguas claras.

...poder ver, tocar, caminar y penetrar por aquellas misteriosas piedras milenarias que resultó estar viviendo algo irreal

El otro día, después de muchos meses soportando un dolor crónico, lacerante y limitante que me ha obligado a readaptar constante y diariamente cada postura de mi cuerpo y me ha hecho sentir perdido, anulado, sobrepasado y derrotado, pude volver a hacer deporte y a nadar en la piscina. El momento exacto de entrar en el agua, percibir su textura, su temperatura y comenzar a deslizarme para ejercitarme sin sentir ese dolor en busca de una extraordinaria normalidad fue algo humanamente indescriptible y verdaderamente emocionante. Fue como si mezclara a la vez todas las sensaciones anteriores en una.

Se que aún me queda mucho camino, pero sentirse libre de las cadenas del dolor y el sufrimiento para disfrutar del regalo de la vida es el mejor regalo en sí mismo. Sin embargo, me gusta pensar que, como me ha ocurrido tan menudo últimamente, en ese pozo oscuro, también había aguas claras.

Puntos suspensivos.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , on 18 marzo 2022 by Jdcc

En los últimos meses antes de mi traslado el pasado catorce de marzo me ha estado invadiendo una sensación contradictoria y extraña.

Por un lado, las ganas de conocer y vivir un cambio que creo necesitar, que me ayude a terminar de sanar, a continuar aprendiendo sobre el trabajo, sobre la vida y las personas se vive con ilusión y esperanza, pero también con temor e incertidumbre….. aunque al final todo se traduce como nuevas oportunidades de vida.

Por otro lado, dejar mi actual puesto de trabajo después de once años (otra vez éste número) me deja un vacío tremendo, casi inabarcable. Cada tarde de estas últimas semanas, que han sido muchas, cuando salía de trabajar, el paseo hacia casa era una llorera continua e incontrolable por la saudade que impregnaba el balance y el inventario de los recuerdos. Como un luto a pasar por partes por toda una vida vivida en once años. Tantas situaciones, tantos momentos, tan intensos, tanta ilusión, tanto trabajo, tanto ganado, tanto perdido, tanta huella, tanto aprendido, tanto enseñado, tantas batallas, tantas tardes, tantas risas, tantas lágrimas, tantos paseos, tantas desayunos, tantos almuerzos, tantos amaneceres, la magia de las luces rojas, tanto amor, tanta pasión, tanto dolor, tantos planes, tanto compartido….tanta, tanta, tanta vida invertida….que hoy es un tesoro enterrado en el fundo de mi alma y de mi corazón que al final, al descubrirse, se traduce en una gratitud infinita difícil de cuantificar, dimensionar y expresar con palabras.

Y es que de todas las tormentas emocionales que recibimos en la vida, resulta contradictorio que en momentos de despedida donde recibes esa avalancha de cariño y aprecio, la sensación del nudo en la garganta tratando de sostener ese torrente irrefrenable de tristeza es casi angustiosa, por eso dicen que lo mejor que uno puede hacer cuando está lloviendo es dejar que llueva.

Cuando entré aquí hace once años sólo me pedí a mí mismo no cansarme, no desmotivarme, no rendirme, no perder la ilusión.

Hoy, me siento orgulloso de haber mantenido esa promesa casi intacta.

Hoy, me resulta difícil entenderme a mi mismo sin estos once años.

Hoy, se que nunca olvidaré lo vivido porque forma parte de mí, de lo que soy, de quién soy.

Hoy, me reconozco plenamente feliz al sentirme parte del alma de este lugar que ahora dejo, de Coín, de su gente, de todos los profesionales con los que he compartido y tanto me han enseñado, de mis jefes, de los compañeros que se fueron, de los que ahora dejo, de los que ahora siguen siendo amig@s, de tí.

Hoy, no tengo cualidades suficientes para mostrar mi agradecimiento por este tiempo vivido y compartido, por esta historia que seguirá pendiente como unos puntos suspensivos de ser vivida, espero, en otro lugar, en otro tiempo.

Desde esta sencilla complejidad de la vida, GRACIAS a todos.

La luz de los días: siluetas, perfiles y sombras.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , on 28 septiembre 2021 by Jdcc

Vuelvo a la vertical tras la tumbada y enfilo la recta alargando la vista en busca de la próxima sin tiempo para poder confiarme, porque cada curva es un reto.

El trayecto de vuelta desde las dunas de Artola al atardecer en verano es siempre el mismo, pero siempre es diferente, y siempre me secuestra. Esa carretera atravesando dos horizontes me hipnotiza.

Instintivamente inicio otra vez el movimiento sincronizado: la mano izquierda tira del embrague para reducir la marcha con el pie izquierdo, mano y pie derecho compensan la frenada.

Durante milésimas, de reojo, vigilo a mi izquierda la caída del sol que enrojece segundo a segundo en el horizonte mientras me abro hacia el lado contrario a la curva que llega antes de inclinar la moto y abrir gas. Aunque todo parece una coreografía mil veces ensayada soy consciente de que el más leve contratiempo, el más simple detalle rompería la delgada frontera que me separa de caer al asfalto….. sin embargo, ese es el juego, esa es la magia de la adrenalina que se me inyecta cuando voy en moto, demasiado embriagadora como para renunciar a ella.

Tras la enésima curva voy percibiendo a través de fugaces miradas cómo se forman las siluetas de todas las cosas al ir perdiendo su color por la progresiva falta de luz, provocando el avance de un lento e infinito claroscuro que moldea y transforma los perfiles de sombras sobre sombras, como negativos que en mi pupila se van revelando para descifrar sus nuevas formas dentro de una nueva realidad.

El trayecto es zigzagueante y no hay tregua, y eso es lo que me inspira, siempre pendiente de las trazadas, de las revoluciones del motor, del movimiento de los vehículos…..pero también de las emociones que me asaltan, de cada recuerdo, de cada fracaso, de mis victorias, de mis tristezas, de mis alegrías, de mis incertidumbres, de este momento presente que todo lo absorbe ahora y que todo lo arrasa en un instante, en un breve instante que une y conecta cada curva con cada recta y a ellas con mi mente, con mi corazón, con mi cuerpo, con mi alma…. para hacerme sentir, al menos durante ese tiempo, simplemente vivo, simplemente libre.

Canciones.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , on 17 julio 2021 by Jdcc

Esta mañana mientras desayunaba en la barra del bar sonó por la radio una canción que conocía y, de repente, causalmente, empezó a formarse un nudo en mi garganta por la emoción que inesperadamente huía a borbotones por algún resquicio de la armadura oxidada que recubre mi alma. Sentí, como me ocurre a veces, ganas de llorar a moco tendido pero como no era ni el momento ni el lugar, decidí disimular y ayudar a bajar el nudo formado en la garganta con el amargo del café sin azúcar (of course), el bocata y los churros. Existe una canción para cada momento así como existe un momento para cada canción. Siempre lo he pensado. Siempre lo he sentido.

La música, sin patrones, sin formas, sin estilos, ha formado parte de mí desde que tengo uso de razón, desde que siendo sólo un crío escuchaba a mi madre cantar por casa. Supongo que de ahí me vino todo, de esas emociones que sólo con su voz conseguía transmitirme y se me removían por dentro. Desde entonces, tuve la suerte de poder disfrutar de la música, vivirla y compartirla desde todos los puntos de vistas: desde abajo y desde arriba de los escenarios; pasivamente oyendo, escuchando y bailando y de una forma activa tocando, componiendo y cantando….. y siempre intentando descifrar y comprender ese hilo invisible que cose las notas, los versos, los riffs, los solos y los estribillos de las canciones a los momentos, las emociones y los sentimientos de nuestras vidas.

Y qué agradecido a la vida y qué afortunado yo por haber podido aprender a tocar un instrumento, la guitarra, con la que poder expresarme cuando de otro modo me resulta imposible. Y qué agradecido a la vida y qué afortunado yo por poder abrazarme a ella de una forma tan cómplice haciendo buenos los malos momentos, revistiendo de magia los que parecen regulares y volviendo increíbles los mejores. Entrelazar mis dedos entre sus cuerdas para hablarnos en ese lenguaje complejo y misterioso desvistiendo así mi alma mientras mi voz rompe la profunda oscuridad de un silencio es una de las emociones más intensas que he descubierto y que se sostienen después de tantos años, sobre todo cuando lo compartes en un baile de miradas. En esos momentos, mi intimidad se abre completamente y se transforma en un pequeño universo infinito repleto de matices tan intensos, tan inmensos, tan indescriptibles y tan inefables que se quedan impregnados en mi garganta, marcados en las yemas de mis dedos, tatuados en mi alma, guardados para siempre bajo llave en algún lugar recóndito y secreto dentro de mí hasta que, un día, sin esperarlo, sin pretenderlo, sin buscarlo, como una trampa en mitad del camino, una de esas canciones comienza a sonar en algún lugar imprevisible desatando irremediablemente otra vez ese nudo en mi garganta.

Aquello de lo que me negué a hablar.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto on 7 febrero 2021 by Jdcc

A menudo, últimamente, me suelo cruzar con un vecino que acostumbra a sacar devotamente a pasear a su perro. Al perro lo he visto crecer desde que lo adquirió hace ya tiempo siendo apenas un cachorro. Ahora que ya dejó de serlo y los veo a ambos salir a la calle de forma cómplice, tras saludar educadamente al dueño, mi vecino, en realidad me fijo siempre en el can. Lo observo disimuladamente al pasar, en secreto, sólo por unos instantes, en otra especie de complicidad que tan sólo entiendo yo, pero que cada vez que ocurre me transporta automáticamente a aquel día de Junio, aquel día del que nunca hablé de lo que pasó.

El perro de mi vecino es un gran y hermoso pastor alemán, como Radja, al que un día conocí, al que tanto temía yo cuando rondaba suelto por el jardín y que tanto me enseñó silenciosamente y sin pretenderlo sobre mí, sobre los animales y sobre la relación con las personas. Pero aquello de lo que nunca hablé y me negué a hablar no es de Radja, aquello de lo que me negué hablar fue sobre Stella, su fiel compañera canina de aquellos años, sobre aquella forma de caminar de pasos cortos, lentos y torpes, de su ceguera, de su paciencia, de su nobleza, de su tierno pelaje blanco, de su sabia paciencia, de su callada sabiduría…… y de su último día, ese que un día siempre llega y es inevitable. Aquello de lo que me negué a hablar fue de su repentino adiós dentro de un cuerpo totalmente inerte y su cuello abandonado al aire tras la inyección, de mi insoportable nudo en la garganta, del interminable recorrido en coche desde el veterinario hasta el jardín de la casa en el maletero liada en una manta, del dolor prepotente, del silencio frustrante, de aquella intensa lluvia que cayó del cielo como llorando el momento y que embarraba mis pies y embarró mi alma para siempre, de mi torpeza, de mi no saber qué hacer ni qué decir, de mi cobardía; de cada una de las terribles paladas de tierra que me tocó arrancar al jardín para cavar un hueco que la llevara al paraíso de los animales, de verla por última vez así y de verme por primera vez a mí en aquella situación, del terror que sentí en mis manos y mis brazos al tener que regresar luego con la pala la tierra a su lugar para que descansara en paz y para que se quedara ella y aquel momento dentro de mí para siempre, hasta hoy, tantos años después, recordando aquel momento cada vez que veo al perro de mi vecino.

Y es que resulta increíble la plastilina con la que está hecha nuestra alma, donde algunos momentos se marcan en ella de tal forma que, sin saber que están ahí, cuando menos te lo esperas, emergen y puedes palpar ese duro molde sumergiéndote sin remedio de nuevo en esos momentos lejanos, desgarradores y dolorosos que un día viviste, desenterrándose inesperadamente sin entender cual es el mecanismo ni la explicación ni la solución, reproduciendo ese duro nudo en la garganta durante breves instantes y aquella huella marcada para siempre con una lágrima frágil que intentas controlar y retener por un breve instante hasta que todo se esfuma justo un segundo antes de volver a lo cotidiano.

Siempre que volvía a la casa, cuando me quedaba solo, me asomaba en silencio desde la ventana durante algunos instantes y me detenía a contemplar aquel rincón del jardín, aquel pedazo de tierra y las flores que nacieron allí, y siempre, siempre, se me quedaba una extraña mezcla de cercanía, nostalgia, paz, impotencia, dolor, aceptación, frustración y cariño.

Message in a bottle.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto on 2 enero 2021 by Jdcc

Dos de Enero, y salvo por la magia pendiente de la noche de reyes, ya se esfumaron otra vez las fiestas con su borrachera de anís, sus dulces y la cordialidad suspendida en el aire que todos aspiramos aunque el mundo se pueda estar desmoronando detrás de tí. Y aunque soy un poco el “Grinch” reconozco que cuando te rodeas de ciertas personas, en el fondo y después de tantos años, uno se deja empapar un poco por todo eso, aunque me cueste reconocerlo, y te sientes bien, aunque también me cueste reconocerlo, supongo que por el cambio de perspectiva que te dan los años. Pero es tras estos días cuando uno intentará volver a encontrar la sal de los días en los momentos cotidianos donde se siembra la felicidad que casi siempre se nos escapa y dejamos pasar. Y contra este posible mal, para que no me alcance, aquí dejo escrito mi «mensaje en la botella»…..

a la música y los discos de vinilo del Jommara,

a esas escapadas improvisadas a las dunas de Artola,

a sentirme pequeño cuando me enfrente a la inmensidad del mar, a desnudarme en la arena,

a sentir el viento de libertad que te regala una rutita en moto,

a esas cervecitas con los amigos,

a reír,

a encontrar refugio en la familia,

a seguir degustando la vida y el mundo tras el sabor de unas tapas,

a no dejar de ver las nubes blancas que cabalgan por el radiante cielo azul del invierno,

a saber afrontar la vida cuando ella te detenga en otro Puerto Lápice y hacerte porteño para siempre,

a la lucha en el trabajo y a la recompensa del esfuerzo,

a descubrir, a reencontrar, a compartir,

a la letra impresa en los libros, entre velas, el vino, un poco de jazz…y aquello que viene después,

a sentir mis dedos sobre las cuerdas de una guitarra y cantar,

a encontrar la canción para cada momento y a vivir el momento con su canción,

a dar un abrazo y sentir la fuerza de su calor entre las costillas,

a llorar,

a ver un amanecer y un atardecer,

a ver salir la luna tras el mar o las montañas,

a disfrutar de la pausa al descubrir el amargo del café sin azúcar (2),

a caminar escuchando mis pasos en el bosque y el susurro del aire entre las copas de los árboles,

a viajar para seguir descubriendo el mundo que existe más allá de mis fronteras,

a enamorarme con una mirada cómplice,

a seguir aprendiendo y esforzarme cada día por ser la mejor versión de mi mismo,

a no rendirme y seguir luchando,

a seguir agrandando en los años que me queden este poema con otros versos de la vida….

y es que “en mi pecho, el reloj de sangre mide el temeroso tiempo de la espera” (2).

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(1) Siempre creí en la sabiduría que uno puede llegar a encontrar en los bares: “antes de echar azúcar, hay que probar el café”; recibí esta frase como una analogía sobre vida y sobre las personas del camarero de «El último mono«).

(2) Verso de “La espera”, de Jorge Luis Borges, Antología poética 1923-1977, página 146.

El 13 del 11 un 23 del 12.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto on 23 diciembre 2020 by Jdcc

El día treinta de septiembre de 2.019 estaba aún en el aeropuerto de Amsterdam, mi ciudad pendiente, regresando de un viaje increíble e inolvidable por la costa oeste de Estados Unidos como regalo y epílogo de un apoteósico final de carrera universitaria y como prólogo de lo que estaba por venir.

Sin pensármelo demasiado y sin tiempo para recuperarme del esfuerzo de la carrera decidí aprovechar la ocasión que me ofrecía la vida y prepararme otras oposiciones en un tiempo que se preveía inverosímil, así que al día siguiente de bajarme del avión me planté, como hice casi una década atrás, en Aula Malacitana para ponerme otra vez en sus manos, de nuevo para otro reto “imposible” para mí, pero consciente de que la diferencia ahora entre aquella vez y ésta era yo, quien fui, quien soy, lo vivido, lo sufrido, lo superado, mi crisálida, mi metamorfosis personal. La diferencia es que ésta vez no quise afrontarlo como un sueño inalcanzable sino como un objetivo a conseguir, y lo hice con una consciencia y una claridad raras en mí: estaba dispuesto a romper mis propios límites personales y eliminar cualquier creencia limitante.

Y a ello me puse de nuevo, renunciando a un temario reducido y asumible opté por los ocho tomos completos e inabarcables del temario para, otra vez, encerrarme, para otra vez ponerme en “modo hormiguita”, hora a hora, día a día, invirtiendo vacaciones, semanas sin sueldo, domingos, festivos, mañanas frías, tardes de biblioteca, noches solitarias, otra vez luchando contra la maldita cabeza, contra los miedos, los imprevistos, las derrotas, las emociones, los contratiempos, los desánimos, otra vez, otra vez, otra vez….todo otra vez durante cinco largos, inacabables y duros meses.

Pero también ocurrió que atendí adecuadamente a mi instinto, recuperé mis pautas, mis manías, mis disciplinas, mis protocolos y llegó el primer examen y lo aprobé, y luego el segundo examen, y lo superé. Así que tocó volver a continuar luchando por este sueño e ir a por el tercer examen. Fue el 23 de Febrero de 2.020, justo semanas antes de una ignorada pandemia mundial que nos alteraría toda la vida tocaba desplazarse de nuevo a Barcelona. El 13 del 11, tras más de nueve meses de espera salieron las notas y ha ocurrido… otra vez: objetivo cumplido.

Hoy, 23 del 12, mientras escribo, escucho de nuevo ese replicar de las campanas de la iglesia como lo hacía en esas largas y solitarias tardes de invierno. Ahora miro de nuevo el cielo nublado a través de la ventana. Todo parece igual por unos segundos, pero no, no es lo mismo. Ahora se que una década de proyectos se ha cerrado, se ha acabado, con un resultado que ni en el mejor de los planteamientos podría haber previsto tras una lucha incansable y que durante mucho tiempo pareció no tener fin. Ya no quedan asuntos pendientes en este terreno, ya no quedan espinas clavadas. El sabor de la derrota, ese que tantas veces probé y llegué a pensar que formaba parte de mi ADN, resultó particularmente didáctico, pero el sabor de la victoria es dulcemente embriagador e infinitamente más satisfactorio, y ahora se de qué pasta estoy hecho aunque me cueste creerlo a veces.

Gracias de nuevo, como hace diez años y como no, a Aula Malacitana por acogerme siempre en el último momento y hacerme un hueco en su casa, en su historia, de la que me siento parte. Ya no descubro nada. Esta vez fue igual de duro y no hubo tanto tiempo, pero no existe objetivo frente al que una voluntad inquebrantable y decidida pueda resistirse.

Gracias a tí, cuando leas esto, que te reconoces, por tu impulso, por contar, por estar.

Y ésta nueva victoria de mi vida que ahora saboreo, se la dedico a mi abuelo, que tanto me enseñó de letras y números y que hoy sí, estaría orgulloso de mí; y a su hijo, mi padre, que por desgracia nunca estuvo; y a mi madre, que siempre está. Pero especialmente me la dedico a mí que me toca soportarme y superarme cada día de mi vida para, poco a poco, ir aprendiendo a quererme, disfrutarme y valorarme más. A mí, sí a mí, al único que sabe realmente cuánto sufrí, cuánto lloré, cuánto empujé, cuánto superé. A mí, orgulloso de mí, sí de mí, por mi instinto, por mi voluntad inquebrantable, por mi desconocida fortaleza en los peores momentos, por mi constancia, por mi resiliencia, mi disciplina y mi templanza. ¡Ole mis cojones!

P.D.(1): Una vez, en un recodo de un sendero cualquiera del Camino de Santiago encontré pintada una frase: «Dont´t stop walking». Esa frase me la grabé a fuego en mi cabeza y en mi alma y desde entonces se convirtió en mi mantra particular en los peores momentos académicos y vitales.

P.D.(2): Lo mejor es que lo mejor está siempre por llegar.

El horizonte de sucesos.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , , , , , , , on 27 noviembre 2020 by Jdcc

Qué delgada, qué fina y qué inapreciable es la línea que separa algunas cosas de la vida, ¿verdad?. Qué delgada y qué fina, como la piel que nos mantiene aislados del mundo. ¿Sabían que la piel es el órgano más grande del cuerpo humano? Seguramente la mayoría desconozca incluso que está considerado como un “órgano”. Su grosor medio suele ser de un milímetro, aunque según la zona puede oscilar entre el medio milímetro y los cuatro. La piel actúa como termoregulador, es uno de los principales órganos sensoriales y protege al organismo de todo lo que le rodea, de todo el espacio exterior…..sólo un par de milímetros separan el interior de nuestro cuerpo del resto del universo, ¡vaya milagro!.

Qué delgada, qué fina y qué inapreciable es la línea que separa algunas cosas de la vida, ¿verdad?. Como el amor del odio; como la frontera imaginaria de los países, como la vida de la muerte, como la verdad de la mentira.

Una mentira es como un rayo de luz en un agujero negro. Según Stephen Hawking (1), un agujero negro es un conjunto de sucesos que ocurren durante el «colapso gravitatorio» de una estrella, en una región del espacio tiempo, desde donde nada -ni siquiera la luz- se puede escapar y alcanzar a un observador lejano situado al otro lado. Su frontera se denomina «horizonte de sucesos» y coincide con los caminos de los rayos luminosos que están a punto de escapar del agujero negro pero no lo consiguen y nunca lo conseguirán. Luego, incluso, podría darse lo que se denomina una entropía, un aumento de ese horizonte de sucesos -esa frontera- cada vez que cae materia en el agujero negro. Cualquier persona que miente a otra la empuja a través de esa frontera, a ese horizonte de sucesos de donde ya no se puede escapar. Las personas que alimentan las mentiras, producen una entropía con cada una de ellas.

En el otro extremo, como símil de lo que se conoce como hipótesis débil de la censura cósmica, tenemos a la persona que sufre la mentira. Ésta, protege al observador que se queda fuera del agujero negro -el que miente- de las consecuencias de las crisis que, ante cualquier predicción, tiene lugar, pero ya no puede hacer nada por aquel al que empujaron al horizonte de sucesos.

Por suerte, según Stephen Hawking, los agujeros negros podrían detectarse -y por tanto evitarse- porque, aunque no emitan ninguna luz, se hacen notar gracias a la fuerza gravitatoria que ejerce sobre los objetos cercanos. Es decir, se les identifica por las cosas que le rodean. Por ello siempre es mejor evitar acercarse a uno de ellos porque de lo contrario, serás hecho añicos por la diferencia entre las fuerzas gravitatorias en los extremos más lejano (las verdades) y los extremos más cercanos (las mentiras).

Dado que en los últimos meses he estado afrontando -otra vez- una de esas eternas rectas finales voy comprendiendo que la vida no tiene rectas finales, que es la forma en la que afrontas las cosas lo que hace el camino más o menos empinado, recto o curvo. Pero ocurre que cuando vives por primera vez lo que nunca viviste, el corazón siente por vez primera lo que nunca sintió.

Me ha costado mucho entender esta mecánica de la vida, esta mecánica del corazón, donde las mentiras, por ejemplo, lo que esconden en el fondo de sus profundas y oscuras sombras son grandes verdades que tememos afrontar y reconocer así como en la mecánica cuántica cada partícula tiene su antipartícula con la que podrá aniquilarse en un destello luminoso. Y es que “cada mentira que decimos supone una deuda a la verdad, y tarde o temprano esa deuda se paga” (2).

(1) “La historia del tiempo”, S. Hawking; páginas 121 y ss.

(2) Valery Legasov, en su discurso en el juicio por la catástrofe de Chernobyl.

Carreteras secundarias.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , on 6 septiembre 2020 by Jdcc

Hay personas a las que les gusta llegar rápido a todos los sitios, por eso no buscan carreteras secundarias. Esas prefieren las grandes autovías con muchos y anchos carriles donde se puede uno agarrar fuerte el volante y alcanzar altas velocidades que te lleven cuanto antes allá donde uno va. Y es que hay gente a la que le gusta reducir los tiempos y los tránsitos para alcanzar sus destinos sin retrasos, sin interrupciones, sin altos en el camino y sin paradas improvisadas que distraigan el objetivo. Y eso puede estar bien, hay personas y momentos para todos los gustos. Sin embargo, últimamente soy más de buscar a propósito carreteras secundarias donde dejarme llevar para perderme, descubrir y encontrarme los momentos y los lugares que no estaban previstos en los mapas. Esos caminos alternativos y menos señalizados que se adentran por lugares poco transitados donde se respetan otros tiempos, otros espacios, los silencios y las esencias de las cosas. Suelen ser caminos estrechos de asfalto raspado donde debes prestar atención a cada curva, a cada recta, a todo cambio de rasante. Suelen ser caminos alternativos donde sorprenderse con perfiles sin moldes y horizontes inquietos ante grandes montañas, grandes valles, grandes bosques, extensos desiertos o mares infinitos, caminos todos que te hacen conectar con el mundo, con la vida, contigo. Son las carreteras secundarias, como alternativas a las grandes autovías por las que a menudo circulamos cada día. Yo busco otra forma de conducir como si fuese otra forma de vivir, lejos de las prisas, de los lujos, de los estereotipos, de los momentos impuestos y de las pautas marcadas pero cerca de los pequeños instantes, de los latidos, de las miradas encontradas, de las sonrisas cómplices, de las lentas y suaves caricias. La vida surge en las carreteras secundarias, cerca de mí, cerca de tí.

 

La vida surge en las carreteras secundarias…

Simplemente ahora…..

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto on 18 junio 2020 by Jdcc

Resulta breve, espontáneo, hermético y profundo el despistado momento en que afloro del sueño inesperado e improvisado. Tras los primeros segundos aturdidos noto las lejanas voces de la gente,el cosquilleo de la arena en los pies, el perfume a salitre, la luz intensa y cegadora y el sonido constante, tranquilo e hipnótico de las olas del mar que resulta dulce y acompasado como el mecer de una cuna.  Todo parece estar bien. Por un momento no hay fantasmas del pasado , ni dudas permanentes ni miedos del presente. Estar vivo y sano son los pilares básicos de todo esto pero la tranquilidad de espíritu resulta, a menudo, una cuestión lejana de percibir dentro de los vaivenes cotidianos. Son unos agradecidos minutos de infinita serenidad donde no hay más nubes que las que cuelgan sobre la perfecta línea del horizonte. Este es mi lugar. Esta es mi patria. Esta es mi conquista. Aquí clavo mi bandera.

 

De las grandes cosas a las pequeñas.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , on 18 May 2020 by Jdcc

No. No fue como la esperé. Es cierto, me confieso. Pero también es cierto que con el tiempo, uno aprende a vivir mejor con lo que tiene y con lo que le viene intentando no necesitar caminar siempre con esa mochila tan grande con la que a veces tiramos de cosas pendientes, de errores, de torpezas, de carencias, de exigencias, de frustraciones, de anhelos, de esperanzas, de tropiezos, de desengaños, de deseos, del futuro que nunca llega. Todo pesa demasiado en ocasiones para un viaje largo, y yo prefiero viajar ligero con el equipaje de mano de las cosas importantes.

No. No es como la pensé. No he podido viajar ni por España ni al extranjero, ni tachar de la lista algunas de mis ciudades pendientes, no he podido hacer esas ansiadas rutas de senderismo ni esas escapadas de fin de semana en moto, ni tampoco disfrutar de las tardes primaverales de Cabo Pino ni de los atardeceres mágicos desde las Dunas de Artola. No he hecho nada de eso. Pero con el tiempo, en este tiempo, sí he hecho otras muchas cosas que nunca pensé y he aprendido a ver y sobre todo a valorar un tesoro de infinitas cosas pequeñas que se esconden detrás de todo lo grande y que se muestran dejándose ver a quien se detiene a observar. Lo que mejor huele de todo el gran árbol es la flor pequeña que surge de la rama que cuelga; lo que mejor sabe es el fruto que nace después.

No. Esta primavera tan larga como un invierno no es la que soñe, pero es la que es, y simplemente es la mejor que puedo tener. Y cada día es para mí un regalo que descubrir.

                   Un mágico atardecer en las Dunas de Artola

El sitio de mi recreo.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , on 4 May 2020 by Jdcc

Todos tenemos un lugar, un rincón, una plaza, una calle donde solíamos jugar de pequeños, al menos aquellos que tenemos cierta edad y cuya infancia no crecía más que entre el asfalto y el albero con los pantalones remendados después de la merienda.

Todos tenemos aquel lugar donde dejamos nuestras primeras huellas despegando a la vida a través de la adolescencia. Todos tenemos ese rincón donde nuestros labios descubrieron el primer tacto nervioso de otros labios, donde nos abrazamos a las primeras risas de los amigos -aquellas incondicionales e inocentes-, donde lloramos, donde sufrimos, donde alimentamos frustraciones, donde nos enamoramos en algún momento, donde nos construimos como seres humanos.

Todos tenemos esos rincones donde dejamos una parte, no de quienes fuimos, sino de quienes somos; allí, ahí, atados al espacio y al tiempo. Y al menos a mí me ocurre que al transitar por algunos de ellos de forma ocasional como hoy, todo parece detenido cual fotografía, y me recreo en las imágenes de mi memoria y en los sonidos que asaltan atados a esos recuerdos y siento que algo sigue allí, ahí, inamovible, inmutable, permanente, como si aquel niño que fui -que soy- y aquel chaval que fui -que soy-, le hablara hoy al hombre que soy -que seré-; y esa conversación es pura congoja en la garganta y un tremendo pellizco en el corazón, tan intenso que me cuesta retener esa tímida, temblorosa y sensiblona lagrimilla cobarde. Entre ellos parece que hablaran de mí, o conmigo, durante esos instantes, como viejos conocidos.

Todos esos lugares son un tesoro perdido para la mayoría. Yo me alegro de mantenerlos en algún lugar y de rescatarlos de vez en cuando a pesar de ser tan extraña esa mezcla de sensaciones y el desgobierno de emociones que provoca. Por otro lado, también ayudan a situarte entre aquellas viejas expectativas pasadas, las presentes realidades cotidianas y el futuro incierto que se escribe cada día en otros nuevos lugares.

» De sol, espiga y deseo son sus manos en mi pelo,

de nieve, huracán y abismos,

el sitio de mi recreo»

(Antonio Vega)

Siete años sin primaveras.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , , , , , on 27 junio 2019 by Jdcc

En las últimas dos semanas me vengo acordando mucho de mi último trayecto por el Camino de Santiago; llegando a Muxia, cada paso era una profunda e intensa tortura por constantes pinchazos de dolor en las dos rodillas por un incidente durante el trayecto y que me hizo estar a punto de abandonar en las últimas etapas. Se que alguien a esto me hubiera dicho: “si no consigues acabar no pasa nada”, pero esa lección de aceptación de la derrota (incluso no verlo de ese modo) es algo que aún me queda por aprender como tantas otras cosas.

Ese día, mientras bajaba la última montaña, ante el insoportable dolor pregunté a unos hombres que estaban trabajando en el bosque cuánto podía quedar: me dijeron “unos diez kilómetros”. Cojo de las dos piernas mi moral se hundió como un cuchillo en la mantequilla. Mi cabeza explotó haciendo cálculos mentales sobre velocidad del paso, horas transcurridas y algo no me terminaba de cuadrar. Al poco me encontré con otra cuadrilla y ante mi absoluta desesperación volví a preguntar: esta vez me aseguraron tras insistir que “aún faltan unos tres kilómetros”. Mi ánimo dio un vuelco radical. Al poco un cartel me confirmó esta última información y ya iba viendo el mar y el pueblo a lo lejos. No me lo podía creer. A pesar del dolor en las rodillas que arrastraba desde hacía días me empecé a decir a modo de mantra: “ya está ahí, ya está ahí, no te rindas ahora, no dejes de caminar, no dejes de caminar, sigue adelante…”. Cuando encontré el albergue la sensación de satisfacción fue inmensa y directamente proporcional al alivio que sentí en mis piernas…..nunca olvidaré ese día ni el atardecer junto al Santuario Virgen de A Barca. Cualquiera que tenga oportunidad debería ir a ese lugar y sentarse a ver dormir el sol en los brazos del mar.

Escribo estas líneas en la madrugada del 26 al 27 de Junio. Hoy tocaba trasnochar con alguna cerveza para celebrarlo. Sin duda un día que quedará marcado para mí.

Hace siete años, tras aprobar unas oposiciones, decidí embarcarme en el reto personal de sacarme una carrera, y con ella, una espina clavada en mi orgullo personal. Por circunstancias que no vienen al caso elegí la UNED para ello.

Para alguien como yo que nunca tuvo voluntad ni constancia para estas cosas, suponía enfrentarme a un fracaso anterior. Pero empecé a caminar.

Aún puedo saborear cuanta frustración sentí en los comienzos por la falta de información y la inmensa soledad que puedes llegar a sentir en este universo “unediano”. Hoy recuerdo todas las tardes dedicadas, los libros resumidos, todas horas delante de los apuntes y el ordenador, todos los kilómetros recorridos desde mi casa al trabajo, del trabajo a la universidad y de la universidad al hogar. ¡¡Cuanto esfuerzo por dios!!. Por suerte mi compañera de vida supo tener la paciencia de soportarme, enseñarme, motivarme, cuidarme e inyectarme todo aquello que me faltaba. Sólo nosotros sabemos cuantos jirones de nuestras vidas hemos dejado por el camino. Nunca tendré gratitud suficiente.

     Muchas personas aparecieron con el tiempo. Suficientemente importantes para reflejarlos, excesivamente en número para nombrarlos (te reconocerás en mayor o menor medida si leyendo esto sabes de qué estoy hablando, porque por insignificante -o importante- que haya sido, me aportó…..no te quepa duda). Pero al final es un camino que afrontas sólo. Sólo. Y tocó enfrentarse así a todos los miedos, las carencias, las inseguridades, las sombras, los malos momentos, sacando a veces fuerzas de donde no las había. Y tocó llorar mucho algunos días delante del espejo y gritarse a uno mismo para poder seguir adelante acompañado tan solo de alguna canción motivadora de fondo. Pero todo eso al final te hace fuerte.

Es muy posible que en el futuro eche cosas de menos. Mi miedo a fracasar y la autoexigencia me lo hacían pasar mal en la época de exámenes. Lo peor, estar siete primaveras sin caminar entre sus flores ni disfrutar de ese clima perfecto, verlas a través del cristal y dejarlas pasar entregado a un reto. Siete primaveras. Dicho ahora, parecen pocas, vividas día tras día parecieron eternas en el silencio del cielo de las negras noches oscuras y solitarias.

Y hubo momentos de flaqueza, de dolor, de estar al borde del abandono….. pero es que un día de hace unos años me prometí que “en este vaivén de planes sin marcar….. no hay colisión, ni ley, ni gravedad que te pueda hacer caer aunque tiren a dar (1)”, y por eso seguí y seguí, paso a paso, día a día, hora a hora, minuto a minuto, con la misma voluntad inquebrantable del día de Muxia, hasta el día de hoy.

Y hoy miré la plataforma “ALF” de la Uned y resultó que sí, que un día todo acaba, y que acaba bien….. pero que duro fue dios, que duro fue…..aunque seguro que el recuerdo será siempre más dulce que ese día a día, como aquel atardecer en Muxía.

Orgulloso de mí, GRACIAS a todos.

(1).- Verso de la canción «Lo que te hace grande» de Vetusta Morla.

Casi un año después…..

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , , , , , on 16 diciembre 2018 by Jdcc

…ya os digo que me ha costado aprender que la vida no tiene nada que ver con las matemáticas.

Me ha quedado claro, muy claro. Igualmente claro como que todo llega en las infinitas coordenadas espacio-tiempo (lo bueno, lo malo, lo mejor, lo peor y lo increíble) cuando menos te lo esperas con una alternancia misteriosa y semejante a esas épocas del año en que el tiempo de los días se vuelven traviesos con el frío y el calor, el calor y el frío, confundiendo a los fondos de armario y despistando tan “interesantes” conversaciones cotidianas de oficina y ascensor.

Por eso, de un tiempo a esta parte voy aplicándome a nuevos pequeños hobbies cotidianos que me proporcionan, en ocasiones, transitorios y alternativos placeres y escozores de conciencia que ayudan a alumbrarme la tendencia a asimilar cómo las cosas que te ocurren siempre sirven para mejorar algo. SIEMPRE, como nudos atando realidades a los sueños si bien, la cuestión es saber anudar.

Algunos días levanto la vista y miro al cielo como si fuera un infinito pozo de luz y de silencio. Durante un rato, simplemente contemplo las nubes bajo ese azul radiante inventando formas y observando cómo pasan, cómo se alejan, cómo chocan entre sí, cómo corren entre ellas entremezclándose o cómo huyen confundiéndose. Como ellas y con ellas, a veces me radiografío tanto de piel hacia dentro como de piel hacia fuera, y llego a la comprensión profunda de que los pensamientos, las emociones y los sentimientos que muchas veces nos arroyan (incluyendo los negativos) son pasajeros. Vienen y van, y en última instancia se puede elegir si actúas sobre ellos o no pudiendo incluso mantenerte alejado para llegar al punto de ver que en el fondo nadie nos enfada, nos enfadamos nosotros cuando renunciamos a dibujar nuestra propia actitud; que el miedo, la vergüenza y la culpa (que nace de tanta exigencia) nos somete durante toda la vida bajo el efecto sombra si no te decides un día a pararte, darte la vuelta y afrontar la peor de las batallas contigo mismo.

Por ello, acabo reconociéndome como mi peor enemigo y mi mejor aliado de donde surgirán todos los problemas, pero a la vez, SIEMPRE, todas la soluciones.

 

Un infinito pozo de luz y de silencio

Un infinito pozo de luz y de silencio


Luces rojas, luces blancas.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto on 30 noviembre 2017 by Jdcc

..Un parpadeo prolongado más de lo habitual cuando viajas en moto a gran velocidad no es muy recomendable, pero a veces es la única forma que tienes de frenar y mantener a raya esas lágrimas que se despiertan, que aparecen, que se desbordan y se derraman por el contorno del ojo y que caen lentamente recorriendo la mejilla mientras se enfrían con el viento que se cuela en el interior del casco y que va cavando un surco húmedo en el rostro….. pero como las cosas de la vida, a veces no puedes hacer mucho más que apretar los puños y resistir……. Y todo, entre otras cosas, porque se empaña la visión de las luces blancas y sobre todo de las luces rojas, únicas compañeras de viaje.

Ellas, las luces, como la luz de los faros, tan necesaria para los marineros que navegan de noche en el mar y que tan desapercibida pasan para quienes deambulan en tierra como quienes caminan por los contornos de mis días, son ahora como los momentos que transcurren en la sinuosa carretera de mi vida. Unas se cruzan de frente, deslumbrándote y doliéndote, otras se aproximan despacio y suavemente en la oscuridad de la noche mientras te marcan el camino y el próximo giro y todas juntas, ahora que intento ir aprendiendo a ser mi propio puerto, me sitúan desplazándome, deslizándome, esquivando, acelerando y frenando haciendo de mis manos y mis pies artes de titiritero para continuar mientras quede combustible en el depósito.

Mientras pasa el momento sólo hay oscuridad, pozos de silencio, olor a fuego de chimenea en el ambiente y tierra mojada, frío y soledad, mucha soledad….todo esto mientras pasa el momento en que la visión ya no se empañe….. que pasará, porque como todo, pasará.

Insomnio.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , on 31 julio 2017 by Jdcc

Llega el momento, ese precipitado instante que pondrá final al día de hoy e intentas buscar, encontrar y adaptarte al estado de ánimo necesario para dormir. Ese estado de cansancio o relajación que concilie un pretendido y necesitado sueño reparador, pero que ya intuyes tras ese segundo, que no va a llegar, y esa mala predisposición ya comienza a fastidiarte.

Por eso, decides tal vez poner en marcha lo aprendido: soltar la respiración, relajar la musculación, aflojar la tensión que cuelga después de haberte incluso relajado, y te sorprendes de cuanto queda siempre detrás de lo que aparentemente no se percibe, allá donde aparentemente no queda ya nada.

Sin querer queriendo te cruzas sin buscar y encuentras la hora del reloj una y otra vez donde los minutos ya han cambiado sus reglas del juego, rompen su orden y se desacompasan contigo.

De repente, prestas atención a todo lo que te va llegando sin querer y sin quererlo. Los grandes silencios de la noche resaltan entre todos los pequeños ruidos de lo que queda vivo aún, y se van quebrando todos ellos con el lejano ladrido del perro, el brusco portazo, el eco de unos pasos desconocidos que acompañas hasta que van alejándose y desapareciendo poco a poco, el crujir de algún mueble, el tic tac lejano del reloj. Se va enturbiando todo como el agua estanca de un arroyo con un grito inadecuado e inoportuno, y parece multiplicarse la presencia del temblor de los motores de los coches y el roce de sus neumáticos al rodar y girar con el asfalto aún recalentado; el antes inapreciable murmullo del ventilador del techo también susurra desde su sombras aunque el aire que remueve ya es insuficiente para mitigar la sensación de calor. Los pensamientos empiezan a empaparse y se empastan con el aire removido.

Y el tiempo parece seguir frenándose aún más para alargar la madrugada, y aunque quieras engañarte el reloj se alía con esa sensación de lentitud anciana para fabricar el insomnio, pero eliges seguir luchando contra él aún sabiendo cual será el resultado.

Y es cuando comienza el inventario de pensamientos, el decálogo de emociones cotidianas, el listado de asuntos pendientes, y es cuando acuden todos los fantasmas; y ya no queda otro remedio, toca enfrentarse a todo en ese campo de batalla negro y apagadamente escandaloso de tu cabeza: pasado, presente y futuro se entremezclan confusamente en una ficción tan absurda como irreal para mirarte cara a cara cual espejo y enfrentarte a quien fuiste, a quien eres, al lugar donde estas, al que quieres llegar, a todo lo que querrías cambiar y cómo pretender accionarlo. Pero todo es demasiado grande para este insomnio y en este momento de la batalla te sientes ya vulnerable, derrotado y aquí no hay ya valentía ni habilidades más allá de aceptar dejarse atravesar y abandonarse, las ganas se esfuman, el desánimo aflora, la derrota se intuye y entregas las armas. No decides nada, tampoco haces nada ya.

Y, tras ello, cuando menos lo esperas, sin saber cómo ni en qué momento exacto, descubres agrietados los ojos y pesados los párpados, y la luz, antes aliada, comienza como a dolerte y a cegarte; y se cuelan como una mariposa, el cansancio y lo que parece sueño en un momento de paz que saboreas en cada resquicio de la oscuridad absoluta y solitaria que te envuelve; y un leve y frágil escalofrío que alivia este momento presente; y tu recuerdo, tú, completamente, como presente, tú, tal cual eres; y ahora, desnudo como ante un mar en calma y de aguas templadas nadas el sueño como en el momento exacto en que la piel entra en contacto con ese mar, y se produce una simbiosis perfecta de temperaturas y texturas…… y todo está bien, todo se reconforta, todo fluye, saboreas la serenidad, y ya no cuenta ni existe miedos ni tiempo.

Y al final, como una noche de vigilia, como todo, todo pasa, y esto también pasará, esta lucha entre querer y no poder, entre poder y no querer en los días del insomnio del sueño de mi vida, de toda mi vida que me queda por vivir. Y todo estará bien.

 

Cartier-Bresson, Henri - The Red List - (Italia 1.933)

Henri Cartier-Bresson –  (Italia, 1.933)

«…..y ahora, desnudo como ante un mar en calma y de aguas templadas nadas el sueño como en el momento exacto en que la piel entra en contacto con ese mar, y se produce una simbiosis perfecta de temperaturas y texturas…… y todo está bien…..»

Los cristales rotos.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto on 3 marzo 2017 by Jdcc

Desde la oscuridad de esta noche y de esta soledad de estrellas, desde las horas robadas al sueño, entre mis catedrales de silencios que son estos ratos de las madrugadas en las que uno se sienta a contemplar este mar de pensamientos, de sentimientos y de sensaciones; entre estas aguas donde navegan esos barcos de esperanza que alimentan nuestros sueños presentes y futuros, atracados y anclados en aquellos diques de nostalgias, desde aquí, desde donde todo parece dispuesto para zarpar y alejarnos de aquellos puertos de la memoria que nos atrapan en un pasado que a veces nos retiene y otras nos empuja hacia adelante, que a veces nos acompaña y otras nos abandona, que muchas veces nos tortura y otras, a veces, nos consuela….. desde aquí, todo se detiene.

El mundo duerme ajeno a mi desvelo, respira sereno, entorna los ojos, se confía, tiene saudade conmigo.…. desde aquí, todo es diferente. Las vidas se disipan entre el sueño y la vigilia y se escurren entre los pedazos de corazones rotos como el agua entre las manos, como el tiempo entre las horas.

Utopía significa “en ninguna parte”, y nada encuentro más triste que un desencuentro. Todos ven lo que aparentas, pocos ven lo que eres. No creas todo lo que crees porque en el tránsito hacia una nueva etapa todo se oscurece, y de entre la máxima oscuridad se accede a la luz donde el verdadero modo de conocer el camino al paraíso, es conocer el que te lleva al infierno.

Existen muchas cosas que ocurren muy despacio, y en ocasiones el dolor será inevitable pero el sufrimiento es opcional.

Ahora, en este instante detenido y lejano, sólo existe un tic-tac goteando en mitad de un silencio oceánico que todo lo envuelve y todo lo arrulla, que todo lo puede, que todo lo transforma hasta permitirme navegar por esa mar que es la serenidad de los momentos por vivir, tranquilidad de los deseos, sosiego de los sueños, salitre y arena con el que en pocas ocasiones uno tropieza.

Ahora el mundo para quien lo quiera que a mí me espera una mañana distinta en el mismo amanecer, con otra luz del mismo sol y otra brisa del mismo mar porque tras caminar descalzo sobre cristales rotos, ya no hay retiradas ni asuntos pendientes, toca dejar volar el miedo, respirar profundo, remar sin vientos, continuar el dibujo de puntos y, encontrando tu mano, partir en busca de lo que será.

Ahora….. ahora….. ahora, será el tiempo y el adverbio.

plano-dividido

 

Pasiño a pasiño…..Ultreia!!!…Et suseia!!!

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , on 27 noviembre 2016 by Jdcc

Voy a contarles algo que no se puede explicar porque -gracias a Dios….y Dios es el nombre de muchas cosas- aún existen momentos en la vida que solo pueden ser vividos y percibidos cuando suceden y mientras suceden, y no sirven ni las palabras, ni las fotografías, ni los vídeos de los móviles.

Hoy hace justo dos meses que volví de mi peregrinación al Camino de Santiago.

Alguien me contó que el espíritu del camino te posee antes incluso de empezarlo, antes incluso de que hayas tomado la decisión de viajar, y es cierto. También he oído decir que uno casi siempre viaja “huyendo de….” o “buscando a….”, y creo que, en parte, también es cierto si tienes demasiados asuntos pendientes o si te percatas de cuánta vida se le escapa a uno en el día a día.

El Camino de Santiago es un viaje distinto, un universo de sensaciones y experiencias cotidianas diferentes. Es un mundo construido con pasos desconocidos, pero pasos inolvidables; fabricado con los marcados acentos de todas las voces del mundo que viajan contigo, y de cómo ese acento nos delata, nos revela y descubre, de cómo nos identifica y nos une; pintado con las nieblas al amanecer que tanto esconden como descubren los bosques y senderos que te guían, y rellenado con el susurro del viento que recorre las copas de los árboles; un viaje amasado con el cansancio y el peso de la mochila como alegorías de cualquiera de las almas peregrinas repletas de ampollas y tiritas, personas todas ellas absolutamente desconocidas para tí que formarán parte de tu experiencia pero a las que, contradictoriamente, no volverás a ver en el resto de tu vida.

Sorprende el efecto anestésico inicial del Camino. Sin embargo, llega un momento cuando menos te lo esperas -que es una serendipia-, en el que la anestesia desaparece de repente y te descubres abierto en canal al dolor que se lleva tapado; y es entonces y sólo entonces, en esa soledad abrumadora, cuando empiezas a sanar, a desprenderte de todo lo accesorio, a soltar, dando pie a comprender que en esas zonas inexploradas de tu alma te encuentras tú, en la forma más simple que te puedas imaginar, como si fueras otro ser humano que sólo ha encontrado su salida al ir pisando la hierba que hace nacer el sendero. Tras ese instante empiezas a dejarte llevar, y de forma automática, a recibir sensaciones que no se pueden comprar, tan pronto tumulto de voces tan pronto silencio absoluto quebrado sólo por el ruido de tus propios pasos al caminar, y es en esos momentos en los que uno se va topando con todas las respuestas que andaba buscando, clavadas en los silencios de las sombras de los árboles, en las piedras del camino, en los pasos cansados, en la sed de las cosas, hasta un instante en el que no quedan ya preguntas por hacerte y, simultáneamente, aprehendes la diferencia entre lo que crees que necesitas y lo que realmente necesitas, y es cuando aunque creas perder el rumbo por un segundo, te detienes, respiras profundo, entornas los ojos, y descubres sin saberlo haber obtenido la habilidad de encontrar entre las rocas, entre los postes, entre los árboles, las señales escondidas que antes no veías y que guiarán tu camino en forma, esta vez, de flechas amarillas.

El Camino es el viaje donde no existe más principio que aquel lugar de donde sales, ni más destino que aquel al que pretendes llegar antes de caer la tarde, ni se cuenta tiempo distinto que el ahora, ni otra intención que la siguiente zancada. Ese misterio aporta fuerza y alivio, junto a la sabrosa complicidad total y absoluta que surge entre los peregrinos, tal vez por el recíproco conocimiento de que todos libramos día a día una batalla de la que nadie sabe nada.

¿Cuántas de las cosas que te rodean día a día crees realmente que son necesarias o imprescindibles?¿Cuánta distancia te hará falta recorrer para encontrar la respuesta?

Para ese viaje, para todo aquel que lo emprenda, vaya a donde vaya, solo dos palabras:

               ¡buen camino!.

 

Don´t Stop Walking!!!

Don´t Stop Walking!!!

 

Balcones al mar, ventanas a mi alma.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , , , on 21 agosto 2016 by Jdcc

Deambular varios años entre bachillerato de ciencias y bachillerato de letras, no fue buena cosa por aquellos años. Hoy, sin embargo, me aporta un equipaje lleno de diversidad. No hay nada como una buena clase de filosofía temprana para abrir, despejar, encauzar y airear una mente juvenil -algo torpe pero inquieta- y así poder intentar escudriñar el alma de las cosas; en el otro extremo, no hay nada como una clase de física y química para entender el mundo invisible que ocupamos y atravesamos todos los días.

Una de mis renovadas aficiones en este extraño verano que atravieso descansando de los exámenes entre otras cosas, ha sido volver a la playa a caminar por su orilla mediterránea a través del silencio cómplice y anónimo de las ineluctables pisadas en la arena, descubriéndome, en ocasiones y sin entender por qué, haciéndolo de forma apresurada, hasta que he ido poco a poco rectificándome y aprendiendo a no caminar con prisas.

Cada uno de estos días en los que he ido contemplando el mar -que siempre estuvo ahí, que jamás se fue y que jamás se irá-, descubro que nunca antes me detuve a mirarlo, verlo y observarlo como ahora lo hago y, al tiempo, a oírlo y escucharlo con tanta paciencia y detenimiento. Ya sea cuando está en su estado natural de calma o cuando, bravío y enfadado, estalla contra las rocas, pretendo iluso acercarme sigiloso a su alma lunática y comprender el misterio del influjo de la luna sobre las mareas. Y es entonces cuando me asombra descubrir cómo respira el mar, cómo se le hincha su alargado pecho hasta la perfecta línea del horizonte, o cómo resopla embistiendo fuerte entre los acantilados.

Acabo siempre atrapado, absorto, mecido, serenado con cada ola, rescatado al fin, recibiendo sus caricias en forma de bruma y brisa en mi pelo y sobre cada poro de mi piel. Y es en ese momento cuando se me revela que pretendí engañar a mi alma salada y yodada durmiendo con los ojos cerrados y soñando con los ojos abiertos vistiéndome los pies descalzos de arena. Me engañé pretendiendo ser roca, cuando yo siempre quise ser el mar. Hoy lo se, me doy cuenta, y me lo recuerdan también en secreto la luna que rehíla por las noches y las gaviotas que planean sobre mí desde cada balcón abierto al mar mientras alzan su vuelo sobre el horizonte azul del cielo donde el viento invisible, al contrario de lo que se pudiera pensar, no las arrastra ni las empuja, sino que son ellas las que se aprovechan de la fuerza de éste para alcanzar el lugar exacto donde quieren llegar.

Cuando uno camina solo y de repente te detienes y alguien habla con voz queda tu mismo idioma, ve con tus propios ojos, te acaricia sin tocarte, te entiende sin hablarte y te escucha en mitad del ruido, regresar luego al resto del mundo no resulta nada fácil.

mar-rehila

“Si estás deprimido es porque vives en el pasado. Si estás lleno de ansiedad es porque vives en el futuro. Si estás en paz es porque vives en el presente”.

 

Primavera en mi jardín, otoño en el corazón. Un verano pendiente.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , , on 9 junio 2016 by Jdcc

Es duro y frío el suelo del porche de casa. Además, noto cómo se sigue clavando en el hueso del culo cuando llevo un rato sentado mirando el jardín, igual ahora que la primera vez que llegué. Para todo existe una primera vez, pero solo una. Contemplar desde esta atalaya con los ojos entornados por la luz del sol que aún persiste sobre la colina el paisaje de campo que se me regala y saborear una cerveza fresca notando la brisa suave, sigue siendo un pequeño placer invariablemente constante: aunque nunca será como aquella primera vez.

Distinguir las cosas importantes de las cosas que importan, fue una de esas enseñanzas que me marcaron para siempre y que forman parte de mí tanto como las manos con las que escribo. Conocer, reconocer y disfrutar del placer de descubrir todas las cosas por primera vez, incluso las más simples y pequeñas y envolverlas con el sabor y el regusto de reencontrarme con ellas, fueron el otro pilar que sostiene la parte de mí que se oculta cotidianamente.

No supe ni podía alcanzar a imaginar qué debía sentirse cuando compras por primera vez una casa y te endeudas para toda la vida queriendo construir un sueño. La realidad detrás del sueño fue, al principio, más agria que dulce y creció entonces un inesperado malestar interno, como un quemazón por dentro. Pero a veces el fuego del infierno termina purificando y sanando algunas heridas, y para cuando eso no ocurre, aparecen los incansables pasos del tiempo, aunque a veces pudieran parecer incompatibles con el reducido tamaño de este corazón, a veces tan vulnerable.

No hay segundas oportunidades para la primera vez de todas las cosas que ocurren, ni para la primera vez de todas las cosas que no llegan a suceder, ni para aquellas que descubres con certeza que están aún por llegar, ni para la magia de los sueños extinguidos de la infancia. Como la primera vez que uno consigue atarse los cordones de los “tenis”, o cuando toca soltarse de la mano de tu madre en el primer día de colegio y al rato conocer al primer compañero. Descubrir el mar. La primera vez que tocó adentrarse, inexperto, en el misterioso mundo de los besos, en el alterado sentido de los botones de las camisas de mujer, en el complejo mecanismo de un sujetador y en el calor de los cuerpos. Como aquellas veces que intentabas sin éxito frenar la luz del alba, queriendo que no amaneciera, pretendiendo ganar tiempo para descifrar y entender el lenguaje secreto que se esconde en las estrellas. El primer café, la primera cerveza, el primer whisky. La primera vez de ver morir a alguien. Perder un amigo. Excavar en el jardín bajo la lluvia para enterrar a tu mascota que te abandonó instantes atrás. La primera vez que te dicen “nunca te fallaré” a sabiendas de que nunca y siempre abarcan, al cabo, un mismo espacio temporal sembrado con semillas de mentiras.

Como una primavera tardía, como un otoño temprano, como un verano pendiente sigo intentando aprender en este permanente despertar de los sentidos. Hoy como aquella primera vez, y otras tantas a lo largo de este tiempo silente, continúo en una simbiosis contemplativa ante este pequeño jardín mientras voy amasando recuerdos con sentimientos que se mezclan en este pequeño bosque de margaritas blancas, moradas y azuladas, de romero, hierbabuena, jazmín, rosas rojas  y tulipanes amarillos. Este pequeño y nimio jardín del mundo. Pero poco, es a veces mucho cuando no se ha tenido antes casi nada tras perder un sueño. En él he descubierto pequeños tesoros de la vida: el agua de la lluvia que alimenta la sed de la tierra; el sol que transforma la savia; o cómo el muro y las rejas, lejos de aislarlo, protegen al jardín. Soy pretérito imperfecto, ellos, pretérito pluscuamperfecto.

No existen segundas oportunidades para una primera vez, lo se, por eso quizás siempre he ido corriendo contemplando los días con el ansia de aprovecharlos, exprimirlos, apurarlos, preocupándome  de que no se me escaparan, aún comprendiendo de forma contradictoria que eran inabarcables e indisponibles: esa fue la lucha, esa fue la batalla cotidiana, esa fue la guerra perdida de antemano. Por eso ahora no hago ya el intento de detener el tiempo y me propongo aprender a caminar para recorrerlo de forma serena para rellenarlo dejando huecos en los recuerdos y alternando espacios en la memoria para la primera vez de todas las cosas que estén por llegar en este verano pendiente.

Camino de ida, camino de vuelta.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , , on 11 abril 2016 by Jdcc

Giro tan solo a medias la llave del contacto del coche, lo justo para que fluya la corriente y poder así bajar las ventanas delanteras. Con ello se rompe el silencio oscuro de la madrugada pudiendo casi captar el fluir de la electricidad a través de este aparente inerte esqueleto metálico. Son solo unos breves segundos infinitos.

Antes de comenzar la marcha el frío ya ha inundado el habitáculo de una forma tan precipitada como esperada, pero lejos de inquietarme me regocijo inhalando ese frío que viene mezclado con el frescor de la hierba del campo, el aroma de un beso de jazmín y las últimas bocanadas de humo de los rescoldos de las chimeneas. En lo que dura esa inspiración pretendo, iluso de mí, adivinar lo que queda del día y lo que él me tiene preparado. Es un placer cotidiano que se envuelve cada mañana de cada día con la añoranza del salitre y el rumor de las olas del mar tan distantes y lejanas hoy día de mí.

Hago girar la llave ahora por completo y la mantengo así el tiempo necesario para arrancar. A partir de ahora, el coche recorrerá el asfalto cotidiano casi de forma automática, y con él me lleva, y con él me voy, y ambos decimos adiós. Todo se inicia para un día que va en busca de algún destino escrito con tinta deleble, al igual que las noches van en busca de sus mañanas o tal y como algunos sueños nos traicionan y se abandonan a una vigilia que se anticipa inevitablemente larga.

Mientras desciendo por la carretera voy oteando el horizonte, ese que se aleja mientras intento alcanzarlo, y consigo percibir con las primeras luces del alba el viento azotando los campos de trigo y el movimiento de las hojas de las ramas de los árboles; consigo sorprenderme de cómo el paisaje va permutando en cada curva y en cada recta, y de cómo el cielo se va fragmentando en múltiples formas y colores como un caleidoscopio infinito; consigo tomar conciencia súbita de una sensibilidad profunda donde todo parece encajar perfectamente, y consigo entender cuánta vida real existe detrás de todas las cosas de este mundo, de todas las cosas grandes pero sobre todo me van asaltando como señales toda la vida que surge detrás de todas las pequeñas cosas; consigo reconocerme en ese momento en un lugar donde el paisaje y mi interior se toman de la mano y se tocan serenamente, y es entonces cuando asimilo que algo en mí actúa como bisagra entre ambos, y que el destino puede resultar ser a veces el punto de partida; que el camino de ida puede ser a la vez camino de vuelta, y que cómo la vida, lo que el camino te da, el camino te lo quita. Es entonces cuando me atrapan en algunas ocasiones sensaciones donde coexisten la inquebrantable e inefable dualidad de un bien que se padece y un mal que se disfruta.

Como la senda que conduce a un camino de pasos perdidos alcanzo el final de mi trayecto, a la vez principio, tras haber estado percibiendo todos los sonidos de esta callada realidad al tiempo que pretendía detenerme y anclarme a mí mismo -sin éxito alguno- lejos del tiempo que transcurre sin esperarnos, intentando quizás sublimar al son de un puzzle de expectativas mal ubicadas. O, tal vez, quizás sea simplemente Mercurio en retroceso -y eso son siempre problemas-, o quizás, simplemente, mi alma huyendo de mí a sabiendas de que pretender sentirse vivo es una tarea ardua que ocupa, más que un instante, toda una vida.

Enero

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , , , on 31 enero 2016 by Jdcc

Enero, Lisboa, línea 28, último tranvía del día. A pesar del frío voy sentado junto a la ventana abierta y, a través de ella, al instante, me escapo por las fachadas alicatadas que se suceden en las empinadas calles de Alfama; por entre el enjambre de cables, la luz de las farolas soportando la noche, todas mis saudades, la ropa tendida en los balcones, las promesas pendientes, mis nostalgias renovadas y las realidades que divergen.

La madera del suelo cruje con los pasos de los viajeros que suben y bajan, pero yo no me distraigo. Como uno no escribe de lo que quiere sino de lo que puede, voy recuperando el nombre de todas aquellas cosas a las que fui poniéndole nombre durante este año que acabó hace un día y, ordenándolas en mi cabeza, las alineo junto a las palabras encontradas con sus realidades a las horas y minutos exactos y repetidos. Siempre hay cosas y personas que marcan el paso de una vida.

Es abrupto el camino, son cerradas las curvas, pero todo es cuestión de encontrar la velocidad adecuada para cada tramo, pero yo no me detengo. Descubro que el hecho de haber aprendido estas cosas, solo alimenta las ansias del camino, que solo desvelan lo mucho que me falta, como cuando divisada la luz del faro, de repente, se pierde entre la niebla….. y toca seguir navegando.

Fuerte vaivén por los railes, frenazo en seco, tintineo de campana . Me secuestra otra vez la realidad. Esta vez no me resisto. Toca apearse del tranvía, fin de este trayecto circular como un anillo, es la última parada.

En este instante te guardo despacio entre las líneas del cuaderno. Cierro los ojos, inhalo el momento, comienza otra vez enero.

 

Enero, Lisboa, Línea 28...

Enero, Lisboa, Línea 28…..

Los colores de Ata.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , , , , on 8 noviembre 2015 by Jdcc

De la magia de la radio supe, como tantas otras cosas, a través de mi abuelo. Cuando llegaba siempre me lo encontraba pendiente del “parte de noticias” pidiéndome solícito guardar silencio para poder escucharlas. De la magia de la radio he aprendido y ella, me ha descubierto numerosos misterios, secretos y cosas bellas de la vida a través de su compañía. De una manera u otra, me lleva acompañando –o yo a ella- casi todos los días de mi vida y no pocas madrugadas camino de su mañana acunando mi desvalado sueño. En una de estas, rebuscando entre todo aquello que la vida esconde, fue como supe de los colores de Ata.

Ata, es el nombre por el que lo conocen sus amigos. Ataulfo Casado, su nombre real, y la pintura, su forma de vida, pues se mantiene vivo reinventando los colores para sus cuadros hasta conseguir los más bonitos del mundo, los que solo pueden apreciarse y aprender a reconocerse con los ojos cerrados….porque “living is easy with eyes closed, misunderstanding all you see”. Porque la vida en sí misma es color y luz.

Un papel o un lienzo en blanco son como un mar de ideas pendientes, y cada ola que va y que viene de ese mar imaginario, como una mirada que se cruza y se mantiene cómplice, como aquel lugar donde aún vuelve nuestra nostalgia sin quererlo, como un silencio, como un rumor, una ilusión, un fracaso, un despertar, como la fractura con lo cotidiano, el calor de un abrazo, el sabor de los besos, un estar, una ausencia presentida, un grito, la respiración contenida, un suspiro, una mano que se encuentra al despertar.

De pequeño le enseñaron la diferencia entre ver, mirar y observar.

Ata, fue el copista del Museo del Prado más joven de la historia.

Ata, ahora, es el ciego que enseña a ver a la gente que siempre pasa demasiado rápido por las cosas importantes de la vida……so, living is easy with leyes closed… porque la vida es, en sí misma, color y luz.

Ata, a pesar de su ceguera, sigue pintando cuadros que no será capaz de ver, pero los pinta con los colores más bonitos del mundo, los colores de la vida de quién impregna toda su alma en cada pincelada con el impulso preciso y necesario. Porque la vida en sí misma es color y luz.

Sus ayudantes mezclan los colores que Ata persigue desde la oscuridad más absoluta para sacarlos a la luz y plasmarlos en el lienzo como un instante de la vida detenida que aún le es regalada, pero la mano sobre el lienzo, ese trozo de vida, no admite intermediarios y no se la quita nadie. Porque la vida es, en sí misma, color y luz.

 

P. D. (1): este pequeño homenaje está construido con retazos de aquella entrevista que la radio me regaló esa madrugada, y de otras escritas en prensa.

P.D. (2): para ir más allá de las palabras sencillas y llegar a la lección de vida en solos unos minutos…..

https://www.youtube.com/watch?v=-dM8w3N1AAw ó https://www.youtube.com/watch?v=XsU4oLIoDxQ

P. D. (3): para otras lecciones de vidas llenas de vida que luego descubrí:

https://www.youtube.com/watch?v=Gmg9yg9KpPw

P. D. (4): Así cantaba John Lennon: “living is easy with eyes closed, misunderstanding all you see”….o «vivir es fácil con los ojos cerrados, sin entender todo lo que ves».

Los colores de Ata.

Los colores de Ata.

 

 

I follow the sun

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , , , , , , , , , on 21 junio 2015 by Jdcc

Me reconozco una persona sumamente complicada a veces. Es lo que, entre otras cuestiones, han de soportar quienes me rodean. El otro día me dio, después de darle no pocas vueltas a la cabeza, por comprarme un cargador de pilas recargables con su correspondiente pack de pilas doble AA y triple AAA[1] , como no podía ser de otra forma (véase nota al pie número uno). Esta nueva adquisición me sirvió para poner en funcionamiento otro artilugio comprado con anterioridad y alevosía y no menos complejo para mis cortas expectativas: una especie de walkman[2] (véase nota al pie) que, siendo conectado a través de un cable USB a un ordenador, y gracias a un software o programa informático incorporado hace posible la transformación de la música contenida en los viejos cassettes -o cintas[3] que decíamos en mi época- al actual e incomparable formato mp3[4].

No tengo más remedio que ser un poco humilde y reconocer que para mí esta fusión, a pesar de quedarme un poco grande, empezaba a cobrar vida propia: para que os hagáis una idea del sentido de mi emoción, pensaba que era como tener en el salón de casa un condensador de fluzo con un poco de uranio enriquecido adquirido en el mercado negro a unos iraníes[5]. Pero a este explosivo dúo tecnológico le faltaba, para llevar a buen puerto mi plan genial, la tercera pieza indispensable. A saber: una vieja caja de cartón que trasladé en mi primera mudanza desde la casa de mis padres a la que sería la mía y que supondría, a la postre, mi independencia hace casi diez años ya. Esa caja permanecía –y no exagero- en el mismo lugar donde la solté aquel primer día. La caja –por si se lo están preguntando-, estaba llena con una variada colección de unas trescientas cassettes – o cintas, como se prefiera- con música que, tiempo atrás, fui escuchando, seleccionando y grabando. A pesar de toda la tecnología disponible, al final, volviendo a la simple complejidad que a veces me domina, no puse en marcha mi primigenio, ambicioso y genial plan de pasar todas esas cintas a mp3. Cuando abrí esa pesada caja me vino a la cabeza aquel mito de Sísifo[6]. Por ello, y a la vista del arduo trabajo que podría suponerme y con tal de no acabar como el tipo éste del mito, decidí cambiar a un plan alternativo algo más relajado y adecuando a mi escaso tiempo disponible. Así, llevo días en los que voy escuchando poco a poco todas esas cintas como lo hacia tiempo atrás cuando iba descubriendo lentamente la música que contienen. De eso hacía ya más de veinte años. Ahora, de nuevo, yo, mi walkman, mis auriculares y mis pilas «cabalgamos de nuevo», aunque eso si, con un menor coste que antaño gracias a mi pack de recargables.

Una vez puesto en marcha mi plan genial, al ir sacando esas viejas cintas una a una e ir escuchándolas, de repente, sin esperarlo, sin pretenderlo, sin buscarlo, he ido siendo transportado, arrancado de este tiempo presente con suma brusquedad, y lanzado en un viaje, como acelerando en mi Delorian particular, a un tiempo pasado, a un momento concreto, exacto, inequívoco, donde algo comenzó. Donde tuvo lugar esa chispa no conocida, ni esperada, ni buscada. A un instante donde fueron tomando forma esas sensaciones hasta hoy olvidadas, enterradas, escondidas, inefables, pero latentes en la profundidad de mi alma y que, sin ser conscientes de ellas en aquel tiempo y sin saberlo hasta hoy, renacen en este preciso tiempo en el que las reconozco nítida y perfectamente: el instante donde comenzaron a construirse parte de la persona que soy así como mi historia personal con la música, las canciones, las melodías, las voces, los silencios, los primeros acordes de guitarra que me hicieron protagonista de mi propia historia, de mi sueño aparte que construiría tiempo después, y de mi particular y actual saudade. Esa historia de la música y con la música no habría sido la misma de no haber tenido la suerte de que la vida me condujera y situara en aquel instante, ante aquella chispa.

Las canciones que voy escuchando me transportan a los días que pasaba, y sobre todo y especialmente, al día en que entré por primera vez en casa de mi amigo Perales: lo siento ahora como si estuviese allí; lo siento así, cada vez que pulso el play del walkman. Al abrir la puerta sólo dí unos pasos, al final del largo y negro pasillo de la entrada, y sin moverme de allí, descubrí, por un lado, una lejana luz que aproximaba esa enorme distancia hasta el salón, un haz brillante disparado por los paneles de un equipo de música; y por otro, la persona que en una presencia distante, casi misteriosa, pero intuida y perceptible, era acompañado por la música de Paul McCartney, que sonaba fuerte y clara y estaba siendo escuchada. El momento duró pocos minutos. Nos fuimos.

Cuando volví por segunda vez, era de día, estábamos solos Perales y yo, y me mostró lo que no sabía aún ni podía imaginar que se convertiría en la fuente que, descubriéndome una sed natural, me animaría a beber insaciablemente provocándome con ello, sólo más ansias de beber. Jamás hasta ese momento había yo contemplado tanta cultura aglutinada, tal colección de vinilos, cd´s, cassettes, libros, instrumentos musicales…etc. Jamás fui consciente hasta entonces de eso que, calladamente, dormía de forma aletargada en mi interior esperando su devenir concreto: la música. Su padre, Ignacio, junto a él, compartirían conmigo todo aquel material que yo les pedía solícito, ansiada e impacientemente.  Aún más; me darían lo que nunca podré devolver, me regalarían lo que no podré tampoco agradecer de forma equitativa. Entre otros caminos de la vida, compartirían, me darían y regalarían a través de toda esa música un universo de notas, voces, matices y melodías. La fuerza del rock, los guiños del blues, el mundo interior de los cantautores, el secreto de la música clásica y la sensibilidad que escondían las arias aún sin entenderlas (precisamente porque no había que entenderlas sino sentirlas). La experiencia de aprender a tocar, de componer canciones y emociones que nunca seré capaz de transmitir, de explicar, de reproducir; me dieron las herramientas para construir un puente que me llevó a nuevas formas de sentir, de percibir, de expresarme; un puente construido desde una cierta ignorancia al conocimiento, desde el silencio del que anda perdido hasta ese que aparece camuflado y se ordena entre las notas musicales para darles sentido. A reconocer cómo lo ajeno se solapa con lo propio; lo intemporal de la música; cómo distintas personas de distintas épocas y lugares podían sentir y transmitirse gemelos sentimientos. Descubrir lo que nos une más allá de lo que nos separa como personas. Nunca jamás habría vuelta atrás.

Todo aquello renace en mi hoy con más fuerza que entonces si cabe, con cada cinta que pongo ahora en este walkman con su ruido de fondo, con su zumbido del cabezal, con su crujir del botón de play;  con cada canción que reproduzco y que fue grabada de aquellos cd´s, de aquellos vinilos, de aquellas cassetes, de aquél salón……y todo ello, sin necesidad de mp3, ni usb, ni programas informáticos, tan solo con la tecnología más misteriosa: la de los sentimientos que surgen y se guardan para siempre sin saber ni entender donde ni cómo ni cuando.

De esta forma pues, descubro que así como lo útil suele estar en lo moderno, lo bello suele permanecer en lo antiguo.

Otras personas llegarían luego para completar todo lo que allí aprendí, pero aquella semilla, aquél agua, aquella sed, aquella luz, plantarían la riqueza impagable que hoy siento, y será siempre mérito suyo, de los dos: uno, el hijo, por abrirme la puerta de su casa y su amistad, el otro, el padre, por enseñarme cómo se llega al alma de las cosas. Ambos por regalarme una vida de lujo con todas esas canciones que ataron mi vida a los recuerdos en la tela de la memoria como un remiendo al olvido.

Han pasado ya un par de semanas desde que empecé, y sigo extrayendo cada día viejas cintas, y mientras, escribo; y las rebobino para volver a empezar, para saborear esa misma sed una y otra vez en cada melodía, y con ellas, notar esas mismas ganas de beber, con la satisfacción de saber que no saciaran nunca mi sed.

“You and I have memories
longer than the road that stretches out ahead” (Two of us, The Beatles)

“One day you’ll look to see I’ve gone
for tomorrow may rain,
so I’ll follow the sun….” (I follow the sun, The Beatles)

P.D.: Además de para los ya nombrados, también para Mariví (la madre de mi amigo): por tener la habilidad, no de conseguir hacerme sentir como si estuviera en mi casa, sino de hacerme sentir que aquella era también mi casa.

P.D. (2): Para Azahara, la hermana, porque si admirable son las personas que tienen un sueño temprano, más admirables son aquellas que lo persiguen, y aún más, aquellas que lo consiguen.

Notas al pie  (para volver al inicio pinchar aquí):

[1] Las pilas AA son “las chicas de toda la vida”, las AAA, “las chiquitillas del tó”.

[2] El avance invencible del tiempo se va notando cuando uno es consciente de que existen personas que no sabrán lo que es un walkman….. pues nada, para eso está “el gugle”.

[3] Si alguien no recuerda o no sabe a estas alturas lo que era un walkman, pa´qué perder el tiempo ya en explicar lo que son las cintas.

[4] Sin duda, una de las mayores revoluciones musicales y tecnológicas de las últimas décadas.

[5] Ante la complejidad del concepto, visiónese la película “Regreso al futuro”, o “Back to the future”, según se prefiera. Les aseguro que tardarán menos en saberlo que si tuviera yo que explicarlo con palabras y ustedes leerlo.

[6] Sísifo, dentro de la mitología griega, como Prometeo, hizo enfadar a los dioses por su extraordinaria astucia. Como castigo, fue condenado a perder la vista y a empujar perpetuamente un peñasco gigante montaña arriba hasta la cima, sólo para que volviese a caer rodando hasta el valle, desde donde debía recogerlo y empujarlo nuevamente hasta la cumbre y así indefinidamente…..toma wikipedia pura y dura!!!

Carta postal. Dirección: el cielo.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto on 11 May 2015 by Jdcc

Cuando te de por volver,

no despiertes a la noche de su sueño,

ni camines entre los escombros del recuerdo.

no busques en los fantasmas de la realidad,

ni me esperes tras los muros de la inocencia.

 

Cuando te de por volver,

que no piense en contar contigo

la caprichosa muerte,

que quiero jugar contigo,

que quiero sea buena mi suerte.

 

Cuando te de por volver

quiero volver a hacer cuentas contigo,

eternos copiados de la vida que descubrías,

quiero no dejar más cosas pendientes

y contar historias de “Juan sin miedo”.

 

Cuando te de por volver,

jugaremos otra vez a la pelota

en aquel mismo lugar

para todas, como siempre, volverlas a empeñar.

Empacharemos el hambre con mil golosinas,

cruzaremos ese mar infinito,

volaremos hasta el cielo alto

para caminar de tu mano, otra vez, a San Andrés.

———————-

Para mi abuelo, perpetuado en mi memoria, y en la de todos aquellos que todavía hoy hablan de tí con admirada devoción, a los que diste una oportunidad para la vida en aquellos tiempos difíciles enseñándoles a leer, a escribir, a sumar, a restar….y a ser mejores personas. Gracias por el regalo de mi infancia, que no supe aprovechar ni pude agradecerte.

Y también para mi abuela, ahora -hace exactamente tres meses- en la eternidad con él. Gracias por plantearme este conflicto emocional y mostrarme que casi siempre “la verdad desnuda guarda oculta detrás de la corteza, el hueso de cereza de una duda”.

A mis abuelos maternos, Juan y Ana, por lo inmaterial que me legaron. Impagable.

P.D.: Desde más cerca, gracias a Rocío P.M., por saber mostrarme a tiempo las huellas escondidas que habrían de guiarme entre la maleza del camino. Gracias, especialmente, a Gloria J.R., por sus consejos, serenos y dulces como una brisa de verano, sabios como la primavera, hermosos como los silencios, útiles al fin; por su empatía. Ambas hicieron conmigo, pura y simplemente, como la magia con el primer batir de alas de una mariposa: de ser débil y frágil al inicio, a imparable en el vuelo que al instante surge para escapar de lo que fue crisálida. Gracias también a Encarni C.C. por su interés y apoyo.

 P.D.: Gracias, cómo no, y como siempre, a mi familia. Incondicionales en todos y cada uno de los momentos.

Y es que hay ocasiones en que las cosas más sencillas son las más complicadas de encontrar en esta vida; y a la vez, como decía Benedettí, las más triviales, se vuelven fundamentales.

Br(eaking) Ba(d) – Cachitos de hierro y cromo.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , , , on 8 diciembre 2013 by Jdcc

Con la misma nostalgia con que recuerdo esas cintas de casetes donde grababa las canciones de moda que sonaban por la radio, cierro hoy esta semana. Con la misma tristeza que moja los recuerdos de aquellos días que ya nunca volverán, he dejado pasar los últimos días hasta llegar aquí.

 El mismo cáncer que transforma a Walt, un dedicado y familiar profesor de química en un traficante de drogas, sigue transformando este mundo en algo peor. Se nos fue Fernando Argenta, el que como un niño aprendió jugando a ser mayor, como un hombre nos enseñó a jugar siendo niños. Ese hombre me regaló, como a tantos otros, las reglas del juego de la música, cómo unir sus puntos, cómo atar los sentidos a las notas en el corazón, el sostenido en el silencio, el disminuido como la clave del alma, la pausa en la memoria.

 Dos días después, hizo muchísimo tiempo más que una noticia no me dejaba paralizado: Nelson Mandela ha fallecido. En los días sucesivos a su muerte el mundo se ha dimensionado para estar a la altura de su adiós. Pocas personas han podido cambiar el mundo. Él sí pudo cambiar el suyo. Y es lamentable que él sea tan excepcional, y es vergonzoso que a pesar de él, casi nada hayamos aprendido los demás. Madiba –46664-, como su sonrisa se ha apagado, como nos ha dejado huérfanos de esperanza, como no hay nada que yo pueda decir que sirva para explicarle mejor que usted mismo, simplemente, gracias por haber existido.

 The world is breaking bad.

“Si quieres hacer las paces con tu enemigo, tienes que trabajar con tu enemigo. Entonces él se vuelve tu compañero”.

“Después de escalar una gran colina, uno se encuentra sólo con que hay muchas más colinas que escalar”.

“La muerte es algo inevitable. Cuando un hombre ha hecho lo que él considera como su deber….. puede descansar en paz.”

Nelson Mandela.

 

Nelson Mandela

Nelson Mandela

Madiba 46664

Madiba 46664    

Una historia por contar.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , on 9 octubre 2013 by Jdcc

Esta historia pendiente no lo es por su extensión, pues será como esos perfumes muy caros que se venden en tarros minúsculos. Esta historia pendiente no tendrá mucha importancia para algunos, pero soy de esos que aprendieron hace mucho a distinguir entre las cosas importantes y las cosas que suelen importar a la gente. Esta historia pendiente, es una historia llena de cuestiones a las que aún no he podido encontrar respuestas y que permanecerán ya por siempre como esos silencios que quedaron vacíos.

          La primera de ellas se mantiene desde el año dos mil diez, y tiene que ver con cómo es posible que pudieras haber llegado hasta la puerta de casa. Fue una noche de enero cuando una serie de agudos y estremecedores quejidos atravesaron los muros de la casa. Al abrir la puerta estabas allí, justo allí, como si supieras en el lugar exacto donde debías de parar después de haberte arrastrado con sólo dos patas atravesando todo el patio y tras, sin saber aún como, haber sorteado la valla de la entrada. Esa noche sin duda fue la peor de todas. Tus quejidos continuos de dolor desgarraban nuestra alma humana. Tras una larga y dura noche, al ir al veterinario al día siguiente descubrimos que una cadera fracturada y tres disparos de perdigón que algún animal –de esa especie bípida que habita en bastantes lugares de este horrible mundo- fueron el motivo de tus interminables lamentos. Una operación que no podíamos pagar y que no aseguraba un buen resultado, o un tratamiento con morfina y tiempo fueron las dos soluciones que se nos plantearon por el veterinario: “algunos gatos son seres excepcionales, y en estos casos, mientras el gato y el hueso estén en la misma habitación es posible salir adelante. Sólo se le notará por un caminar un poco chulo”. Estas palabras entrecomilladas de Juan José V.G. -el veterinario- se me quedaron grabadas.

                 Y tuvo razón. En varias semanas ya estabas saltando por el muro de la entrada. Fue la primera muestra del ser tan excepcional que ibas a demostrar ser y la primera alegría de tantas que nos ibas a regalar. A partir de ahí todo fue rodado y te convertiste por méritos propios en la tercera pata de este trípode. Como dice la canción: “came in through the bathroom window”, y es que el sentimiento que me transmite este verso de The Beatles pocas veces lo encontré tan claramente debajo de otro ser.

              Y todo aquello pareció resultar un corte de mangas a la propia muerte. Pero ahí nos equivocamos, porque a la muerte no se le puede engañar, y esta vez llegó sin avisar como sólo ella sabe hacer, casi tres años después, y como por venganza no ha querido pasar de largo ni perdonarnos la afrenta. Esta vez te agarró con fuerza y no supimos cómo hacer para que te soltara: ni morfina, ni inyecciones, ni pastillas, ni tratamientos ni el deseo infinito de que siguieras con nosotros. Maldita sea la muerte un millón de veces por habernos dejado huérfanos de ti. Maldita sea ella y su miserable presencia siempre.

             Ahora, intentando hacer inventario me descubro sentado solo en la hamaca vacía del salón, esa que me robabas y a mí me encantaba; y paseando por la casa me parece ver tu silueta en la ventana del cuarto de estudio cuando parecías filosofar durante horas mirando a través de ella… la misma ventana que ahora dejo a veces entreabierta por si quieres volver a salir a descansar en el alféizar; me pregunto qué hacer con todos esos cacharros que yo peleaba por no comprarte y ahora no se qué hacer con ellos; y en ocasiones sigo oyendo a veces ese maullido de protesta cuando, al abrir la nevera y coger el paquete de jamón cocido que tanto te gustaba te ponías a dar vueltas alrededor, como un comportamiento incompleto, inacabado y encajado donde falta tu reacción a esa acción; ahora me extraña la levedad del peso de la manta donde ya no reposas por la noche a los pies de la cama, y descubro un misterio en cómo permanece el olor de tus pasos a pesar de la limpieza profunda después de tu partida.

                Ahora pienso en esa última mirada tuya justo antes de marcharnos ese aciago día y dejarte en los brazos de la muerte, como si supieras exactamente lo que iba a ocurrir, como si en el fondo nos hubieras conducido tú al momento y lugar exacto donde todo tenía que pasar, en el lugar donde todo empezó, y con aquella última mirada me estuvieras diciendo: gracias por todo, os echaré de menos, hasta pronto.

Para Diddy (algún lugar indeterminado del año 2.010 – Ardales, 2 de Octubre de 2.013), allá donde te encuentres, espéranos siempre.

 P.D.: Gracias a Eduardo G. F. (el otro veterinario), por su tacto, buen hacer y comprensión en esos momentos difíciles.

Diddy

Diddy

La vida de las mariposas.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , on 7 septiembre 2013 by Jdcc

Recientemente he tenido la oportunidad de presenciar el espectáculo más sorprendente que puede admirar el hombre: la naturaleza.

En este caso fue conocer de cerca cómo es la vida de las mariposas. Explicado brevemente sería como sigue:

Todo comienza con el huevo, pequeño e insignificante.

Los huevos de las mariposas tienen formas y colores muy diversos.

La hembra los adhiere con una sustancia pegajosa a la hoja de la planta de la que se alimentará la oruga.

Debido a sus innumerables enemigos sólo un 2%, de entre los 50 hasta 1000 huevos que puede poner una mariposa, llegará a adulto.

HUEVO

HUEVO

La siguiente fase es la oruga.

Su misión es crecer y acumular reservas para realizar la metamorfosis.

Multiplicará su peso por cinco mil.

No tiene órganos sexuales y segrega seda.

ORUGA

ORUGA

El momento posterior es magia: la crisálida.

En su interior se produce el milagro de la metamorfosis.

Todo ello se realiza gracias a las reservas almacenadas por la oruga ya que la crisálida no se alimenta.

El cuerpo de la oruga se deshace y las células se reorganizan para formar los órganos de un ser vivo completamente distinto, delicado, hermoso, frágil y único:

La mariposa: ¡¡a volar!!.

CRISÁLIDA Y NACIMIENTO

CRISÁLIDA Y NACIMIENTO

      DSC04857

Cuando la mariposa se ha desarrollado y sale de la crisálida lo hace con las alas húmedas y arrugadas debiendo permanecer varias horas colgada hasta poder volar, momento en el que la fragilidad, la sutileza, la belleza y la delicadeza más absoluta, simple y sencilla se transforman en el batir de sus alas.

Todo su cuerpo es nuevo. Las mariposas no crecen durante su vida.

No segregan seda. Su principal misión será la reproducción con otras de su misma especie que reconocen a través del olor, y lo sorprendente es que cada especie utiliza un perfume diferente.

LA MARIPOSA

LA MARIPOSA

Me quedé asombrado y maravillado al descubrir tal espectáculo.

Sobre todo del paso de la oruga a la crisálida y de ahí, a través de la metamorfosis, a la mariposa. Un mismo ser vivo convirtiéndose en otro completamente diferente a partir de las mismas células dando lugar a una distinta estructura, órganos y belleza. Como si la naturaleza le diera una segunda oportunidad o estuviera corrigiendo los defectos de su propia creación.

Tuve la oportunidad de ver el momento exacto en el que se rompe la crisálida y nace la mariposa. Ese momento me pareció inefable.

Muchos días después sigo teniendo momentos en los que recreo mentalmente las imágenes que retuve en mi retina de todo el orden vital de las mariposas y me sigo quedando perplejo intentando encajar las piezas y encontrarle cierta lógica a todo el proceso sin mucho éxito. Al instante, como por “analogía espontánea”, transporto la vida de las mariposas a nuestras relaciones humanas y las comparo como si fueran universos paralelos, sin saber muy bien por qué. El hecho es que las relaciones entre las personas surgen siempre de pequeños instantes –los huevos-, que dan lugar a ciertos contactos que nos van alimentando de experiencias –la oruga- sin saber muy bien a donde nos llevarán; por una especie de autofagocitación envolvemos esas relaciones en la rutina o en el día a día que mantenemos -la crisálida-, de los que luego, a veces, sólo a veces, en determinadas ocasiones, nacen conexiones y experiencias maravillosas –como las mariposas- que transforman radicalmente nuestra vida y hacen de este mundo un lugar diferente, mejorado, inexplicable, todo ello con las mismas palabras de antes, en los mismos momentos y lugares, con otros gestos, significados y belleza……….. aunque eso sí, como en el caso de las mariposas,  sólo en un escaso porcentaje.

«La lengua de la mariposa es una trompa enroscada como un resorte de reloj. Si hay una flor que la atrae, la desenrolla y la mete en el cáliz para chupar. Cuando lleváis el dedo humedecido a un tarro de azúcar ¿a que sienten ya el dulce en la boca como si la yema fuera la punta de la lengua? Pues así es la lengua de la mariposa» (texto de la película, «La lengua de las mariposas»)

LA LENGUA DE LAS MARIPOSAS

LA LENGUA DE LAS MARIPOSAS

Los espejos deformados.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , on 1 julio 2013 by Jdcc

Alguna vez recuerdo cuando mi madre me llevaba de pequeño a un parque de atracciones, hoy venido a menos, y siempre teníamos la costumbre de pasar, como no podía ser de otra forma, por el primer punto de diversión: la sala de los espejos deformes.

     Recuerdo cómo la primera vez me asusté. Me asusté mucho. No quería mirar y me escondía detrás de ella. Un niño inseguro que de repente se torna gordo, o alto, o deforme, o con cara de loco, o delgado, o malformado, o cabezón, o enano….. La sensación de creer tener claro quien era chocó frontalmente con la “realidad” que aquellas imágenes me describían haciendo saltar por los aires la frágil seguridad en mí mismo y la escasa autoestima que a esas edades aglutinaba. La lucha contra el temor y el rechazo de no querer ser lo que aquellas imágenes me gritaban que era o podía parecer, llegó a producirme pánico. Recuerdo que en varias ocasiones posteriores lloré porque no quería volver a entrar. La “realidad” de aquellas imágenes tuvo tal fuerza sobre mí que tardé en enfrentarme a quién, en mi fuero interno, no quería ser, a quién me negaba en convertirme, pero su sombra alargada en mi retina y en mi conciencia me atrapó de tal forma que durante bastante tiempo le di credibilidad, como en una religión, asumiendo como verdad lo que veía y todo lo que se me presentaba como externo, de tal forma que llegué a negarme, a omitirme, a sustituirme, no admitiendo como real nada fuera de aquellas imágenes “verdaderas”. Después de mucho tiempo, sufrimiento y mucho pelear, gané mi guerra.

     Aquello me ocurrió de pequeño, pero sin duda, estoy seguro de que muchas personas siguen enfrentándose en sus silencios más profundos, en sus soledades más eternas y en sus pensamientos cotidianos, con sus propios miedos generados por su personal y oscura sala de los espejos deformes. A esas personas que, admiradas, se sienten rechazadas; a aquellas que, hermosas, se creen desafortunadas; a aquellas que, luchadoras, se dejan caer vencidas, les diría que no se detengan, que no se queden ahí, que no duden, que luchen, que no se rindan y que no permanezcan prisioneras en esa cárcel de sensaciones, que por encima de lo que cualquier ficticia realidad pueda presentarles como una verdad incuestionable, siempre existen otras, más cercanas, firmes, auténticas y fieles con nosotros mismos.

P.D.: “»Dolor compartido, mitad del dolor. Alegría compartida, doble alegría.»

II Fragmento del texto: Viajes de ida y vuelta.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , on 21 junio 2013 by Jdcc

 

Viajes de ida y vuelta: De las ruinas del imperio

a la conquista de la Dacia

 

17/06/2012

 

MIENTRAS,…

….. de repente, al quedarnos solos, aquel cuerpo que hasta entonces había permanecido en una perfecta actitud hierática, parpadeando lentamente de forma espontánea, exhaló un profundo suspiro retenido, giró primero su cuello y luego el torso en una actitud de relajación. Aunque no ve muy bien buscaba con la mirada, como queriendo encontrar, en busca de la complicidad del buen conversador para iniciar una charla cordial que, hasta ese momento, parecía impensable que pudiera mantener.

 Mientras, con su gesto, mi tensión acumulada por la distancia de un idioma desconocido y una cultura diferente también se diluyó como el azúcar en el café, poco a poco, con cada movimiento, para después empezar a tomarle el gusto a aquella escena.

 Mientras, bajo un pórtico cubierto de sombras del verano, el abuelo, la abuela y la nieta permanecían sentados juntos como en una perfecta foto de banco del parque.

 Mientras yo disfrutaba de la paz del lugar, el momento y el ambiente, ellos tres mantenían su diálogo personal. No podía entender el significado de las palabras, pero sin saber por qué, sí pude recibir la sensación que transmitían y el sentimiento que compartían a través de ellas.

 Los movimientos de él eran lentos, muy lentos, como un atardecer: al subirse las gafas, al limpiarse la comisura de los labios… sus manos, trabajadoras durante una larga y dura vida de ochenta y siete años reflejaban en sus dedos hinchados el cansancio acumulado; mientras, la abuela parecía recoger los gestos de él acompañándolos con la mirada, como ayudándole de lejos, y parecía como si las fuerzas que a él le van abandonando ella las fuera recogiendo para poder seguir sosteniéndole.

 Mientras, la nieta, con la dulzura y la sensibilidad que le caracteriza, los miraba con devota admiración, la misma que ellos le procesan a ella, en quién ven el vivo reflejo de la hija que años atrás desapareció, con la devoción de quienes dudan de la posibilidad de poder volver a mirar aquellos ojos, tocar aquellas manos, besar aquellas mejillas.

 Mientras todo ocurre, intento imaginar el momento en que nosotros nos vamos y ellos se quedan solos. El momento en el que se acostarán juntos en la “bucatarie”, lentamente, y él, lentamente la cogerá de la mano, y en la sombra de una mueca de sonrisa entre los labios cerrarán los ojos muy despacio, y entre susurros, ella le apretará la mano con la esperanza de que los dos volverán a despertar mañana para repetir un día más la misma rutina de los últimos sesenta y dos años juntos, con el fin de sembrar otro grano de amor mientras este injusto mundo se adormece con su opio.

Para Mamaia y Tataia, las dos mitades de una historia cualesquiera de un anónimo y apartado lugar del mundo, por muchos años y por toda la eternidad.

P.D.: para el resto del mundo, “bucatarie”, es una especie de cocina – dormitorio.

Sin naranja, ni media ni entera

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , on 24 marzo 2013 by Jdcc

Recientemente he podido volver a tener la oportunidad y la suerte de dialogar –que gran palabra- con un viejo amigo, aunque realmente no quedaría bien encuadrado si lo situara sólo dentro de ese estatus personal, pues supuso y supone algo más que eso, dado que en algunos momentos de mi vida llegó a ocupar, por sus propios méritos, algunas ramas de mi incompleto árbol genealógico. Él, con todos sus defectos y manías, me regalaba y me sigue regalando un master en vida por cada hora de conversación, y eso es una fortuna incalculable que deja una deuda impagable para cualquier persona.

         Esta vez, como en otras aunque en escenario diferente, recorrimos la tarde a bordo de una conversación que dejó todas las cartas descubiertas, sin nada que ocultar, y esto, no puede hacerlo uno con todo el mundo. En una esquina de la tertulia, le  puso de nuevo forma a algún sentimiento que nunca supe explicar, moldeó con palabras eso que, aún si yo saberlo, tenía dentro de mi arquitectura como persona pero sin haber podido darle forma y sin haber sido capaz de hacerlo aflorar: la inexistencia de eso que llaman nuestra respectiva  media naranja, o mejor dicho, que aquel o aquella que andamos buscando en el transcurso de nuestra vida, no debe tener esa simbólica forma si queremos dar con la persona adecuada. Me explicó, que es más completa y acertada la imagen geométrica que representan dos puños unidos entre sí, por contradictorio que en un primer momento pudiera parecer: en esa imagen que debería definirnos, los amantes o compañeros, o en cualquiera otra forma de relación humana, no han de unirse artificialmente para cerrar una esfera incompleta donde uno es la mitad de un todo, en ella los amantes, como individuos independientes, únicos e indivisibles, se unen, se adaptan y complementan, se moldean y se ajustan, se rectifican y se acomodan  para un mejor compartir en el transcurrir del tiempo en el que hayan de relacionarse, que por supuesto, no tiene que ser eternamente.

         Me dio que pensar.

        Más tarde, cuando caminaba ya sólo de vuelta, y por extensión a lo aprendido, me asaltó otra imagen semejante que explicaba de igual forma la esencia de la idea: la de dos amantes que dividen equitativamente el espacio de su cama para dormir. En contraposición la de otros dos amantes, que ocupan el espacio de su cama, pero no lo reparten, lo comparten, entrelazando como en un nudo sus piernas, arrullándose como una flor con sus brazos, y quedando abrazados y atrapados por sus aromas corporales durante las horas de sueños, como dejando enfriar la externa soldadura de un solo corazón.

          Y supe con qué quedarme.

      Las conclusiones de ese día: que uno es el producto de un conjunto de elementos sumandos, de tal forma que, mientras más sumandos,  se engrandece el resultado –por la experiencia-; que todo ello siempre surge tras el secuestro oportuno de esos pensamientos que te asaltan y te atrapan cuando no piensas en nada, cuando menos te lo esperas –por el destino: viento, vela y timón que nos lleva y nos guía-; y que, aunque sea muy de vez en cuando, siempre es bueno poder comprobar que sigue ahí el tesoro que tiempo atrás, guardó uno en fundo propio –por el amigo-.

Dos puños enfrentados

Dos puños enfrentados

Fragmento del texto: Viajes de ida y vuelta.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , on 20 julio 2012 by Jdcc

De las ruinas de la capital del imperio a la conquista de la Dacia.

Cada vez que viajo me ocurre lo mismo. Me conquista esa sensación de pertenecer a todos los sitios y se  enfrenta con el simultáneo y contradictorio sentimiento de no ser de ninguno. Diferentes costumbres y lugares distintos pueden suponer en realidad las mismas herramientas que construyen puentes que nos unan o, por contra, que cierren caminos que nos acercan, y es que muchas veces las diferencias son el perno que une las bisagras de lo humano, de lo que en esencia somos.

07/06/2012

Cuando escribo estas palabras es siete de junio de dos mil doce. Lugar, el espléndido jardín de la casa de mis suegros, donde al atardecer de esta magnífica tarde de verano, disfruto del sabroso vino fermentado por Virgil.

 Hoy escribo más tranquilo, cuando todo ha pasado. Una de la experiencias más impactantes de mi vida, de la cual no hablaré hoy.

 En un estado de ánimo que definiremos de….. contradictorio, se me viene a la mente una pequeña historia que me ocurrió el otro día camino del trabajo.

 Llegaba a la altura de una pedanía llamada Villafranco del Guadalhorce, la cual debo atravesar cada mañana. Todavía no había amanecido pero el sol comenzaba a romper el negro del cielo atravesándolo con múltiples matices. En un momento determinado del camino, la carretera se estira y transforma en dos grandes rectas que forman un ángulo recto entre sí justo en una zona elevada de terreno donde te permite tener buena visibilidad sobre todo el tramo. Circulaba al principio de este tramo cuando de repente focalicé la vista justo después de la curva que hacía de vértice y percibí algo extraño en la carretera. Al aproximarme a la curva pude empezar a descifrar la escena: en la mitad derecha de la calzada permanecían estáticas dos perros de tamaño medio. No sabría precisar las razas, ni es un dato relevante. La cuestión es que estos dos rodeaban, como custodiando, a un tercero que se me presentó tumbado en la calzada. Lo percibí herido, moribundo, desamparado. La sensación se tornó confirmación al acercarme al punto donde se encontraban. Al tomar la curva me los topé de frente. El perro moribundo estaba herido de muerte, y apenas podía despegar su cabecita del suelo. Los otros lo olfateaban y lo rozaban con el hocico con cariño y tristeza a la vez . Tuve que esquivarlos, entre otros motivos porque ninguno se apartó a medida que me aproximaba. No hicieron ningún gesto en tal sentido. Tuve la sensación de que lo escoltaban, como queriendo protegerlo de cualquier peligro, de que pretendían apartarlo del camino, reanimarlo, recuperarlo, retrocederlo al justo momento en que corría junto a ellos. En cuestión de segundos tuve que esquivarlos. Aunque aminoré la marcha para intentar fijar la sorprendente escena en el retrovisor, a los pocos segundos recorrí la segunda recta que prolongaba mi camino y los fui perdiendo de vista.

    La escena se me quedó grabada. Me impresionó la forma en que los dos animales permanecieron junto a su compañero sin mostrar duda, sin apartarse, sin intimidarse, sin inmutarse, intentando ayudar al que estaba desahuciado.

  Me llamó tanto la atención que después de un mes me he visto en la obligación de hablar de ellos, después de mi experiencia de ayer, esa de la que me niego a hablar hoy.

   No conseguía apartarlos de mi retina ni de mi memoria, más aún cuando de un tiempo a esta parte, compruebo a diario como muchas personas conocidas se me aparecen como una caterva que tiende a devorar y arrasar todo aquello que pretenden con una avaricia animal sin importar el qué, quién, cuándo, cómo o por qué. A ese tipo de personas, aplicarles o relacionarlos con la palabra animal, será un insulto… para los animales.

   Querría dedicar estas palabras a Rajah, a Lucy y a Didi, a todos, por haberme  descubierto y enseñado de tan cerca a conocer el lado más humano de los animales a través de ese instinto que rompe la barrera que separa lo humano de lo animal… pero cómo ellos nunca leerán estas palabras, sean remitidas pues, junto con el sentimiento que me embarga a sus respectivos responsables. Gracias especialmente a Stella, que ahora comparte un trozo de firmamento allá en la eternidad de la esquina derecha del jardín después de arrancarme bruscamente un pedazo de mi corazón para siempre.

Volver

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , on 23 enero 2012 by Jdcc

Son como alfileres de colores lo que hoy sustentan los recuerdos de las sensaciones que me invadían a estas mismas horas justo hace un año. Justo hace un año. Una frágil y delgada línea separaba un sueño realizado de un sueño frustrado. Justo hace un año. Y qué fina era la línea….dios, qué fina fue. Y qué contar ahora, al volver la vista atrás, justo un año después. Justo hace un año. Que se puede decir, cuando llegué donde nunca pensé llegar, cuando obtuve más de lo que pude pedir en mi historia personal. Hoy todo queda como el placer del camino recién andado, como el calor del abrazo que todavía permanece alrededor de las costillas, como el regusto que queda en los besos de los enamorados…..como en una buena historia.

El pasado viernes, para celebrarlo, tuve la oportunidad de volver a encontrarme con los mismos compañeros que anduvieron conmigo en las mismas trincheras por aquellos días. Volver a disfrutar con pequeñas cosas de la vida como una cena entre amigos o compañeros con las ganas necesarias de compartir y la empatía suficiente para comprender, notando que quieres estar, percibiendo que quieren que estés. En la madrugada, al volver del centro, me redescubrí de nuevo al desandar  las viejas y anchas calles mojadas, al volver de las ebrias noches infinitas, al volver al dulce infierno de los bares de copas,  al volver con los pies cansados a las frías madrugadas, volver a las miradas encontradas.

Ahora, repasando estas palabras pretendo permanecer en el convencimiento de lo que también aprehendí tras volver a mi Ítaca personal tras la odisea de experiencias, eso que aunque durante mucho tiempo fue la tesis que inspiró mi vida pero que, ante la antítesis de mi historia personal, me llevó a esta síntesis: seguir caminando, seguir caminando siempre, aún cuando nuestros pies cansados nos griten otra cosa, seguir caminando, sin descanso, seguir caminando sin detenerse con el único y determinante fin de no tener que volver.

...a las calles mojadas....

...a las calles mojadas....

P.D.: para MCP, con la intención de que estas palabras puedan servirle de alivio a sus pies cansados, si lo estuvieran, y así, pueda seguir caminando y caminando…sin descanso.

La memoria de los sábados y los peces.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto, En la retina... with tags , , , , , , , , , , , on 24 julio 2011 by Jdcc

Estos días vienen cargados de memoria. De memoria que se acumula. De memoria desgastada. De memoria que nos define. De memoria afortunada. De memoria necesaria. De memoria silenciada. De memoria que nos olvida a veces, que nos abandona o a la que desamparamos sin pensar. Lo mejor de la memoria que se queda resulta útil como un espejo, lo peor de la memoria que se olvida es que nos obliga inevitablemente a tropezar con nosotros mismos y los demás, y a veces, nos regresa como esclavos a nuestros primeros días de existencia. La memoria es también como una verdad, que escandaliza como la luz hiere los ojos del que vive habituado a la oscuridad.

            Esta semana comenzó con un lunes, como tiene que ser, que nos recordaba un sábado de hace setenta y cinco años en el que los extremos volvieron a juntarse para regalarle a este país un billete al infierno más cruel, el de una guerra incivil que no nos bastó a los españolitos para enterrar el odio que sobró. Lo que vino después, ya se sabe, aunque cada uno la cuenta como le parece o le conviene. Siempre hubo y habrá vencedores y vencidos, supervivientes y muerte, exilios y reencuentros, pero no siempre habrá memoria suficiente para recordarlo.

            Ayer sábado nos transportó a otro sábado de hace noventa años, enterrado en la memoria del olvido de una España que se desangraba y se desangra en su decadencia. Lo bautizaron como el Desastre de Annual. Miles de soldados españoles forzados y redimidos –esto es, rescatados o sacados de la esclavitud (llamémosle hambre o pobreza) mediante precio (llamémosle “comida o sueldo”)- fueron abandonados a su suerte y a su muerte por la ineptitud política y militar frecuente de aquellos años frente a decenas de miles de riffeños dirigidos por Abd el-Krim que luchaban por su tierra. Recomiendo en este punto la lectura de un artículo de Arturo Pérez-Reverte llamado “Una tragedia española” (http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/610/una-tragedia-espanola/).

            Pero mucho más allá de la memoria de la historia y la intrahistoria, quería hablar hoy de algo que no me abandona últimamente, la memoria individual, esa que nunca aparece en los libros. Esa que nos hace quienes somos, que forja nuestra existencia, la que nos hace reales. Me asaltan durante el último tiempo noticias de personas cercanas a quien el alzheimer u otras patologías análogas que merman el estado cognitivo están dejando cuerpos abandonados a su suerte y a su muerte, como un desastre de Annual personalísimo donde al intentar la retirada al estilo parto, el caos, la renuncia y la soledad más infinita te cubren como una tormenta de desierto para convertirte y sucumbir en un espectro, una sombra, un objeto inanimado que no cuenta ya sus horas y desconoce la esperanza de un mañana y el refugio de un ayer, y en el que la vida no la rigen la voluntad ni la intención sino que se convierte en una cuestión de nervios, de fibras, de células lentamente formadas y pronto moribundas en las cuales ya no existe el pensamiento, ni los sueños, ni el recuerdo ni  la pasión. Y es que no hay peor enfermedad que aquella que no se siente, y no hay peor vida que aquella que no se es consciente que se está viviendo ni abandonando. Para todos ellos y sus familias: paz.

«Las cargas del Gan» de Ferrer-Dalmau

«Las cargas del Gan»

Alois Alzheimer

Alois Alzheimer

Posdata: sobre los peces, he descubierto hoy que es falso eso que dicen sobre su memoria cuya duración se estimaba en tres segundos. Un grupo de científicos que no tenían otra cosa que hacer ni nada más ameno en lo que emplear los fondos de los que viven, han descubierto que los peces pueden mantener recuerdos hasta cinco meses después. Enhorabuena a los peces, y maldito el tiempo que se escapa.

Realidades y promesas, sueños y realidades. Girar y girar.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , on 18 abril 2011 by Jdcc

Parte III.- Girar y girar. 

Una foto donde aparece mi madre y yo correteando por el campo cuando era un niño, una brújula que encontré en un cajón y la figura de un gato egipcio que compré en Londres han sido los objetos fetiches que han velado todas mis horas de estudio y trabajo. Una canción de Raphael y varios temas de fado portugués se convirtieron en los himnos que me ayudaban a recordar cual era el futuro que perseguía, alimentando mi alma para no permitir que me rindiera y poder seguir adelante.

            Ahora puedo afirmar que en la vida siempre hay alguna cosa que viene detrás de lo que aparece en primer lugar, a veces tenemos la impresión de saber lo que es, pero querríamos ignorarlo, otras veces ni siquiera imaginamos lo que puede ser, pero sabemos que está ahí. Ahora tengo la certeza de que todos los acontecimientos, tanto buenos como malos, parecían ir conjugados y encaminados a mostrarme el camino que debía seguir, sin yo saber ni suponer el destino que había después de cada uno.

            El veinticuatro de enero lloré como un niño desconsolado cuando terminé, por tercera vez, de corregir los dos primeros exámenes con las plantillas provisionales. Sólo Cor lo sabe. Y una sensación cómo de haber vuelto a nacer sin haber tenido que morir inundó todo mi cuerpo y mi espíritu.

            El quince de marzo de 2.011, una vez realizado el tercer  y último examen, y tras ver la publicación de las notas definitivas oficiales, descubrí qué se escondía detrás de todo esto. No fui capaz de controlar mis movimientos, ni los saltos, ni las palabras, ni las lágrimas de alegría. Sólo mi madre y mi hermano lo saben. Después de dos academias, tres exámenes, dos viajes a Sevilla y muchas, muchas, muchas horas de sacrificio finalmente aprobé las oposiciones. De repente este hoy, es ese mañana que ayer me parecía tan inquietante, tan lejano, tan inalcanzable. Ahora el éxito he aprendido a medirlo, no por la posición a la que pude llegar una persona, sino en el esfuerzo por alcanzarlo, aunque pudiera no triunfar.

            Con estas líneas cierro hoy un círculo inacabado contando cosas que nunca pensé contar, y puesto que la expresión locutiva humana no sabe todavía, y es probable que no lo sepa nunca, conocer, reconocer y comunicar todo cuanto es humanamente experimentable y sensible, lo mejor que se me ocurre decir ahora es GRACIAS. Hoy quiero dar las gracias a mucha gente. Quiero dar “las gracias” a la gente que me puso la zancadilla un día y me dejó tirado en mitad de ningún sitio con un brazo roto, esos mismos que me hicieron morder el polvo, porque ese polvo fue el veneno que me ha mantenido despierto en el camino, en los malos momentos y en las noches en vela, que me hacía seguir un poco más cuando realmente me encontraba exhausto. Hoy no queda ya nada de ese veneno, lo transformé en antídoto de mis males y lo utilicé en mi propio beneficio y por extensión, en beneficio de mi familia. Quiero dar las GRACIAS a mi familia, que me recogió, que me arrulló, que me apoyó, que me protegió, que me salvó: ellos han sido el verdadero combustible para este camino, la última gota de agua en el desierto que me regalaba siempre el último aliento. Quiero dar las GRACIAS a los amigos que se han preocupado, me han apoyado y me han aconsejado, a todos los que se que se alegran de lo bueno que me pasa, y si no doy nombres es porque son muchos (afortunadamente) no porque no me acuerde, pero todos ellos se reconocerán fácilmente entre estas palabras que les dedico. Quiero dar las gracias en parte a MasterD por ser la piedra que prendió la mecha. Quiero dar las GRACIAS totalmente a Alejandro y Álvaro (Aula Malacitana) por mostrarme el camino, por su buen hacer y su inmensa profesionalidad, y a todos mis compañeros: a los que lo consiguieron y sobre todo a los que no lo consiguieron para que les sirva de aliento……José, Eli, Cristina, Christian, Silvia….. Quiero dar especialmente las GRACIAS a Cor por soportarme y apoyarme de esa forma incombustible durante el viaje: mientras haya cera, habrá llama y habrá luz para el camino que recorremos. Y quiero dedicar todo, cada segundo de este esfuerzo y cada beneficio de este éxito, y darle las GRACIAS especialmente por el ejemplo que ha supuesto para mí siempre, a quién tanto me ha dado sin pedir nada a cambio, a quién nunca dudó, a quien tanto me ha apoyado sin preguntar, sin exigir, sin esperar; a quien me dio la vida: a mi madre, y es que nunca tendré tiempo ni oportunidades suficientes para devolvérselo: porque no hay nada más maravilloso que el amor de una madre orgullosa de su hijo, y porque no hay nada más maravilloso que el amor de un hijo agradecido a su madre… ¡¡¡¡LO CONSEGUIMOS!!!!

P.D.: Soportar y persistir; porque el dolor presente ha de sernos de provecho en mejor ocasión. Después como siempre, queridos amigos, vendrá el futuro para demostrarnos que todo seguirá “girando y girando”.

Realidades y promesas, sueños y realidades. Girar y girar.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , on 16 abril 2011 by Jdcc

Parte II.- Sueños y realidades.

No es agradable la sensación. Suelo escribir sobre cómo veo el mundo y lo erróneamente que suele funcionar todo, sin perder la esperanza en que aún las cosas son mejorables. Esta vez la vida no fue justa conmigo, y ni siquiera fue sincera, que es aún peor. Quizás el hecho de tener que recuperarme de la fractura y la posterior rehabilitación me hizo pensar algo menos en ello, o eso siento ahora.

La justicia al menos sí fue justa tiempo después, a cambio de pagar el precio de enfrentarte a personas y situaciones, ver y oír cosas que nunca pensé me podrían llegar a suceder. Cristalicé en una persona que no decía sino lo estrictamente necesario, a quienes era necesario y cuando era necesario. Me alejé del mundo. Cuando lo has dado todo por algo o por alguien y te la juegan, de eso no creo que uno vuelva a recuperarse del todo y/o para siempre.

Algunas noches después del día en que me despidieron, de entre el sueño y la vigilia, me asaltó un pensamiento, una inquietud, una idea, un sueño que iba a llevarme a prepararme unas oposiciones, entre otras muchas razones, para no volver a estar en manos de nadie. Desde ese momento empecé a dudar de mí y de mis posibilidades. Decidí entonces enfrentarme a mí mismo, enfrentarme a todos mis fracasos, a todos mis miedos, a todas mis desilusiones. Decidí enfrentarme a todas mis debilidades. Una oposición, en palabras de uno de mis preparadores significa “una prueba de superación personal que os marcará en vuestra vida”. Es cierto, pero mucho más allá de obtener o no la victoria.

No voy a decir ahora que estaba  seguro de lograrlo, que nunca temí la derrota: fue todo lo contrario. Fue un miedo inmenso, constante, permanente, consistente. Tuve y he tenido mucho miedo, sentí y he sentido mucho pánico porque mi problema siempre fue no saber distinguir aquellas cosas por las que todavía valía la pena luchar de esas otras que debían abandonarse sin pena, o con pena. Pero también pensé que era una estupidez perder el presente sólo por el miedo de no llegar a ganar el futuro. Leí que un viaje de diez mil kilómetros comienza con un paso y que no es sabio el que sabe donde está el tesoro, sino el que trabaja y lo saca.

            Descubrí que los momentos no llegan nunca tarde ni pronto, llegan a su hora, no a la nuestra, no tenemos que agradecerles las coincidencias, cuando ocurran, entre lo que ellos proponían y lo que nosotros necesitábamos.

            Comprendí que hay ocasiones en la vida en que debemos dejarnos llevar por la corriente de lo que se sucede, como si las fuerzas para resistir nos faltasen, porque así, como con el miedo, de pronto ves  que el río se pone a nuestro favor, nadie más se da cuenta de eso, sólo nosotros, quien mire creerá que estamos a punto de naufragar, y nunca nuestra navegación fue tan firme.

            Recordé que la experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede y que una habilidad mediana, con esfuerzo, llega más lejos en cualquier arte que un talento sin él.

            De esta forma fui buscando porqués para enfrenarme a todos los cómo con el propósito de vencerlos. Empecé a andar despacio con el único fin de no tener nunca que desandar lo andado y ajustar siempre las velas para hacer de todos los vientos, vinieran de donde vinieran, fuerza para empujar mis velas.

De esta forma fui conociendo esas lágrimas solitarias y anónimas que no caen y se consumen en los ojos, esas que en la soledad enjuagan la incertidumbre de ese ser y no ser, ese tener y no tener, ese querer y no poder. Nadie sabe cuánto he llorado. Nadie sabe cuánto me he frustrado. Nadie sabe cuántas veces me hubiera dado por vencido.

Todo esto me ha enseñado cuán importante y preciso es saber lo que se quiere. Y cuando se quiere, que tener el valor de decirlo, y cuando se dice, es menester tener el coraje de realizarlo. En otras palabras: que uno puede llegar a ser lo que desea, sólo existe un gran obstáculo: uno mismo.

9:08

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , on 14 octubre 2009 by Jdcc

Mientras miraba por una ventana, diferente a esta por la que lees ahora, una más real, más concreta, más común y algo más mágica a pesar de la aparente poca mágica presencia de todas las ventanas; nótese si no me creen y hacen el esfuerzo de imaginar, el hecho de sustituir de repente una ventana por un muro en su dormitorio, en su casa, en su ciudad, cambiar todas las ventanas del mundo por muros…después de este anónimo y desapercibido gran invento del hombre, un mundo sin ventanas sería un mundo aún más ciego del que ya es…pues mientras miraba intentaba memorizar un montón de leyes para mi próxima prueba, leyes de esas que te enseñan la diferencia entre lo justo y lo injusto, leyes que separan en estos días y en este país nuestro el bien del mal, leyes benévolas y repletas de razones que dejan de manifiesto toda la injusticia que se mueve alrededor de ellas, y dentro también, para que negarlo….pues mientras miraba y memorizaba tenía el ruido subterráneo del desasosiego ante la inquietud de que no llegara, debido a Dios sabe qué, un mísero sms anónimo que esperaba desde hacía varios días el cual iba a suponer y debía significar evitar que siguiera torciéndose este camino que transito desde hace algún tiempo, de que se torciera otra vez lo que no debía de torcerse, de que lo imprevisto no venciera a la previsión, de que no llegara otra vez la mala suerte, por llamarlo así, disfrazada de buena…en definitiva, y permítanme el símil, de recibir ese lejano haz de luz del faro del puerto que persigo. Lo que ocurre es que, y esto fue lo que sentí verdaderamente justo un minuto después, a mis treinta y pocos años, que no son muchos ni pocos, he aprehendido que las cosas que fueron y quiénes fuimos no tienen o tenemos por qué ser, he aprehendido a distinguir lo importante de las cosas que importan, he aprehendido que la esperanza es lo último que se pierde (a pesar del tópico) porque quién resiste gana, he aprehendido a saber esperar, sobre todo a lo que tiene que llegar sin saber por donde ni cuando, he aprehendido que “lo que hace una senda son los pasos, no el camino”, he aprehendido que la belleza del paisaje, incluso la que se circunscribe dentro de un espacio cuadrangular de metro y medio por metro y medio, reside en un cincuenta por ciento en el paisaje en sí, mientras que la otra mitad está en los ojos del que mira, he aprehendido que hay mucha gente que mira, pero hay muy poca gente que ve…y justo cuando era consciente de todo esto que estaba pensando, justo cuando terminaba de sentir todo esto, justo en ese momento, sonó el móvil: era el sms que estaba esperando, eran las 9:08.

Ánimo vecino, tu mensaje está a punto de llegar también.

Después de Septiembre

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , , on 1 octubre 2009 by Jdcc

Despierta Octubre después de Septiembre,
y muere Septiembre después del verano.
Ya no habrá más días templados ni tibias madrugadas,
ya no habrá más término medio entre los extremos.

Ahora ya todo vuelve a su lugar.
Vuelven las sonrisas a las madres
y los niños a los colegios.
Vuelven los hombres a sus trabajos
y las vacaciones a los armarios.
Se quedan las arenas con su soledad.

Siempre me gustó Septiembre,
como un frío verano,
como un invierno suave,
como una primavera dibujada.

Ahora todo vuelve a su lugar.
Vuelve el calor a su recuerdo,
las nostalgias a las mañanas,
las rutinas a sus días,
las noches a sus tardes,
el frío al calendario.

Todo vuelve a su lugar,
como un breve desajuste de la conciencia.
Todo vuelve a su lugar,
como el secreto misterio de los tejados.
Todo vuelve a su distancia,
como el molino viejo.

Menos mal que siempre queda
Un Todo después de ti, como una rueda….
después de Septiembre.

De 32 a 21

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto on 4 septiembre 2009 by Jdcc

Una de las mejores formas de medir el tiempo y darse cuenta de cómo éste va pasando sin percatarnos es mirarse en el espejo que representan a veces las personas que nos rodean, sobre todo en los más pequeños que vemos crecer poco a poco, ellos nos sitúan perfectamente y nos envejecen de repente, como los hermanos. Un día estas dándole el chupete, el biberón, cambiándole los pañales, limpiándole las babas, lo llevas de la mano para que aprendan sus primeros pasos, le haces tonterías para robarles orgulloso una sonrisa, le calmas el llanto, les descubres pequeñas cosas de la vida y ellos te regalan cada día un trozo de vida nueva en cada diminuto gesto….inevitablemente, a pesar de la sangre, estos momentos crean vínculos sentimentales que se graban en alguna parte, no se donde, y permanecen. Poco a poco empiezan a crecer y se transforman en tu peor pesadilla, te joden los planes, te rompen tus cosas, alteran tu vida social, te desequilibran el sistema nervioso y la existencia y crees que todo se convierte en un caos, e incluso crees que puedes llegar a odiarlos. Pero siguen creciendo, y el día que menos esperas, van al colegio, al instituto, te das cuenta que cumplen dieciocho, se van de marcha, se compran un coche, que sale al mundo, se echa novia o amiguita y lo ves junto a ti y casi no lo puedes creer….juega con tus amigos al fútbol, compartes viajes, nocheviejas, sensaciones. Descubres sin quererlo que ya no es aquél mocoso que babeaba siempre, que pataleaba y exigía a base de llantos todo aquello que no conseguías saber que era, ya no reconoces al niño indefenso que dependía de ti, al que cuidabas, al que mimabas para aislarlo de cualquier problema, y sin embargo, en todo eso lo que no cambia es precisamente el sentimiento protector, y te sientes impotente cuando poco a poco se va enfrentando a este puto mundo y camina por las cosas que todos pasamos sin poder hacer nada para evitarle cualquier mal; se equivoca igual que te equivocabas tú, falla igual que fallabas tú, decepciona igual que decepcionabas tú (aunque el “igual que tú” nos cuesta reconocerlo debido a que la memoria es selectiva, sobre todo con nosotros mismos)…Te gustaría que tus experiencias le sirvieran a él para no errar, te gustaría que con tu dolor ya hubieras podido pagar el dolor que le está por llegar, intentas (torpe de nosotros) guiarlo por la buena senda…..pero no voy a descubriros cómo es la vida, ya sabéis lo que pasa en realidad. Lo que te queda es la certeza de sentir que harías cualquier cosa por él, que te cambiarías en las peores situaciones y saciarías cualquier sed a cualquier precio, y lo importante es el vínculo y las múltiples formas que tiene de manifestarse: amor, cariño, orgullo, risas, lágrimas, esfuerzo, dolor, admiración, reciprocidad, sorpresa, alegría, decepción, complicidad…..las personas somos seres extremadamente complejas, sensibles diariamente a miles de señales externas que interiorizamos, y la mayoría tenemos el defecto de no saber o poder manifestar adecuadamente lo que queda dentro a las personas que nos rodean, y peor mientras más cerca, y aún peor cuánto más fuerte es el sentimiento. Por eso hoy, al menos, no quería como hermano mayor de treinta y dos tener ese defecto con mi hermano pequeño de veintiuno: hoy (como otras muchas veces) me siento orgulloso de ti. Te quiero.

El mocoso

El mocoso

Cuidadín con el mocoso

Cuidadín con el mocoso

Malagueños por el mundo…

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , , on 25 agosto 2009 by Jdcc

A veces la gente que se inventa la televisión hasta llega a tener buenas ideas. Esta noche me he tropezado, como con una trampa, con un programa que me encanta: “Andaluces por al mundo”. Veo poco la TV por cuestiones obvias pero la verdad es que tanto la idea, como la realización y la producción de este programa consigue engancharme….y supongo que a más gente porque simultáneamente en la primera programaban “Españoles por el mundo”…..pero habrá sido casualidad. La cuestión es que el programa de hoy me ha tocado la fibra sensible por muchas cuestiones, la principal el destino: Dublín. Esta ciudad es la más conocida de un país espectacular, Irlanda, que multiplica su magia y sus encantos a medida que te alejas de su capital. En el agosto del año 2.006 tuve mucha suerte, y parte de ella fue embarcarme en un viaje que me llevó, entre otros destinos, a recorrer este país.

Tendría que escribir un libro para condensar todo lo vivido, lo sentido, lo experimentado, todo lo que vi, todo lo que descubrí, todo lo que se me quedó grabado a fuego en la piel y en el corazón para el resto de mis días. A parte de un país con una gente cortada con un molde parecido al mío (entiéndase al carácter andaluz, tan bueno como cualquier otro pero con su ingrediente secreto), fue la aventura de crear y sobre todo de compartir momentos que luego se transformarían en nostalgias sin nosotros saberlo….hablo de nosotros….os presento: Miguel Ángel (“el España”), Andrés, Perales y un servidor…bueno para ser justos Paco y Ana, que tendrán su post especial en otra ocasión.

Desde mi llegada a Dublín en viaje nocturno y algo alborotado con Perales, siempre tuve la sensación de lo que se presume como algo bueno y después se transforma en algo entre lo superlativo y lo inefable. Conducir por la izquierda (..a la izquierda por la izquierda y te vienen por la derecha….cuidadín), el irish breakfast, paisajes que te absorbían hasta integrarte en parte de él mismo y otros que te empequeñecían, la arquitectura singular de los edificios, la gente (todos los españoles que encontramos por el camino incluidos), Mizad Head, Kenmare (la música hispana, el hotel cerrado a cal y canto and the “inaceptable behaviour”), los acantilados de Moher (que sirve de fondo a esta ventana), las Islas de Arán (como información importante apuntaré que no sólo se conduce por la izquierda, los frenos de las bicis también están cambiados), Glendalough (si has visto Braveheart es posible que te puedas transportar) y mucho más….. y por supuesto Dublín….. la música celta en los tabernas perdidas de los pueblos, y la manzana de Paco, y las cuestas en bicicleta y los huevos (esto pertenece al post pendiente)……pero por encima de todo eso haber sentido lo que sentí, y haberlo compartido. Una vez leí en un libro que los viajes y conocer gente son la verdadera escuela de la vida….esta frase me la aprehendí, y desde entonces intento hacer de mi vida un continuo viaje con las fronteras que mis circunstancias me establecen.

Este pequeño post quiero dedicarlo a la magia de los viajes en general y al destino de Irlanda en particular, a la gente que viaja, que se arriesga a conocer lo que hay más allá de las fronteras de lo cotidiano pero sobre todo a mis amigos Miguel Ángel España, Andrés y Perales, con quienes compartí algunos de los días más enriquecedores de mi vida los cuales nunca querré olvidar….cuatro malagueños por el mundo….de la carretera de Cádiz.

P.D.: no querría dejar fuera de esta pequeña dedicatoria a mis amigos Manu y Lidia, por motivos que no explicaré pero que ellos seguro que sí entenderán. Un abrazo fuerte.

Malagueños por el mundo.

Malagueños por el mundo.

Como en una buena historia.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , on 31 enero 2009 by Jdcc

Álamos, 45: adiós «manquita».

Todavía no acierto a distinguir si hoy es el último día o el primero, porque como he aprendido hace poco de un amigo de hace mucho, todo es cuestión de perspectiva. Todavía recuerdo el anterior último/primer día que viví como si fuera hoy, porque sin darle permiso persiste en renacer en mí desde hace hoy 1 año, 6 meses y 18 días. Todavía retengo todas y cada una de las sensaciones de aquél trece de Julio, del antes y el después, de aquel delicado momento, de aquél preciso instante y de cada uno de los pasos que anduve para recorrer la distancia que separaba la plaza del teatro de “la esquina de Elvis”, la sombra de la luz, el infierno del cielo, la amargura del punto en el que sientes que algo bueno puede pasarte de nuevo….”nunca es demasiado tarde para recomenzar”…. Todavía soy capaz de sentir ese último abrazo, ese último beso, ese último adiós definitivo (en aquél momento sin suponer que lo eran….aunque a veces pienso que sí) y las últimas semillas de dudas sobre una compleja relación mientras me forzaba a mí y a mi cuerpo según me alejaba a no echar más la vista atrás para evitar dejar migas de pan o puertas abiertas, sin sospechar lo más mínimo que en cuestión de segundos, de repente, como las sorpresas o las trampas del camino, después de tanto desierto, vería por primera vez y de nuevo el mar en unos ojos, la luz en un rostro, la primavera en su sonrisa, mi camino en su timidez. Fue como percibir que llevaba esperando ese momento toda la vida sin saberlo, y como si todo lo andado hubiera sido la causa para esa consecuencia…fue como llegar a puerto. Y es que no es habitual hacer coincidir grandes placeres tan opuestos en un mismo sentimiento, haciéndolos incluso complementarios, simultáneos, homogéneos: el placer de descubrir y el de reencontrar.

Aquél día descubrí algo más que a la persona que encendería en mí una llama y me dibujaría una vida de calor y color con ventanas abiertas a una brisa. Ligado a ella apareció sin esperarlo, como en una buena historia, un lugar donde vivir, un refugio entre las nubes, una pequeña ventana al mundo, a la vida, otro punto de vista, otra forma de vivir, otra perspectiva. Encontré un pequeño apartamento. Días atrás había tomado la decisión de alquilar uno en el centro, en una triste tarde que compartía con un amigo y un poco de ron frente al mar, y en el que algo, aún no se qué, me hizo tomar la decisión de dar cambios a mi vida para vivir, o si tengo que ser sincero para escapar. Desde el primer momento en el que puse un pie en ese apartamento supe, con una certeza absoluta que jamás antes había sentido, que quería quedarme allí. Fue, como la oportunidad de ser otro en el mismo cuerpo, con el mismo nombre para recomenzar…..y todo ocurrió tan radical, tan veloz, tan intensamente….fue tan inevitable….que me inundaba la sensación de haber sido un mal sueño todo lo que hasta esos días me tenía amordazado, angustiado y que parecía tan doloroso y ahora tan lejano. De repente, pude sin pretenderlo, separar lo bueno de lo malo y elegir…..libremente.

Desde ese lugar, el que ha sido mi hogar (que no mi casa) desde aquel día escribo ahora enfrentando mi pasado, mi presente y mi futuro como un reflejo mismo de lo que él representa. Me siento vinculado a este viejo edificio, renovado por dentro, con el alma viajera (que no vieja) moldeada por el paso de los años y la experiencia de los cambios que el tiempo le regala a esta ciudad, y que mira, como enamorado, hacía un tesoro en piedra con alma propia y viva (como he descubierto) dónde miles de personas noctambulan sopesando cómo el paso del tiempo no minora el valor de una vida, sino que la hace más hermosa cada día. También con ese otro edificio he creado, o lo ha hecho él conmigo, unos lazos con nudos de esos que toman más fuerza a medida que intentas soltarlo, atrapándome sin saberlo en ese embrujo desconocido de los silencios compartidos, silencios gigantes como los de una catedral.

Mirando por mi pequeña ventana al mundo voy intentando adivinar qué nos deparará mañana este camino, y levanto la vista para admirar ese silencio y preguntarle, y en su silencio encuentro a veces respuestas, a veces más preguntas y otras susurros… pero siempre consuelo. Cada mañana de cada día no he dejado de darle los buenos días, robando al tiempo algunos segundos para abstraerme del mundo y sentir su perspectiva. Cada noche antes de dormir, le echo un guiño cómplice y le hablo sin hablar (con los silencios y las miradas….como lo hacen los enamorados), y las alegrías tristes (saudades que me enseñó Pessoa) que no comparto, ella las adivina. Y todas las noches parece la misma, igual, inmutable, pero cada noche es distinta. Su aliento me llega, me encuentra y me traspasa como una lluvia. Su naturaleza me empapa, y yo me dejo arrastrar a ese influjo sin prestar la más mínima resistencia.

Cada día de este tiempo, he aprendido a descubrirla, a disfrutarla y a enamorarme de ella y de la vida que aglutina. Cada día de estos días me he aguantado la tristeza de un adiós dibujándola con rutina. Pero ahora me voy, nos vamos, y no quiero disimular ni despedirme, porque las tristezas forman parte de la vida tanto como las alegrías, y hoy le decimos adiós….y me niego a negarme el sentimiento que nace dentro de mí…..así que mejor un hasta luego…..o mejor aún un hasta pronto, que nunca se sabe…..como en las buenas historias.

Buen día.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto on 21 enero 2009 by Jdcc

Bienvenido a esta, mi pequeña ventana al mundo.