Archivo de Oportunidades

Realidades y promesas, sueños y realidades. Girar y girar.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , on 16 abril 2011 by Jdcc

Parte II.- Sueños y realidades.

No es agradable la sensación. Suelo escribir sobre cómo veo el mundo y lo erróneamente que suele funcionar todo, sin perder la esperanza en que aún las cosas son mejorables. Esta vez la vida no fue justa conmigo, y ni siquiera fue sincera, que es aún peor. Quizás el hecho de tener que recuperarme de la fractura y la posterior rehabilitación me hizo pensar algo menos en ello, o eso siento ahora.

La justicia al menos sí fue justa tiempo después, a cambio de pagar el precio de enfrentarte a personas y situaciones, ver y oír cosas que nunca pensé me podrían llegar a suceder. Cristalicé en una persona que no decía sino lo estrictamente necesario, a quienes era necesario y cuando era necesario. Me alejé del mundo. Cuando lo has dado todo por algo o por alguien y te la juegan, de eso no creo que uno vuelva a recuperarse del todo y/o para siempre.

Algunas noches después del día en que me despidieron, de entre el sueño y la vigilia, me asaltó un pensamiento, una inquietud, una idea, un sueño que iba a llevarme a prepararme unas oposiciones, entre otras muchas razones, para no volver a estar en manos de nadie. Desde ese momento empecé a dudar de mí y de mis posibilidades. Decidí entonces enfrentarme a mí mismo, enfrentarme a todos mis fracasos, a todos mis miedos, a todas mis desilusiones. Decidí enfrentarme a todas mis debilidades. Una oposición, en palabras de uno de mis preparadores significa “una prueba de superación personal que os marcará en vuestra vida”. Es cierto, pero mucho más allá de obtener o no la victoria.

No voy a decir ahora que estaba  seguro de lograrlo, que nunca temí la derrota: fue todo lo contrario. Fue un miedo inmenso, constante, permanente, consistente. Tuve y he tenido mucho miedo, sentí y he sentido mucho pánico porque mi problema siempre fue no saber distinguir aquellas cosas por las que todavía valía la pena luchar de esas otras que debían abandonarse sin pena, o con pena. Pero también pensé que era una estupidez perder el presente sólo por el miedo de no llegar a ganar el futuro. Leí que un viaje de diez mil kilómetros comienza con un paso y que no es sabio el que sabe donde está el tesoro, sino el que trabaja y lo saca.

            Descubrí que los momentos no llegan nunca tarde ni pronto, llegan a su hora, no a la nuestra, no tenemos que agradecerles las coincidencias, cuando ocurran, entre lo que ellos proponían y lo que nosotros necesitábamos.

            Comprendí que hay ocasiones en la vida en que debemos dejarnos llevar por la corriente de lo que se sucede, como si las fuerzas para resistir nos faltasen, porque así, como con el miedo, de pronto ves  que el río se pone a nuestro favor, nadie más se da cuenta de eso, sólo nosotros, quien mire creerá que estamos a punto de naufragar, y nunca nuestra navegación fue tan firme.

            Recordé que la experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede y que una habilidad mediana, con esfuerzo, llega más lejos en cualquier arte que un talento sin él.

            De esta forma fui buscando porqués para enfrenarme a todos los cómo con el propósito de vencerlos. Empecé a andar despacio con el único fin de no tener nunca que desandar lo andado y ajustar siempre las velas para hacer de todos los vientos, vinieran de donde vinieran, fuerza para empujar mis velas.

De esta forma fui conociendo esas lágrimas solitarias y anónimas que no caen y se consumen en los ojos, esas que en la soledad enjuagan la incertidumbre de ese ser y no ser, ese tener y no tener, ese querer y no poder. Nadie sabe cuánto he llorado. Nadie sabe cuánto me he frustrado. Nadie sabe cuántas veces me hubiera dado por vencido.

Todo esto me ha enseñado cuán importante y preciso es saber lo que se quiere. Y cuando se quiere, que tener el valor de decirlo, y cuando se dice, es menester tener el coraje de realizarlo. En otras palabras: que uno puede llegar a ser lo que desea, sólo existe un gran obstáculo: uno mismo.