Archivo de septiembre, 2023

Cuarto menguante.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags on 3 septiembre 2023 by Jdcc

Amanece el primer día de septiembre. Pienso en la imagen de la inmensa luna llena, literalmente roja, de anoche saliendo del mar y en este verano extraño, oscuro y caluroso mientras voy tomando las curvas con la moto por la carretera de la costa. A mi derecha, esa luna llena gigante ahora luce de blanco radiante y resiste encima de la montaña, entre los últimos claroscuros, a las primeras luces del día. A mi izquierda, un manso e infinito mar mediterráneo sobre el que segundo a segundo comienza a aparecer el sol. Hay instantes en los que ambos astros casi se me muestran simultáneos en mi campo de visión. Inefable. Entorno los ojos para no cegarme y miro al frente. Hace casi media hora que he salido del que siempre fue y será mi barrio, de ese barrio mío donde todo sigue intacto como si fuese un agujero negro o como un laberinto atemporal de sonidos y espacios donde todo ocupa su lugar. Un barrio donde el mismo cielo se dibuja recortado por las aristas de los altos edificios de viviendas, donde la ropa tendida luce al precipicio de los balcones y ventanas. El barrio donde siguen ocupando su lugar los abetos que vigilan sobre el muro y las rejas del colegio, antes todo de negro, ahora vestido de colores pero siempre paraíso perdido. El barrio con el mismo parque por el que anduvimos. Ocupan su lugar en la vereda de asfalto y sobre las aceras esa negra pátina de manchas indelebles. El mismo portal de siempre, el número veinte, también ocupa su lugar, con la misma penumbra haciendo de refugio y guardián de los secretos por donde entran y salen los rostros envejecidos de los mismos vecinos. La misma liturgia de saludos y gestos. Ocupa su lugar la misma planta segunda, la misma puerta cuatro, todo ocupa su lugar. La misma llave que se gira, la misma puerta que se abre, el mismo pasillo que se extiende. Todo ocupa su lugar. La misma distancia, los mismos pasos, el mismo contraluz de la terraza al fondo reflejado sobre el suelo, todo ocupa su lugar, todo, todo, todo, menos este silencio nuevo, extraño, oscuro y profundo que se ha quedado ocupando el espacio que habilitó la torpeza de mis brazos sosteniendo la fragilidad de tu cuerpo inerte. Todo ocupa su lugar menos tu silueta acurrucada en la esquina de la terraza dominando con gesto tranquilo, sereno y curioso los tiempos. Ahora se ha roto toda la geometría de ese lugar desde que ya no lo ocupas, desde ese último día de agosto, ese último día de agosto que cuando se oscurecía del todo, dejó salir lentamente una luna teñida de rojo sobre el negro cielo, detrás del mar oscuro, como un gesto cómplice, como diciendo adiós.

P.D.: para Luna, la perra, la mascota, la guardiana, que ahora juega tranquila en el paraíso de mis mascotas perdidas.