Archivo de junio

Siete años sin primaveras.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , , , , , on 27 junio 2019 by Jdcc

En las últimas dos semanas me vengo acordando mucho de mi último trayecto por el Camino de Santiago; llegando a Muxia, cada paso era una profunda e intensa tortura por constantes pinchazos de dolor en las dos rodillas por un incidente durante el trayecto y que me hizo estar a punto de abandonar en las últimas etapas. Se que alguien a esto me hubiera dicho: “si no consigues acabar no pasa nada”, pero esa lección de aceptación de la derrota (incluso no verlo de ese modo) es algo que aún me queda por aprender como tantas otras cosas.

Ese día, mientras bajaba la última montaña, ante el insoportable dolor pregunté a unos hombres que estaban trabajando en el bosque cuánto podía quedar: me dijeron “unos diez kilómetros”. Cojo de las dos piernas mi moral se hundió como un cuchillo en la mantequilla. Mi cabeza explotó haciendo cálculos mentales sobre velocidad del paso, horas transcurridas y algo no me terminaba de cuadrar. Al poco me encontré con otra cuadrilla y ante mi absoluta desesperación volví a preguntar: esta vez me aseguraron tras insistir que “aún faltan unos tres kilómetros”. Mi ánimo dio un vuelco radical. Al poco un cartel me confirmó esta última información y ya iba viendo el mar y el pueblo a lo lejos. No me lo podía creer. A pesar del dolor en las rodillas que arrastraba desde hacía días me empecé a decir a modo de mantra: “ya está ahí, ya está ahí, no te rindas ahora, no dejes de caminar, no dejes de caminar, sigue adelante…”. Cuando encontré el albergue la sensación de satisfacción fue inmensa y directamente proporcional al alivio que sentí en mis piernas…..nunca olvidaré ese día ni el atardecer junto al Santuario Virgen de A Barca. Cualquiera que tenga oportunidad debería ir a ese lugar y sentarse a ver dormir el sol en los brazos del mar.

Escribo estas líneas en la madrugada del 26 al 27 de Junio. Hoy tocaba trasnochar con alguna cerveza para celebrarlo. Sin duda un día que quedará marcado para mí.

Hace siete años, tras aprobar unas oposiciones, decidí embarcarme en el reto personal de sacarme una carrera, y con ella, una espina clavada en mi orgullo personal. Por circunstancias que no vienen al caso elegí la UNED para ello.

Para alguien como yo que nunca tuvo voluntad ni constancia para estas cosas, suponía enfrentarme a un fracaso anterior. Pero empecé a caminar.

Aún puedo saborear cuanta frustración sentí en los comienzos por la falta de información y la inmensa soledad que puedes llegar a sentir en este universo “unediano”. Hoy recuerdo todas las tardes dedicadas, los libros resumidos, todas horas delante de los apuntes y el ordenador, todos los kilómetros recorridos desde mi casa al trabajo, del trabajo a la universidad y de la universidad al hogar. ¡¡Cuanto esfuerzo por dios!!. Por suerte mi compañera de vida supo tener la paciencia de soportarme, enseñarme, motivarme, cuidarme e inyectarme todo aquello que me faltaba. Sólo nosotros sabemos cuantos jirones de nuestras vidas hemos dejado por el camino. Nunca tendré gratitud suficiente.

     Muchas personas aparecieron con el tiempo. Suficientemente importantes para reflejarlos, excesivamente en número para nombrarlos (te reconocerás en mayor o menor medida si leyendo esto sabes de qué estoy hablando, porque por insignificante -o importante- que haya sido, me aportó…..no te quepa duda). Pero al final es un camino que afrontas sólo. Sólo. Y tocó enfrentarse así a todos los miedos, las carencias, las inseguridades, las sombras, los malos momentos, sacando a veces fuerzas de donde no las había. Y tocó llorar mucho algunos días delante del espejo y gritarse a uno mismo para poder seguir adelante acompañado tan solo de alguna canción motivadora de fondo. Pero todo eso al final te hace fuerte.

Es muy posible que en el futuro eche cosas de menos. Mi miedo a fracasar y la autoexigencia me lo hacían pasar mal en la época de exámenes. Lo peor, estar siete primaveras sin caminar entre sus flores ni disfrutar de ese clima perfecto, verlas a través del cristal y dejarlas pasar entregado a un reto. Siete primaveras. Dicho ahora, parecen pocas, vividas día tras día parecieron eternas en el silencio del cielo de las negras noches oscuras y solitarias.

Y hubo momentos de flaqueza, de dolor, de estar al borde del abandono….. pero es que un día de hace unos años me prometí que “en este vaivén de planes sin marcar….. no hay colisión, ni ley, ni gravedad que te pueda hacer caer aunque tiren a dar (1)”, y por eso seguí y seguí, paso a paso, día a día, hora a hora, minuto a minuto, con la misma voluntad inquebrantable del día de Muxia, hasta el día de hoy.

Y hoy miré la plataforma “ALF” de la Uned y resultó que sí, que un día todo acaba, y que acaba bien….. pero que duro fue dios, que duro fue…..aunque seguro que el recuerdo será siempre más dulce que ese día a día, como aquel atardecer en Muxía.

Orgulloso de mí, GRACIAS a todos.

(1).- Verso de la canción «Lo que te hace grande» de Vetusta Morla.