De las grandes cosas a las pequeñas.

No. No fue como la esperé. Es cierto, me confieso. Pero también es cierto que con el tiempo, uno aprende a vivir mejor con lo que tiene y con lo que le viene intentando no necesitar caminar siempre con esa mochila tan grande con la que a veces tiramos de cosas pendientes, de errores, de torpezas, de carencias, de exigencias, de frustraciones, de anhelos, de esperanzas, de tropiezos, de desengaños, de deseos, del futuro que nunca llega. Todo pesa demasiado en ocasiones para un viaje largo, y yo prefiero viajar ligero con el equipaje de mano de las cosas importantes.

No. No es como la pensé. No he podido viajar ni por España ni al extranjero, ni tachar de la lista algunas de mis ciudades pendientes, no he podido hacer esas ansiadas rutas de senderismo ni esas escapadas de fin de semana en moto, ni tampoco disfrutar de las tardes primaverales de Cabo Pino ni de los atardeceres mágicos desde las Dunas de Artola. No he hecho nada de eso. Pero con el tiempo, en este tiempo, sí he hecho otras muchas cosas que nunca pensé y he aprendido a ver y sobre todo a valorar un tesoro de infinitas cosas pequeñas que se esconden detrás de todo lo grande y que se muestran dejándose ver a quien se detiene a observar. Lo que mejor huele de todo el gran árbol es la flor pequeña que surge de la rama que cuelga; lo que mejor sabe es el fruto que nace después.

No. Esta primavera tan larga como un invierno no es la que soñe, pero es la que es, y simplemente es la mejor que puedo tener. Y cada día es para mí un regalo que descubrir.

                   Un mágico atardecer en las Dunas de Artola

Una respuesta to “De las grandes cosas a las pequeñas.”

  1. Anónimo Says:

    También es un regalo poder leer textos como este, gracias JD

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