Archivo de trabajo

Después de Septiembre

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , , on 1 octubre 2009 by Jdcc

Despierta Octubre después de Septiembre,
y muere Septiembre después del verano.
Ya no habrá más días templados ni tibias madrugadas,
ya no habrá más término medio entre los extremos.

Ahora ya todo vuelve a su lugar.
Vuelven las sonrisas a las madres
y los niños a los colegios.
Vuelven los hombres a sus trabajos
y las vacaciones a los armarios.
Se quedan las arenas con su soledad.

Siempre me gustó Septiembre,
como un frío verano,
como un invierno suave,
como una primavera dibujada.

Ahora todo vuelve a su lugar.
Vuelve el calor a su recuerdo,
las nostalgias a las mañanas,
las rutinas a sus días,
las noches a sus tardes,
el frío al calendario.

Todo vuelve a su lugar,
como un breve desajuste de la conciencia.
Todo vuelve a su lugar,
como el secreto misterio de los tejados.
Todo vuelve a su distancia,
como el molino viejo.

Menos mal que siempre queda
Un Todo después de ti, como una rueda….
después de Septiembre.

La cola

Posted in Historias del día a día with tags , , , , , , on 14 agosto 2009 by Jdcc

La principal acepción de esta palabra, según el diccionario de la Real Academia es la de extremidad posterior del cuerpo y de la columna vertebral de algunos animales. Es una palabra derivada del latín “cauda”. También puede significar pasta fuerte translúcida y pegajosa que sirve para pegar. En esta ocasión nos centraremos en la primera. Las colas pueden ser largas o cortas, pueden tener diferentes tamaños dependiendo del animal, y de muchísimos colores y texturas, porque pueden ser de pelo, de plumas…etc.. Las colas tienen una función determinada en el reino animal más allá de lo que puedan pensar algunos: de alguna forma tienen que terminar los animales o así resultan más bonitos….pues no, tienen su función dentro de la fisiología salvaje como punto de equilibrio, sensor de estímulos, expresión de estados de ánimo…etc. Derivada de esta acepción, esta palabra ha ido desarrollándose para ser utilizada en otros ámbitos: la cola de la carrera en un evento deportivo, para la terminación de algunos tipos de ropas, trajes o vestidos, la estela de los cometas y por ejemplo, la hilera de personas que esperan vez. “Vez”, dícese del lugar que a alguien le corresponde cuando varias personas han de actuar por turno (según también la Real Academia), de ahí la famosa expresión: ¿quién da la vez?, o ¿quién da la “B”? que es lo que siempre creí durante mucho tiempo, como si la “B” fuera una marca en la frente que había que ponerse y pasar a otro o un testigo como en las carreras de relevos, y que todo el mundo quería quitarse cuanto antes de encima…..o, ¿quién es el último?, y todo el mundo te señala con un dedo inquisidor como si fueras el tonto de la fila……y siempre levantas el dedo como con miedo, pero lo sueltas como diciendo: ahora el tonto es otro, con una sonrisa disimulada. Pues bien, vamos a centrarnos concretamente en este tipo de cola. Recientemente, para los que no lo sepan, soy oficialmente nuevo desempleado desde el día doce de agosto de dos mil nueve o como se suele decir, un “parado” más: cuando se dice así parece que la intención es decir “tarado”, ¿no dicen que hay que probarlo todo en la vida?, pues he aquí la prueba. Pues bueno, la cuestión es que me planté a las ocho y media de la mañana camino de la oficina del paro más cercana para apuntarme al paro (el día antes había aparecido a las diez y media y tuve que darme media vuelta, en ese momento descubrí la realidad que existe detrás de las medias verdades de los telediarios…bueno ahora se le llaman informativos), pero para apuntarte antes tienes que superar la prueba (sí, sí, no es coña, como en los programas de la tele), la prueba final, la prueba definitiva: la cola del paro. Esto, para el que no ha sido/estado parado (creo que es de las pocas expresiones que tiene sentido con ser y estar…corríjame si me equivoco Sr. Santaella) no lo puede entender.

Fui madrugador porque tenía la intención de ser de los primeros, y efectivamente, fui de los primeros, de los primeros aproximadamente treinta o cuarenta que habían llegado más temprano, uno de ellos mi amigo J.A.P.C. (no es que me avergüence de ser tu amigo P., faltaría más, pero a lo mejor no te hace gracia salir en un post que habla sobre parados, si quieres lo cambio) que me explicó que ese día no era de los fuertes, hace unos meses tuvo que ir una hora antes porque a las ocho y media la cola “daba la vuelta a la manzana”. “Joder”, pensé yo, y aunque “joder” no fuera un pensamiento muy desarrollado, pero fue espontáneo. Me puse hasta un poco nervioso. Como no podía hacer otra cosa que esperar me puse a observar y descubrí que la cola del paro puede subdividirse entre los que van a sellar (los veteranos), los que vamos de primera (los novatos), los que van a protestar (los de siempre) y un grupo de varios. Empecé a observar a las personas, y me invadió la sensación de que aquello era con un submundo donde habitan los incapaces (he dicho habitan, bueno habitamos), casi cuatro millones, que no son pocos (oficialmente claro, así que casi podríamos reclamar nuestra independencia….bueno, mejor que no) y por supuesto tiene que haber de todo. Apareció un mujer que en la cola sólo hacía vociferar que en el sur había mucha falta de respeto, porque hubo algunas personas que, muy disimuladamente o mejor dicho distraídamente, quisieron colarse en… la cola del paro. Por supuesto apareció más de un y una kinki (esta especia no podía faltar), apareció el indignado sabelotodo protestando contra el sistema y contra el color de las sillas, apareció el empedernido “movilómano” con sus auriculares sin dejar de teclear hasta el momento de su turno, apareció un tipo con pinta de venir de trabajar de una obra que venía a sellar (no se molestó ni en disimular)….y así un amplio grupo de representados de la sociedad común, hasta el que le olía el aliento a alpiste mañanero, y hasta la que quiere ligar contigo: pensé, aquí solo falta que te den de comer y una cama para tenerlo todo. Por un momento me olvidaba de la existencia de esos seres majestuosos que muestran su superioridad al resto de los mortales y especialmente a nosotros los parados que son esos funcionarios despechados a los que parece que les molesta tu presencia y hasta incluso tu existencia, y no te digo nada si haces alguna pregunta adicional a su perfecta explicación de las cosas, en ese momento cogen aire profundamente como llenándose los pulmones de paciencia para poder soportarte un momento más…..quizás exagere porque también en este grupo hay de todo, pero de éstos también los hay.

No voy a aburriros con todos los procedimientos (a menos que haya petición explícita) porque sería un poco largo, como la cola del paro, pero la verdad es que llegas a pensar muchas cosas, entre ellos el “yo no debería estar aquí”, como los presos, que siempre son inocentes. Empiezas a sentirte incómodo con tu situación, pero es cuestión de racionalizar las cosas, de pasarlas por el filtro de la realidad más que por el filtro del corazón, porque sino tiendes a lamentarte y eso no es bueno. Una vez terminada toda la burocracia, y de descubrir que puedes sellar registrando tu huella digital en una máquina para evitar colas (la tecnología al servicio del parado), recogí mi carné del paro y salí por la puerta despidiéndome hasta dentro de tres meses.

Al caminar para ir al coche, observé doblando una esquina a un muchacho de unos veinte años, enjuto y descamisado empujando un carrito del PRYCA (yo lo sigo y lo seguiré llamando así) que iba recogiendo trozos de chatarra. Sin dejar de caminar observé su mirada, y esa si que no la puedo describir, pero os puedo asegurar que el sentimiento que me invadió estuvo mucho más cercano al de admiración que al de lástima, creo que porque él mismo no quería reflejarla, creo que porque él mismo no la sentía, demostraba más capacidad de lucha y de sacrificio que muchos día a día en sus trabajos o muchos de los que aguardan o aguardamos día a día en la cola del paro. Resulta una realidad innegable, que por muy mal que estés, siempre habrá alguien que está peor que tú.

El camino

El camino

El carné del paro.

El carné del paro.