Archivo de ruptura

Sin naranja, ni media ni entera

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , on 24 marzo 2013 by Jdcc

Recientemente he podido volver a tener la oportunidad y la suerte de dialogar –que gran palabra- con un viejo amigo, aunque realmente no quedaría bien encuadrado si lo situara sólo dentro de ese estatus personal, pues supuso y supone algo más que eso, dado que en algunos momentos de mi vida llegó a ocupar, por sus propios méritos, algunas ramas de mi incompleto árbol genealógico. Él, con todos sus defectos y manías, me regalaba y me sigue regalando un master en vida por cada hora de conversación, y eso es una fortuna incalculable que deja una deuda impagable para cualquier persona.

         Esta vez, como en otras aunque en escenario diferente, recorrimos la tarde a bordo de una conversación que dejó todas las cartas descubiertas, sin nada que ocultar, y esto, no puede hacerlo uno con todo el mundo. En una esquina de la tertulia, le  puso de nuevo forma a algún sentimiento que nunca supe explicar, moldeó con palabras eso que, aún si yo saberlo, tenía dentro de mi arquitectura como persona pero sin haber podido darle forma y sin haber sido capaz de hacerlo aflorar: la inexistencia de eso que llaman nuestra respectiva  media naranja, o mejor dicho, que aquel o aquella que andamos buscando en el transcurso de nuestra vida, no debe tener esa simbólica forma si queremos dar con la persona adecuada. Me explicó, que es más completa y acertada la imagen geométrica que representan dos puños unidos entre sí, por contradictorio que en un primer momento pudiera parecer: en esa imagen que debería definirnos, los amantes o compañeros, o en cualquiera otra forma de relación humana, no han de unirse artificialmente para cerrar una esfera incompleta donde uno es la mitad de un todo, en ella los amantes, como individuos independientes, únicos e indivisibles, se unen, se adaptan y complementan, se moldean y se ajustan, se rectifican y se acomodan  para un mejor compartir en el transcurrir del tiempo en el que hayan de relacionarse, que por supuesto, no tiene que ser eternamente.

         Me dio que pensar.

        Más tarde, cuando caminaba ya sólo de vuelta, y por extensión a lo aprendido, me asaltó otra imagen semejante que explicaba de igual forma la esencia de la idea: la de dos amantes que dividen equitativamente el espacio de su cama para dormir. En contraposición la de otros dos amantes, que ocupan el espacio de su cama, pero no lo reparten, lo comparten, entrelazando como en un nudo sus piernas, arrullándose como una flor con sus brazos, y quedando abrazados y atrapados por sus aromas corporales durante las horas de sueños, como dejando enfriar la externa soldadura de un solo corazón.

          Y supe con qué quedarme.

      Las conclusiones de ese día: que uno es el producto de un conjunto de elementos sumandos, de tal forma que, mientras más sumandos,  se engrandece el resultado –por la experiencia-; que todo ello siempre surge tras el secuestro oportuno de esos pensamientos que te asaltan y te atrapan cuando no piensas en nada, cuando menos te lo esperas –por el destino: viento, vela y timón que nos lleva y nos guía-; y que, aunque sea muy de vez en cuando, siempre es bueno poder comprobar que sigue ahí el tesoro que tiempo atrás, guardó uno en fundo propio –por el amigo-.

Dos puños enfrentados

Dos puños enfrentados