Archivo de rock

I follow the sun

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , , , , , , , , , , , , on 21 junio 2015 by Jdcc

Me reconozco una persona sumamente complicada a veces. Es lo que, entre otras cuestiones, han de soportar quienes me rodean. El otro día me dio, después de darle no pocas vueltas a la cabeza, por comprarme un cargador de pilas recargables con su correspondiente pack de pilas doble AA y triple AAA[1] , como no podía ser de otra forma (véase nota al pie número uno). Esta nueva adquisición me sirvió para poner en funcionamiento otro artilugio comprado con anterioridad y alevosía y no menos complejo para mis cortas expectativas: una especie de walkman[2] (véase nota al pie) que, siendo conectado a través de un cable USB a un ordenador, y gracias a un software o programa informático incorporado hace posible la transformación de la música contenida en los viejos cassettes -o cintas[3] que decíamos en mi época- al actual e incomparable formato mp3[4].

No tengo más remedio que ser un poco humilde y reconocer que para mí esta fusión, a pesar de quedarme un poco grande, empezaba a cobrar vida propia: para que os hagáis una idea del sentido de mi emoción, pensaba que era como tener en el salón de casa un condensador de fluzo con un poco de uranio enriquecido adquirido en el mercado negro a unos iraníes[5]. Pero a este explosivo dúo tecnológico le faltaba, para llevar a buen puerto mi plan genial, la tercera pieza indispensable. A saber: una vieja caja de cartón que trasladé en mi primera mudanza desde la casa de mis padres a la que sería la mía y que supondría, a la postre, mi independencia hace casi diez años ya. Esa caja permanecía –y no exagero- en el mismo lugar donde la solté aquel primer día. La caja –por si se lo están preguntando-, estaba llena con una variada colección de unas trescientas cassettes – o cintas, como se prefiera- con música que, tiempo atrás, fui escuchando, seleccionando y grabando. A pesar de toda la tecnología disponible, al final, volviendo a la simple complejidad que a veces me domina, no puse en marcha mi primigenio, ambicioso y genial plan de pasar todas esas cintas a mp3. Cuando abrí esa pesada caja me vino a la cabeza aquel mito de Sísifo[6]. Por ello, y a la vista del arduo trabajo que podría suponerme y con tal de no acabar como el tipo éste del mito, decidí cambiar a un plan alternativo algo más relajado y adecuando a mi escaso tiempo disponible. Así, llevo días en los que voy escuchando poco a poco todas esas cintas como lo hacia tiempo atrás cuando iba descubriendo lentamente la música que contienen. De eso hacía ya más de veinte años. Ahora, de nuevo, yo, mi walkman, mis auriculares y mis pilas «cabalgamos de nuevo», aunque eso si, con un menor coste que antaño gracias a mi pack de recargables.

Una vez puesto en marcha mi plan genial, al ir sacando esas viejas cintas una a una e ir escuchándolas, de repente, sin esperarlo, sin pretenderlo, sin buscarlo, he ido siendo transportado, arrancado de este tiempo presente con suma brusquedad, y lanzado en un viaje, como acelerando en mi Delorian particular, a un tiempo pasado, a un momento concreto, exacto, inequívoco, donde algo comenzó. Donde tuvo lugar esa chispa no conocida, ni esperada, ni buscada. A un instante donde fueron tomando forma esas sensaciones hasta hoy olvidadas, enterradas, escondidas, inefables, pero latentes en la profundidad de mi alma y que, sin ser conscientes de ellas en aquel tiempo y sin saberlo hasta hoy, renacen en este preciso tiempo en el que las reconozco nítida y perfectamente: el instante donde comenzaron a construirse parte de la persona que soy así como mi historia personal con la música, las canciones, las melodías, las voces, los silencios, los primeros acordes de guitarra que me hicieron protagonista de mi propia historia, de mi sueño aparte que construiría tiempo después, y de mi particular y actual saudade. Esa historia de la música y con la música no habría sido la misma de no haber tenido la suerte de que la vida me condujera y situara en aquel instante, ante aquella chispa.

Las canciones que voy escuchando me transportan a los días que pasaba, y sobre todo y especialmente, al día en que entré por primera vez en casa de mi amigo Perales: lo siento ahora como si estuviese allí; lo siento así, cada vez que pulso el play del walkman. Al abrir la puerta sólo dí unos pasos, al final del largo y negro pasillo de la entrada, y sin moverme de allí, descubrí, por un lado, una lejana luz que aproximaba esa enorme distancia hasta el salón, un haz brillante disparado por los paneles de un equipo de música; y por otro, la persona que en una presencia distante, casi misteriosa, pero intuida y perceptible, era acompañado por la música de Paul McCartney, que sonaba fuerte y clara y estaba siendo escuchada. El momento duró pocos minutos. Nos fuimos.

Cuando volví por segunda vez, era de día, estábamos solos Perales y yo, y me mostró lo que no sabía aún ni podía imaginar que se convertiría en la fuente que, descubriéndome una sed natural, me animaría a beber insaciablemente provocándome con ello, sólo más ansias de beber. Jamás hasta ese momento había yo contemplado tanta cultura aglutinada, tal colección de vinilos, cd´s, cassettes, libros, instrumentos musicales…etc. Jamás fui consciente hasta entonces de eso que, calladamente, dormía de forma aletargada en mi interior esperando su devenir concreto: la música. Su padre, Ignacio, junto a él, compartirían conmigo todo aquel material que yo les pedía solícito, ansiada e impacientemente.  Aún más; me darían lo que nunca podré devolver, me regalarían lo que no podré tampoco agradecer de forma equitativa. Entre otros caminos de la vida, compartirían, me darían y regalarían a través de toda esa música un universo de notas, voces, matices y melodías. La fuerza del rock, los guiños del blues, el mundo interior de los cantautores, el secreto de la música clásica y la sensibilidad que escondían las arias aún sin entenderlas (precisamente porque no había que entenderlas sino sentirlas). La experiencia de aprender a tocar, de componer canciones y emociones que nunca seré capaz de transmitir, de explicar, de reproducir; me dieron las herramientas para construir un puente que me llevó a nuevas formas de sentir, de percibir, de expresarme; un puente construido desde una cierta ignorancia al conocimiento, desde el silencio del que anda perdido hasta ese que aparece camuflado y se ordena entre las notas musicales para darles sentido. A reconocer cómo lo ajeno se solapa con lo propio; lo intemporal de la música; cómo distintas personas de distintas épocas y lugares podían sentir y transmitirse gemelos sentimientos. Descubrir lo que nos une más allá de lo que nos separa como personas. Nunca jamás habría vuelta atrás.

Todo aquello renace en mi hoy con más fuerza que entonces si cabe, con cada cinta que pongo ahora en este walkman con su ruido de fondo, con su zumbido del cabezal, con su crujir del botón de play;  con cada canción que reproduzco y que fue grabada de aquellos cd´s, de aquellos vinilos, de aquellas cassetes, de aquél salón……y todo ello, sin necesidad de mp3, ni usb, ni programas informáticos, tan solo con la tecnología más misteriosa: la de los sentimientos que surgen y se guardan para siempre sin saber ni entender donde ni cómo ni cuando.

De esta forma pues, descubro que así como lo útil suele estar en lo moderno, lo bello suele permanecer en lo antiguo.

Otras personas llegarían luego para completar todo lo que allí aprendí, pero aquella semilla, aquél agua, aquella sed, aquella luz, plantarían la riqueza impagable que hoy siento, y será siempre mérito suyo, de los dos: uno, el hijo, por abrirme la puerta de su casa y su amistad, el otro, el padre, por enseñarme cómo se llega al alma de las cosas. Ambos por regalarme una vida de lujo con todas esas canciones que ataron mi vida a los recuerdos en la tela de la memoria como un remiendo al olvido.

Han pasado ya un par de semanas desde que empecé, y sigo extrayendo cada día viejas cintas, y mientras, escribo; y las rebobino para volver a empezar, para saborear esa misma sed una y otra vez en cada melodía, y con ellas, notar esas mismas ganas de beber, con la satisfacción de saber que no saciaran nunca mi sed.

“You and I have memories
longer than the road that stretches out ahead” (Two of us, The Beatles)

“One day you’ll look to see I’ve gone
for tomorrow may rain,
so I’ll follow the sun….” (I follow the sun, The Beatles)

P.D.: Además de para los ya nombrados, también para Mariví (la madre de mi amigo): por tener la habilidad, no de conseguir hacerme sentir como si estuviera en mi casa, sino de hacerme sentir que aquella era también mi casa.

P.D. (2): Para Azahara, la hermana, porque si admirable son las personas que tienen un sueño temprano, más admirables son aquellas que lo persiguen, y aún más, aquellas que lo consiguen.

Notas al pie  (para volver al inicio pinchar aquí):

[1] Las pilas AA son “las chicas de toda la vida”, las AAA, “las chiquitillas del tó”.

[2] El avance invencible del tiempo se va notando cuando uno es consciente de que existen personas que no sabrán lo que es un walkman….. pues nada, para eso está “el gugle”.

[3] Si alguien no recuerda o no sabe a estas alturas lo que era un walkman, pa´qué perder el tiempo ya en explicar lo que son las cintas.

[4] Sin duda, una de las mayores revoluciones musicales y tecnológicas de las últimas décadas.

[5] Ante la complejidad del concepto, visiónese la película “Regreso al futuro”, o “Back to the future”, según se prefiera. Les aseguro que tardarán menos en saberlo que si tuviera yo que explicarlo con palabras y ustedes leerlo.

[6] Sísifo, dentro de la mitología griega, como Prometeo, hizo enfadar a los dioses por su extraordinaria astucia. Como castigo, fue condenado a perder la vista y a empujar perpetuamente un peñasco gigante montaña arriba hasta la cima, sólo para que volviese a caer rodando hasta el valle, desde donde debía recogerlo y empujarlo nuevamente hasta la cumbre y así indefinidamente…..toma wikipedia pura y dura!!!