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La propiedad conmutativa.

Posted in Historias del día a día with tags , , , , , , , , on 11 May 2011 by Jdcc

Ya he nombrado en alguna otra ocasión a mi estimado Don Fernando (que así le llamaba todo el mundo), mi profesor de matemáticas en la E.G.B.. Es sin duda una de esas personas que, sin ser uno consciente en el día a día, te dejan marcada su huella para toda tu vida convirtiéndose en un referente por uno u otro motivo. De esta clase de personas está llena mi vida, y por ello doy gracias. Pues bien, fue él quién perfeccionó mi gusto y saber por las matemáticas que me inculcó mi abuelo, el padre de mi padre, agua y sol para la tierra de mi infancia y quién forjó en mí parte de lo que soy, y por ello doy gracias. De todos es sabido que una de las primeras y básicas cuestiones que se abordan al adentrarse en este universo de números y fórmulas es la propiedad conmutativa. Dicha propiedad, aplicable entre otras a las operaciones de la suma y el producto, consiste básica y técnicamente en que el resultado de una operación no varía cualquiera que sea el orden de los elementos con los que se opera. Algo así como el popular “tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando”. Hasta ayer, pensaba que esta norma matemática era total y absolutamente infalible, si es que la infalibilidad puede conocerse de otra índole (sin contar la pontificia claro está). Hasta ayer, no había existido oportunidad de poner en cuestión esta norma milenaria. Hasta ayer. Y tan sólo un ente superior a todas las personas y seres, omnipresente y omnipotente, creado para expiar nuestros pecados en la tierra, podía haber dañado la estructura invulnerable de los números, la lógica y el razonamiento matemático de tal forma que diera pie a dudar de lo indudable. Sí amigos, hasta ayer. Y os preguntaréis con afán quién puede ser esa entidad que transgrediera tal pilar de nuestro conocimiento. Pues sí amigos, como ya habéis podido imaginar, tal deidad es hacienda.  Después de dos años sin levantar cabeza y tirar casi con lo puesto, como buen españolito moderno, me propuse ir a confesar mis pecados desempleados en este tiempo que se nos impone para redimirnos con el fin deseado y la confianza devota de no llevarme sobresaltos. Error, craso error. Cuando yo y mi novia nos sentamos ante nuestro confesor-inquisidor para revelarle nuestra quimérica declaración conjunta (tan sólo a efectos de ingresos y gastos de nuestra utópica unidad familiar), y terminó en primer lugar con la declaración de ella, lo inesperado e inefable tuvo lugar ante nosotros y el espíritu santo nos inundó con su luz refulgente en forma de quinientos euros “a devolver”, y la divina trinidad se nos apareció de repente en forma de pequeña escapada romántica, reparación del aire acondicionado del coche (el verdadero, no el elevalunas automático que usamos ahora que tan bien funciona a ciento diez km/h pero que fomenta la incomunicación entre viajeros) para antes de que llegue el crudo verano y una lista finita de pequeñas cosas pendientes que caben dentro de esta módica cantidad de tres cifras y dos decimales, pero que curaba de repente todos nuestros males. Creímos en dios, su hijo Jesucristo crucificado y redentor, Yahvé, Zeus, Alá, Visnú, Dionisios… y así en todos los dioses y religiones de forma simultánea. Creímos en que es cierto eso de la democracia y en eso de que hacienda somos todos, y me asaltó cual oración dominical el artículo treinta y uno de mi estimada y olvidada Carta Magna, ese que dice: “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio”. Que gran verdad. Incluso la emoción alcanzó tal nivel que inyectó en mí una intuición silenciosa, induciéndome sin yo poder controlarlo, a mirar a una manchada pared húmeda y mohosa de la gloriosa delegación de hacienda en que me encontraba para, con asombro, poder contemplar en una especie de revelación mística, lo que parecía como un rostro disimulado, unos trazos aleatorios dibujados en el interior de un contorno difuminado y semi-escondido pero que se presentaba claro y transparente a mi mirada. Podía leerse nítidamente las palabras: viva zp y la madre que lo parió. En verdad os digo amigos que no podía creerlo. Yo era tan feliz. Todo era tan perfecto, tan sublime. Lo que quedaba para el éxtasis y el karma era confirmar mi borrador en el que me iban a retornar la módica cantidad de diecinueve euros con veinticinco céntimos. Una cantidad ridícula pero estimable, que bien merecería ser usada para costear una digna celebración ante tal histórico acontecimiento con algún líquido elemento embriagador. Debió notarse la felicidad en mi cara. Debió de notarse. Error craso, error.  Debió de notarse tanto como debió de notárseme cuando ante datos inesperados no registrados previamente en el universo infinito del oráculo de hacienda, surgió la maldición que convierte el signo menos en signo más, y la palabra a devolver quedó poseída por el demonio de la palabra a pagar. Desconozco que poder oculto impidió en mí imprecar contra los dioses, los profetas y por supuesto la mancha de la pared en aquel preciso instante. Me desinflé como un globo atravesado por una aguja. Me sumí en un infierno de propósitos para el futuro que no puedo revelar. Cuatrocientos cuarenta motivos en mi contra me daban más que razones para cagarme en todo lo que se menea y prenderle fuego a aquella delegación: “sistema tributario justo, igual y progresivo”…su puta madre. Que venga Cháves y lo vea, y también sus queridos hijos que sólo dan palos al agua de todos. Maldita sea la madre de los tiempos. De hecho, aún no he confirmado el nuevo borrador. De hecho creo que esperaré hasta el último minuto del último día para presentarlo a la espera de alguna nueva revelación. De hecho estoy pensando en no presentarlo y escaparme a cualquier país con el que no existan tratados de extradición.

            Pues sí amigos, eso fue ayer. Hoy y ahora me hallo mirando por esta ventana pensando en lo pecaminoso de mi usura, en lo vanidoso de mis pretensiones, haciendo penitencia ciudadana y reflexionando sobre la  propiedad conmutativa y en eso de que todo es cuestión de perspectiva, pues aunque queda claro que en la suma conjunta de cantidades a pagar y devolver el resultado hubiera sido el mismo número de euros con el mismo signo precedente inalterable, en la suma y el producto de alegrías y tristezas, esperanzas y desilusiones, el resultado hubiera sido muy diferente si en lugar de hacer la declaración de mi novia en primer lugar, hubiera hecho la mía, de tal forma, el espíritu demoníaco que me hubiera poseído en el momento de rectificar mi declaración de la renta, hubiera sido desendemoniado por el ascético e inesperado resultado de la declaración de mi novia. Es por tanto, que ante el hecho de no existir en matemáticas la excepción que haga la norma, he de sumar a mi lista de ídolos caídos y creencias reveladas y perdidas, las propiedades de la propiedad conmutativa: “no todo tanto monta monta tanto Isabel como Fernando”.

Un domingo cualquiera.

Posted in Qué mundo, qué mundo!! with tags , , , , , , , , , , , , , , on 1 May 2011 by Jdcc

Cierto es que hoy podría ser un domingo cualquiera, y lo será para muchos, a pesar de ser el día del trabajador y a pesar de ser el día de la madre -caprichosa coincidencia del calendario-, de esta suerte, a falta del jornal, no quedaremos huérfanos del cariño devoto e incondicional . Para otros, aquellos que no tengan nada que celebrar o que lo celebren sólo a medias, el sabor será agridulce, sobre todo si encima tenemos que seguir oyendo y leyendo a nuestros queridos gobernantes, con declaraciones del tipo “el paro bajará pese a que algunos no les guste” o “la crisis no la hemos generado nosotros” (Sr. Zp en un mitín en Santa Cruz de Tenerife): madre mía, y le llenaremos los bolsillos a esta gentuza y todo para tener que oír esto. Él, declarado culé, supongo que le habrá perdido la gracia a eso de hacer la manita, sobre todo cuando la de los cinco millones de parados “oficiales” está tan cerca: adelante, ya sólo falta un empujoncito, y aún maquillando las cifras lo vais a poder evitar. Mientras tanto seguid con vuestras improvisadas reformas y decretos leyes que prometen y prometen tanta recuperación, mientras los otros de enfrente aprovechan para sacar tajada, y entre tanto, algunos sindicatos permanecen callados como putas a las que les pagan el servicio y la cama (disculpas a las putas): entended que sólo iremos a mejor cuando ELLOS, los que mandan, lo quieran. Ellos, no vosotros los que gobernáis…pero pronto llegará el verano, que además de para las bicicletas, es bueno para servir mesas en las terrazas a los guiris.

          También celebramos hoy que el papa Benedicto XVI – Ratzinger, el papa con cara de malo malísimo- ha culminado la beatificación exprés (paso previo a la canonización) del papa Juan Pablo II – Wojtyła, el papa con cara de buena gentevenerado por muchos, criticado por muchos otros. Me pregunto si será por gratitud póstuma. Me ha sorprendido conocer que durante el pontificado de Juan Pablo II, el tal Ratzinger era quien dirigía la llamada Congregación para la Doctrina de la fe, hija rebautizada de la difunta “Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición”, fundada por Pablo III y controlada por Giovanni Pietro Carafa – que este si que fue un elemento-, a la postre Papa Pablo IV. También me ha sorprendido conocer el milagro, que para poder ser beatificado, se supone que realizó Wojtyla: una monja fiel seguidora del papa, y enferma de parkinson como él, empeoró repentinamente a la muerte de este y decidió dimitir del cargo que ostentaba en su congregación. La superiora le pidió que escribiera el nombre de Juan Pablo II en un papel. El papel con el nombre casi ilegible por la enfermedad, fue puesto como motivo de rezo para pedir, durante una novena (esto es, orar durante nueve días), por la curación de la hermana y la beatificación de Juan Pablo II, quien tanto había hecho por su congregación. Una noche de mayo la hermana enferma se levantó de un salto y se fue a rezar. Ya estaba curada. Pero quizás, lo que más me ha sorprendido es que a la ceremonia del Vaticano haya sido invitado Robert Mogabe, dueño y señor de Zimbabwe, y que entre otros logros está ser persona non grata y tener prohibida la entrada en suelo de la Unión Europea por su “buen hacer” en pro de los derechos humanos, aniquilando a la oposición y parte de la población civil…pero seguro que eran marxistas, y esos no creen en los mandamientos.

           También celebramos hoy que por fin se han casado el príncipe y la plebeya…bueno plebeya hasta ayer, que hoy ya es duquesa, duquesa de Cambrigde, y sin necesidad de transfusión sanguínea ni cambio de árbol genealógico. Así acaba otro popular braguetazo, o mejor dicho empieza, que el saqueo comienza ahora. Lo peor es la enésima y detestable demostración de que, como dice M. Alcántara, a los desposeídos lo que más les gusta es contemplar la riqueza ajena. Me ha llamado la atención un reportaje en el diario Sur de Málaga donde una madre cualquiera lamentaba no haber podido darle a su hija de quince años diez euros para ir al cine para no desequilibrar el presupuesto familiar. Así, mientras millones de personas viven con lo puesto, el teniente del ejército del aire, vestido de coronel del ejército de tierra (Hermann Hesse escribió: “si la naturaleza te ha creado como murciélago, no pretendas ser una avestruz”) se tomará un par de años sabáticos con la princesa encantada después de la real y rentable boda. Y es que no hay nada como una boda real para soñar lejos de la cruel realidad de las bodas verdaderas.

            Lo que no podemos celebrar todavía, a día de hoy, es que haya terminado la interminable serie mensual de partidos del siglo y su esperpéntico y degenerativo espectáculo deportivo. Personalmente me encanta el deporte y el fútbol, pero reniego de los “rey sol”, huyo de las “mega-star” y desprecio a “los actorcillos de la hierba” que olvidan la esencia de todo esto,  y me asqueo de todo el entorno que envenena con cuestiones políticas y territoriales esta “santa y sana guerra”. “¿Dónde quedaron aquellos Paco Gento?: se interna, centra y… ¡gol!”, rezaba la canción de Tabletom titulada “Algo así como un tango”. Cuánto daño pueden hacer a veces las banderas y los colores, las religiones y las fronteras: todo aquello que nació para identificarnos y unirnos, resultó ser simiente de odio y distanciamiento. Lamentablemente, al final, como con la política, la religión, la televisión, la nobleza y la realeza, seguiremos tragándonos todo el alpiste que nos echen, como buenos pollos de corral.

Realidades y promesas, sueños y realidades. Girar y girar.

Posted in En la retina... with tags , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , on 11 abril 2011 by Jdcc

Preámbulo.

Hoy, ocho de abril de 2.011, día en el que comienzo con el borrador de este post, han pasado exactamente un año y cinco meses desde la última vez que me asomé a mi ventana. Entre aquél día y este día han pasado mucho tiempo y muchas cosas, algunas buenas, otras malas, otras increíbles y todas necesarias de contar, por eso iré recorriendo mi memoria de antes a después hasta llegar a hoy, empezando por el principio que es como se suele recomendar, con la intención de trasmitir la esencia de las cosas, y con la esperanza de no desgastar al lector espontáneo y esporádico que tuviera a bien descansar sobre el alféizar de esta ventana.

Comenzaré por recordarme a mi mismo (persona humana alejada de la vida común durante este período) más que al visitante, lo más importante que ha acontecido en este tiempo, porque realmente hay momentos en que la sensación de vacío temporal es intensa, y es que aunque no lo parezca, todo lo anterior casi parece otra vida vivida antes de ahora.

El año 2.010 comenzó por enero como siempre, pero de la peor manera posible, con un ataque terrorista de la naturaleza, como leí del Sr. Manuel Alcántara, aunque la naturaleza sea siempre neutral y lo mismo nos envíe un terremoto que una naranja. Los informativos nos estuvieron bombardeando horas y horas con la desgracia de Haití hasta que de repente un día dejó de ser noticia, cuando los muertos ya estuvieron bien muertos y los vivos continuaron siendo si cabe, más muertos en vida.

Durante todo el año los seísmos han ido apareciendo y desapareciendo por todo el planeta como un azar desprovisto de fortuna.

En abril, los atómicos presidentes de EE.UU y Rusia firmaron un histórico tratado llamado START III (no confundir con la famosa serie de TV Star Trek) para reducir el número de armas nucleares a un máximo de 1.550 ojivas nucleares. Se me plantean automáticamente dos cuestiones: la primera es en qué escuela estudian aquellos que dan nombre a los tratados; la segunda, qué no se pueden hacer, o mejor dicho deshacer con 1550 ojivas nucleares, como si hicieran falta muchas más para mandarnos a tomar por culo para siempre.

En mayo los nombres de las agencias de calificación del crédito internacional, el FMI y sus codiciosos amigos-consejeros y colaboradores saltan de la ultratumba del anonimato a las tertulias de los cafés matutinos, y se entremezclan con las discusiones de la liga, pan nuestro de cada día, y comienzan a estrangular a los estados en beneficio propio. Este será el comienzo de una historia que perdura a día de hoy, y que no se sabe como acabará, al menos para la mayoría de los mortales, porque para los directores y asesores de las agencias está más claro: con más ceros a la derecha del número mayor de uno de sus cuentas bancarias. Siempre me pareció curiosa una noticia que resaltaba que la crisis no estaba afectando a las firmas de lujo.

También en mayo, la comunidad internacional “condena enérgicamente” el asalto y asesinato de “activistas pro-palestinos” que viajaban en un barco a manos de un “enérgico comando” de las fuerzas israelitas…otra vez: ojo por ojo y el mundo acabará tuerto, con un poco de suerte.

Siempre he pensado que con la mitad del dinero que se gasta el mundo en armas y burócrata “politiqueo”, se acabaría con las guerras y el hambre, pero claro, el problema es que también se les acabaría el negocio.

En junio se alejó para siempre a quien poco a  poco me he ido acercando para descubrir como otro dios en el olimpo de la palabra: el Sr. Saramago. Descanse su cuerpo en paz y permanezca su voz para siempre entre las hojas silenciosas de sus libros.

En julio, un millón y medio de personas se manifiestan en Barcelona en defensa del Estatut, al día siguiente casi todos los españoles del mundo celebran el gol más ansiado en la historia de nuestro fútbol, incluidos el millón y medio de antes, incluido el etarra que colgó en facebook su foto celebrando la victoria vestido con la camiseta de la Roja…Tanto Monta, Monta Tanto.

En agosto el drama diario y anónimo de los mineros del mundo se transforma en milagro en Chile. Después el milagro se tornó como siempre en negocio televisivo y medallita política. EE.UU retira las tropas de Irak y “pone fin oficialmente” a la misión de Guerra que terminará definitivamente en diciembre de 2.011…ya hacía mucho que Irak no era noticia: ya no hay talibanes, ya no hay Sadam, ya “no hay” aquellas injusticias infinitas para estas misiones de libertades duraderas.

En Septiembre, y después de muchos años un partido de extrema derecha consigue representación en un parlamento Europeo mientras en España tenemos una pseudo huelga general, que ni fue huelga ni fue general: los sindicatos tuvieron su minutito de gloria en la TV, ZP pasó más que tranquilo este mal trago y así los españolitos nos iban untando un poco más de vaselina en el culo.

En Octubre el planeta mediático tiembla con los informes de Wikileaks, y su líder es perseguido por toda Europa causalmente por violación: así es la vida Sr. Assange, que a nuestros señores políticos no les gusta que se les enseñe el color de la mierda con que manchan las paredes de la democracia. Hay más que rumores de que en EE.UU, se está “torturando” a algún posible confidente que ayudó a desvelar archivos también secretos.

El tramo final del año nos dejó invariable el cambio climático y sus infructuosas mega- cumbres. El primer estado de alarma en la democracia española gracias a los controladores que cayeron en la trampa y sobre todo al maquiavélico Mr. White que armó la trampa, otro ejemplo de que en este país vale más un carnet de un partido que una buena preparación académica para ser ministro: “lo importante es que lo que digas parezca que es verdad, no que lo que digas sea la verdad, y además da lo mismo que luego te contradigas mientras sigas siempre esta regla”. Este es el lema que parece gobernar a los que nos gobiernan, y en esto Mr. White es el “special one” de su banda.

Por último, en EE.UU, el país de la libertad y las oportunidades se derogó la ley llamada “Don´t ask, don´t tell”, que rige la política sobre las tendencias sexuales en el ejército norteamericano desde la década de los noventa: la ley prohibía a cualquier homosexual o bisexual hablar de cualquier relación de esta tendencia, incluyendo amigos o familiares mientras estuvieran en el ejercito (salvo especiales excepciones) y a los mandos investigar siempre que no se exhibiera el comportamiento prohibido. La finalidad de esta ley por lo visto era “evitar riesgos inaceptables para los altos estándares morales, el buen orden y la disciplina…”. No comment.

El 2.011 entró con buenos humos gracias a la ley antitabaco, y una oleada de levantamientos en Túnez, resuenan aún en Marruecos, Argelia, Libia, Egipto y Yemen: oí un día en la radio que las revueltas en los países árabes se producen porque no tienen una liga de fútbol tan potente como la nuestra, por lo que la miseria no encuentra distracción ni letargo.

Algo está pasando, pero todavía no se que es. En estos días, Libia se debate en una guerra civil mientras la política internacional debate si se quitan a Gadafi del medio o le siguen alimentando el ego… si es que eso fuera posible.

En marzo un terremoto y un tsunami dejan a Japón y al mundo ante un drama natural con consecuencias atómicas que a día de hoy que no pueden valorarse con exactitud. Otra vez en día once un ataque “terrorista”.

El día quince del mismo mes mi vida da un giro total un año y siete meses después de morder el polvo.