Archivo de siria

El tesoro de «Willy El Tuerto”.

Posted in Qué mundo, qué mundo!! with tags , , , , , , , , , , , , , , , on 9 septiembre 2015 by Jdcc

Yo siempre quise ser Mickey Walsh, y también Richard Wang, más conocido como “Data”, o incluso Clark Devereaux, “Bocazas” para los amigos. En realidad, hubiera dado casi cualquier cosa por haber sido cualquiera de los Goonies, para subir al desván y encontrar un viejo mapa con una cruz marcada, pedalear bajo la lluvia en busca de aventuras persiguiendo un sueño, enfrentarme a los Fratelli, atravesar numerosos pasadizos y encontrar el tesoro de Willy “El Tuerto” para poder salvar así la casa de mis padres y los Muelles de Goon humillando a los prestamistas…..para no rendirme nunca, porque los Goonies nunca se rinden. En su lugar tuve que limitarme a visionar la película una y otra vez de una forma incansable, haciendo como que desconocía la siguiente secuencia, “olvidando” los diálogos que me sabía de memoria. De hecho, todavía, justo treinta años después de su estreno, me sigo emocionando cuando la reponen.

Emocionado, pero de distinta forma y por distintos motivos, es como me siento cuando veo y escucho las noticias estos días sobre la población siria, aunque en realidad el problema se arrastre desde hace ya varios años (pero ya sabemos que aquello que no aparece en la tele, no existe). Me hiela la sangre ver las imágenes de miles de personas –a mí me da igual la nacionalidad- huyendo de una guerra -como hicieron otras muchos no hace tanto- atravesando el mar Mediterráneo de Turquía a Grecia en botes desbordados de gente, terror y esperanza, en el que yo no me atrevería a montarme para dar un simple paseo por la costa; que una vez allí, los que consiguen llegar, padres, madres, hijos, hermanos, niños, ancianos… atraviesan Macedonia hasta llegar a Serbia para luego, los que resisten, amas de casa, profesores, estudiantes, médicos, pastores, carpinteros…. enfrentarse a la frontera de concertinas de Hungría y a sus políticos y policías; recorrer a pie cientos de kilómetros sobre las vías del tren para intentar llegar a Austria, Alemania, o cualquier otro país de Europa donde poder dormir sin el terror a que te caiga una bomba a modo de despertador para regalarte el sueño eterno, para olvidar el miedo atroz de ver llegar el amanecer o el anochecer, y todo, para poder simplemente….. vivir. Y todo esto, sin rendirse, ante la mayor de las desventuras, bajo todas las inclemencias del tiempo habidas y por haber, enfrentándose a las mafias y desgobiernos, el hambre y la sed, y todo eso, todo eso, para huir de la muerte segura y hallar un hogar para tu familia, como si fueras en busca de un lejano tesoro perdido, como el de Willy “El Tuerto”, pero en lugar de un barco pirata, encontrar un pequeño trocito de felicidad.

Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se vuelva destructora de estos principios, el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno que base sus cimientos en dichos principios, y que organice sus poderes en forma tal que a ellos les parezca más probable que genere su seguridad y felicidad. [(Preámbulo de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América, 4 de Julio de 1.776.)]