Archivo de ibérica

Tras los pasos de William Wallace.

Posted in En la retina... with tags , , , , , , , , , , , , , on 11 agosto 2013 by Jdcc

Debió ser por el octubre del año 1.995 cuando, siguiendo mis costumbres de aquella época, decidí darme un paseo sin rumbo ni destino por la ciudad hasta acabar frente al conocido por entonces Multicines América. Como otras veces, me apeteció improvisar y entrar a ver una película en la sesión matinal del fin de semana yo sólo. Tras ojear la cartelera y no sentirme atraído por ninguna película, elegí una al azar. Pagué mi entrada en pesetas –of course- y busqué asiento en la sala vacía. Creo recordar que al terminar la película éramos unos tres o cuatro personas. Cuando aquella tarde me reuní con mis amigos y les conté con un entusiasmo desbordado la historia que había visto no me hicieron mucho caso. Semanas después todo el mundo hablaba de Braveheart. No voy a negar que me emocioné con la historia de William Wallace, y no me avergüenza confesar que hasta solté alguna lagrimita. El amor, la voluntad de perseguir aquello en lo que se cree, luchar por ello, la amistad, la traición, el coraje de enfrentarse a la vida, los principios, la muerte y la lucha por la libertad eran alicientes suficientes para dejar marcado al adolescente que era, y todo ello condicionado por mi creencia de que ciertas historias del cine y la literatura vistas o leídas en determinados momentos o circunstancias de la vida de una persona, producen sin duda que el efecto que causa en nosotros sea mucho más intenso. Tampoco negaré que ha sido una de las películas que he vuelto a ver incansablemente y que continúa dejándome un pellizco al final.

Casi veinte años después de aquel cuasi-veinteañero y por las causalidades de la vida, me he visto otras vez siguiendo la leyenda de aquella historia más cerca de lo que jamás podía imaginarme gracias a mi amigo Andrés. Resulta que en un pequeño pueblo de la provincia de Málaga –Teba- próximo al que vivo, se viene conmemorando desde hace tiempo la muerte de un tal Sir James Douglas.

La historia, a grandes rasgos, es la siguiente: Robert Bruce (personaje histórico que aparece en la película), tras subir al trono de Escocia, había prometido ir a Jerusalén para poder luchar en las cruzadas, sin embargo la muerte le cercó antes y previo a fallecer, pidió que llevasen su corazón a la ciudad santa. Esta promesa se encargó de intentar ejecutarla Sir James Douglas cogiendo “carretera y manta” y transportando colgado al pecho el embalsamado corazón del rey dentro de una especia de urna o algo así. Camino de Jerusalén pasó por la Península Ibérica y en un intentó de apoyar a Alfonso XI en la conquista del Castillo de la Estrella –en Teba- pereció en la lucha contra los nazaríes. La cosa no pasó a mayores hasta que hace unos veinte años, allá por el año 1.997 –poco después de la película y transcurridos varios siglos desde su muerte- los descendientes de aquél noble escocés aparecieron por la comarca de Guadalteba -así se llama la zona a la que pertenece el pueblo- siguiendo su rastro…sí sí queridos amigos ….efectivamente….. la alta nobleza escocesa se paseó por este desconocido lugar de la piel de toro, hasta el punto de financiar un monolito en honor y recuerdo de su ilustre familiar que se construyó  en la plaza del pueblo. Desde entonces, cada año se recuerda a este personaje con recreaciones de época y fiestas medievales.

A veces es gratificante formar parte de las historias de la historia aunque sólo sean de pasada, de soslayo, de forma tangencial, efímera, anónima y aislada… y todo por casualidad. Todo aquello que se guardan en los relatos, los mitos y las leyendas de los libros manteniéndose a través del tiempo es de las pocas formas que hay de traicionar al olvido y de vencer a la muerte corpórea. Quizás sea por eso por lo que me mantengo en este desconocido rincón del infinito, o quizás sólo suponga una forma distinta de mantener mis viejas costumbres en busca de un nuevo azar que me haga topar con otra historia inesperada.