Archivo de Berlín

Solitarios en la cima de la gloria

Posted in En la retina... with tags , , , , , , , , on 22 agosto 2009 by Jdcc

Estadio Olímpico de Berlín, toda la prensa mundial representada, millones de espectadores en directo, 70.000 personas en vivo, un cielo de flashes iluminan la ilusión y el sueño griego, los ocho hombres más rápidos del mundo (oficialmente) centran sus rostros en el cuadre de cámara, la carrera de las carreras, tensión disimulada, reminiscencias de leyendas en el recuerdo de la pista (Jesse Owens ganó hace 73 años la final olímpica con un tiempo de 10,30 segundos y a Hitler se le quedó la cara de Chuk Norris, como dirían dos que yo conozco), y el espectáculo está servido. Las dieciséis (piernas) en tensión, el segundo silencio más absoluto de los últimos tiempos previos al “en sus marcas, listos…..pang!!!”, un disparo y la locura de la emoción se desata, en el tiempo más corto que los ojos de la historia hayan presenciado, impensable hace años, un jamaicano de casi 23 años llamado Usain Bolt atraviesa la meta de los 100 metros en 9,58. El record de los records…por ahora. Esta vez la cara de Chuk se le queda a Tyson Gay, el ídolo norteamericano derrotado, después de un esfuerzo supremo viendo la cara de “paseando por el parque” de Bolt. La fama, el éxito, el dinero, los contratos publicitarios, la soledad del ganador le esperan, mientras, él y su escaparate de gestos que alimentan el sudor de los fotógrafos comienza. La gloria de la cima para el más grande, para el más rápido.

Pakistán, montaña Latok II, Óscar Pérez, un desconocido montañero español intentaba coronar su cima, la cima de la victoria, pero el mal tiempo y un accidente le dejan atrapado en un collado con el brazo y una pierna rota. Con los víveres justos, nieve y tormenta de sobras espera la llegada de algún equipo de rescate para volver a su casa, con su familia, con sus amigos. A los pocos días se prepara un dispositivo que nunca rescatará a nadie. No hay flashes, no hay televisión, no hay historia, no hay record, no habrá fama, ni dinero, ni contratos publicitarios ni gestos de victoria. El primer silencio más absoluto de los últimos tiempos. A los pocos días los equipos de rescaten tienen que desistir por las adversas condiciones meteorológicas, sus compañeros han de abandonarlo y dejarlo morir. No puedo tan siquiera imaginar qué pudo pasar por la cabeza y el corazón de Óscar Pérez durante tantas horas de dolor, sufrimiento y soledad esperando una esperanza. Allí ha quedado su cuerpo y su alma, allí donde siempre estuvieron. Solitario en la cima, la gloria (eterna) para un montañero, para una persona, un deportista, un anónimo.