Archivo de enero, 2009

Como en una buena historia.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto with tags , , , on 31 enero 2009 by Jdcc

Álamos, 45: adiós «manquita».

Todavía no acierto a distinguir si hoy es el último día o el primero, porque como he aprendido hace poco de un amigo de hace mucho, todo es cuestión de perspectiva. Todavía recuerdo el anterior último/primer día que viví como si fuera hoy, porque sin darle permiso persiste en renacer en mí desde hace hoy 1 año, 6 meses y 18 días. Todavía retengo todas y cada una de las sensaciones de aquél trece de Julio, del antes y el después, de aquel delicado momento, de aquél preciso instante y de cada uno de los pasos que anduve para recorrer la distancia que separaba la plaza del teatro de “la esquina de Elvis”, la sombra de la luz, el infierno del cielo, la amargura del punto en el que sientes que algo bueno puede pasarte de nuevo….”nunca es demasiado tarde para recomenzar”…. Todavía soy capaz de sentir ese último abrazo, ese último beso, ese último adiós definitivo (en aquél momento sin suponer que lo eran….aunque a veces pienso que sí) y las últimas semillas de dudas sobre una compleja relación mientras me forzaba a mí y a mi cuerpo según me alejaba a no echar más la vista atrás para evitar dejar migas de pan o puertas abiertas, sin sospechar lo más mínimo que en cuestión de segundos, de repente, como las sorpresas o las trampas del camino, después de tanto desierto, vería por primera vez y de nuevo el mar en unos ojos, la luz en un rostro, la primavera en su sonrisa, mi camino en su timidez. Fue como percibir que llevaba esperando ese momento toda la vida sin saberlo, y como si todo lo andado hubiera sido la causa para esa consecuencia…fue como llegar a puerto. Y es que no es habitual hacer coincidir grandes placeres tan opuestos en un mismo sentimiento, haciéndolos incluso complementarios, simultáneos, homogéneos: el placer de descubrir y el de reencontrar.

Aquél día descubrí algo más que a la persona que encendería en mí una llama y me dibujaría una vida de calor y color con ventanas abiertas a una brisa. Ligado a ella apareció sin esperarlo, como en una buena historia, un lugar donde vivir, un refugio entre las nubes, una pequeña ventana al mundo, a la vida, otro punto de vista, otra forma de vivir, otra perspectiva. Encontré un pequeño apartamento. Días atrás había tomado la decisión de alquilar uno en el centro, en una triste tarde que compartía con un amigo y un poco de ron frente al mar, y en el que algo, aún no se qué, me hizo tomar la decisión de dar cambios a mi vida para vivir, o si tengo que ser sincero para escapar. Desde el primer momento en el que puse un pie en ese apartamento supe, con una certeza absoluta que jamás antes había sentido, que quería quedarme allí. Fue, como la oportunidad de ser otro en el mismo cuerpo, con el mismo nombre para recomenzar…..y todo ocurrió tan radical, tan veloz, tan intensamente….fue tan inevitable….que me inundaba la sensación de haber sido un mal sueño todo lo que hasta esos días me tenía amordazado, angustiado y que parecía tan doloroso y ahora tan lejano. De repente, pude sin pretenderlo, separar lo bueno de lo malo y elegir…..libremente.

Desde ese lugar, el que ha sido mi hogar (que no mi casa) desde aquel día escribo ahora enfrentando mi pasado, mi presente y mi futuro como un reflejo mismo de lo que él representa. Me siento vinculado a este viejo edificio, renovado por dentro, con el alma viajera (que no vieja) moldeada por el paso de los años y la experiencia de los cambios que el tiempo le regala a esta ciudad, y que mira, como enamorado, hacía un tesoro en piedra con alma propia y viva (como he descubierto) dónde miles de personas noctambulan sopesando cómo el paso del tiempo no minora el valor de una vida, sino que la hace más hermosa cada día. También con ese otro edificio he creado, o lo ha hecho él conmigo, unos lazos con nudos de esos que toman más fuerza a medida que intentas soltarlo, atrapándome sin saberlo en ese embrujo desconocido de los silencios compartidos, silencios gigantes como los de una catedral.

Mirando por mi pequeña ventana al mundo voy intentando adivinar qué nos deparará mañana este camino, y levanto la vista para admirar ese silencio y preguntarle, y en su silencio encuentro a veces respuestas, a veces más preguntas y otras susurros… pero siempre consuelo. Cada mañana de cada día no he dejado de darle los buenos días, robando al tiempo algunos segundos para abstraerme del mundo y sentir su perspectiva. Cada noche antes de dormir, le echo un guiño cómplice y le hablo sin hablar (con los silencios y las miradas….como lo hacen los enamorados), y las alegrías tristes (saudades que me enseñó Pessoa) que no comparto, ella las adivina. Y todas las noches parece la misma, igual, inmutable, pero cada noche es distinta. Su aliento me llega, me encuentra y me traspasa como una lluvia. Su naturaleza me empapa, y yo me dejo arrastrar a ese influjo sin prestar la más mínima resistencia.

Cada día de este tiempo, he aprendido a descubrirla, a disfrutarla y a enamorarme de ella y de la vida que aglutina. Cada día de estos días me he aguantado la tristeza de un adiós dibujándola con rutina. Pero ahora me voy, nos vamos, y no quiero disimular ni despedirme, porque las tristezas forman parte de la vida tanto como las alegrías, y hoy le decimos adiós….y me niego a negarme el sentimiento que nace dentro de mí…..así que mejor un hasta luego…..o mejor aún un hasta pronto, que nunca se sabe…..como en las buenas historias.

Buen día.

Posted in Con los ojos cerrados y el corazón abierto on 21 enero 2009 by Jdcc

Bienvenido a esta, mi pequeña ventana al mundo.