Días de biblioteca.

No me cuesta reconocer que hay que ser un poco rarito (o un poco/mucho) para tener la aspiración de ser bibliotecario. Esa fue sin duda la expresión y gesto facial del tipo que me atendió en la academia cuando, hace ya años, entré por vez primera a pedir información sobre unas oposiciones: ¡¡vaya careto que puso!!…¡¡madre mía!!, no se me olvida. Pero para mí libros y silencios era una fórmula cuasimágica de pseudofelicidad. Lo sé, suena raro de cojones, pero es que lo soy con algunas cosas….¿y no es genial ser así? Pues claro que sí….y además hace mucho que dejó de importarme cómo suenan en voz alta las cosas que van susurrando o gritan dentro de mí.

Y fue así, por ese extraño impulso mío (de esos que a veces tengo y me van cambiando la vida de golpe…..¡¡y de qué manera…oigan…de qué manera!!) y gracias a la habilidad del tipo de la academia que supo desviar mi atención hacia otros horizontes más prósperos aunque también más alejados del concepto silencio, como conseguí dar con la forma en la que me gano los cuartos actualmente.

Esta anécdota me asalta sin pretenderlo justo en estos días de mis (espero) penúltimos exámenes universitarios de la carrera donde me hallo, otra vez, robándole días al calendario y horas al reloj para estudiar, esta vez, en una biblioteca. En algunos breves momentos de todas esas largas y cansadas horas, cuando hago pequeñas pausas me levanto y miro a través de los grandes ventanales que dan a la calle y observo cómo el mundo sigue girando ajeno a mis circunstancias personales pero al tiempo lo percibo, observo y veo como quien mira a través de una pecera: gente que va, gente que viene, coches que giran, que paran, que reanudan la marcha, las nubes volando en el cielo, la extraña forma de algunos edificios, el aire agitando los árboles… y todo como un mundo lejano y mudo. En otros momentos, simplemente me paseo -en silencio- a estirar las piernas y voy ojeando los estantes llenos de libros y me sorprendo encontrando algunos que ya leí y marcaron mi juventud, otros que dejo pendientes para más adelante y otros “nuevos” para mí que descubro y me llaman la atención sin saber por qué. Entonces los agarro, los abro, ojeo algunos pasajes improvisadamente y sin orden y es curioso cómo hay fragmentos de esos libros en los que voy encontrando y viviendo momentos de humor (llegando incluso a tener que disimular la risa en mitad de todo el silencio bibliotecario), otros que me hacen reflexionar sobre mi momento actual y lo vivido, y otros que me provocan todo tipo de emociones intensas e incluso dolor porque revuelven dentro de mí muchas historias….y en fin, así en la vida como en los libros y viceversa.

Y me resulta más curioso aún sentir en las horas de estos días de biblioteca en los que intento disfrutar de estos momentos tan pequeños (como mini dosis de felicidad), que a veces en realidad, lo que me ocurre en esas pausas es que accedo y me pierdo a través de esas breves lecturas a mis cloacas mentales y emocionales hasta encontrar un breve instante de paz y serenidad donde puedo llegar a leerme a mí mismo por dentro pero sin juzgarme, como a un libro, más allá de la portada y la contraportada que me recubre y me presenta al mundo, más allá de mí nombre estampado en el lomo que asoma en el estante de la vida. Y eso, aunque provoque cierta quemazón ayuda a entender muchas cosas.

Ahora suelto el libro y regreso a la tarea. Me acomodo en la silla sin hacer ruido, cierro los ojos e inspiro profundo unos segundos. Me disciplino en que hay que seguir, en que la derrota no es una opción cuando el final parece tan cercano y me agarro a un pensamiento: “Don´t stop walking”. Abro los ojos, miro un instante a través de la ventana para adaptar los ojos a la luz y respiro de nuevo con la esperanza del día en que alguien, en algún momento, se detenga delante de mi estante, y agarre el libro que soy y disfrute de lo que se encuentra en su interior tanto como lo hago yo, en estos días de biblioteca.

El mundo como a través de una pecera...

El mundo como a través de una pecera…

...la pecera desde el mundo.

…la pecera desde el mundo.

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